ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Georgina Herrera, al recibir el Premio Rafael Alberti, en el xx Festival de Poesía de La Habana. Foto: Yander Zamora

Georgina Herrera, al recibir el Premio Rafael Alberti, en el XX Festival de Poesía de La Habana. Foto: Yander Zamora

En Jovellanos, antigua tierra de barracones, nació hace 85 años una niña negra y pobre, de familia descendiente de nigerianos, nieta de un hombre que había sido esclavo y con quien contrajo, desde pequeña, una profunda identificación.  

No hubo entre los miembros de su decoroso hogar (sus padres y tres hermanos) ni libros ni muchas intenciones de poseerlos. Sin embargo, esta lógica no funcionaba para ella que, apasionada con la fuerza de las letras, compuso versos desde la niñez y soñaba con escribir historias. 

Llegó a la vida en un mundo marcado por la discriminación racial, de la que pocos lograban escapar. La rueda de este mal alcanzaba una buena parte de las personas, que en su rol de víctimas o de victimarios, bailaban al son de tan penosos preceptos.

Cuenta la prestigiosa investigadora Juanamaría Cordones-Cook, que de tan fuertes que resultaban los prejuicios raciales en aquel entorno, la niña Georgina Herrera deseó por momentos ser blanca. «Para lograrlo, a escondidas de su madre se planchó el pelo y se lo quemó. Luego un día se puso un palito de tendedera en la nariz para afinarla, pero sintió que le faltaba el aire y le dolió mucho. Desde ese momento, asumió su nariz. Entendió que (…) su pelo era distinto, pero era el suyo. Desde entonces no se rechazó más a sí misma ni en segundo ni en tercer plano, sino que se sintió orgullosa de su ascendencia africana y su legado cultural».

En el alma de Georgina habitaba esa musa que llamamos poesía, y que se lleva al papel en forma de palabras. Por eso, cuando una maestra blanca, prejuiciosa y carente del elemental sentido de la dignidad, le preguntó si quería que trabajara en su casa, la respuesta de la niña fue tajante: –No, si yo voy a la escuela.

Desde temprano se forjó en su ser –estrujado por las malas acciones de una sociedad que tenía que perecer, pero a la vez rebelde y destinado a elevarse– el deseo de cambiar el mundo y alzar la voz de los suyos, los relegados, los que fueron desoídos, sus hermanos ancestrales, y para luego fue tarde.

Era veinteañera Georgina cuando en 1956 dijo adiós al hogar y emprendió rumbo hacia La Habana. Por el día era empleada doméstica, pero en las noches, iba a una escuela estatal a estudiar Secretariado. Había logrado publicar poemas en algunos periódicos locales cuando llega, para todos, el triunfo revolucionario de 1959.

El Instituto Cubano de Radio y Televisión la acogió en 1961 y allí mecanografiaba libretos, pero solo por un tiempo. Pronto firmó Georgina programas dramáticos e históricos. Más de 60 trabajos para la Radio y la Televisión Cubana cuentan en su haber como autora.

La lectura, la superación permanente, la persistencia por dar rienda suelta a su talento iban cambiando su suerte. Escribe incansablemente, publica, concursa, gana. En 1970 mereció el premio de poesía de la Uneac, en el centenario de Lenin. En 1979 es elegida presidenta de la Sección de Escritores, de la Asociación de Cine, Radio y Televisión de la Uneac.

El Premio Caracol de Novela y el Premio de novela del Festival Nacional de la Radio Cubana honrarán a Georgina en 1981, por su adaptación de la obra Cuando la sangre se parece al fuego, de Manuel Cofiño. Varios países la recibirán en condición de delegada a congresos y festivales culturales. Su pecho ha sido engalanado con la medalla Alejo Carpentier, posee el Sello de la Radio Cubana y ha sido elegida como jurado de premios relevantes como el Casa de las Américas, el de la Crítica y el Nacional de Literatura.

En 2016, como ofrenda a sus 80 años, La editorial Letras Cubanas publicó en más de 500 páginas la Poesía Completa de Georgina Herrera, un libro que deleita y en el que, sin duda, y tal como ella asegura, está su vida.

No por releído deja de ser nuevo cada mensaje emitido en esa joya de las letras cubanas contemporáneas que es la compilación de su poesía. Sin embargo, ni nos basta ni le basta. Sus lectores, ávidos de seguir leyéndola, sabemos que a sus 85 años Georgina sigue haciendo, frente a la hoja en blanco, «democracia con la intimidad».

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Sonnia moro dijo:

1

25 de abril de 2021

08:53:48


Georgina desde el dia que descubrió gracias a Magin que era el Género ha sido una incansable feminista desde su obra y su acción GRACIAS YOYA POR EXISTIR. Salud y muchos años mas. TE NECESITAMOS Y TE QUEREMOS TODAS LAS MAGINERAS.