ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Toshiro Mifune en un fotograma de Yojimbo. Foto: Fotograma de la Película

Se están cumpliendo cien años del nacimiento de Toshiro Mifune, grande entre los grandes, y 70 de la llegada al mundo de Mifune González, menos espectacular que el primero, pero también con su historia.

La llegada de Toshiro Mifune a los cines cubanos, allá en los años 60 del pasado siglo y traído de la mano por Akira Kurosawa, fue primero un desconcierto y luego una manía.

¿Quién era aquel extraño guerrero que no solo movía su espada como un relámpago, sino que derrochaba aceradas miradas para paralizar a sus contrincantes? ¿Y el caminado? Algo nunca visto en los anales de los tipos duros del cine, y máxime si se tenía en cuenta que «el hombre» era un «cerebro», y no un guapo más en el arte de calcular y guerrear.

Fue Mifune, conocido entonces como Jorge González, el primero en aclarar en el barrio que el arma que usaba Toshiro en El bravo (1961) no era una espada, sino una Shinogi-Zukuri katana, nombre que nadie pudo prender en la memoria, aunque prevaleció el término katana en aquellas discusiones interminables para analizar, no tanto la técnica cinematográfica del maestro Kurosawa, como las emociones que irradiaban sus filmes rodados en blanco y negro.

Cierto que el maestro japonés había triunfado con clásicos como Los siete samuráis (1954) y Trono de sangre (1957), pero El bravo (Yojimbo) y Sanjuro (1962) significaron una apoteosis en torno a la cual se disparó un interés por el tema samurái y la cultura japonesa en sentido general.

Los caricaturistas hicieron zafra, los colchones de judo de la capital no alcanzaron para recibir nuevas solicitudes, las publicaciones se llenaban de críticas cinematográficas de nuevo tipo en días dominados por Bergman, Fellini, Buñuel y Antonioni; el lenguaje popular se salpicaba de graciosas trasposiciones tomadas de aquellos filmes, los cowboys de Hollywood se extrañaron menos, los cines se abarrotaban mientras los espectadores pedían más y más y, desde su natal Santa Clara, el ya desaparecido y siempre bien recordado Aldo Isidrón del Valle, nos llenaba de envidia al entrevistar (¿en japonés, cómo fue posible aquello, Aldo?) al mismísimo Toshiro Mifune, quien  desde Tokio agradecía con mucho amor y respeto a la audiencia cubana por la manera en que habían recibido sus películas.

Y mientras tanto, Jorge González se adentró tanto en el cine de samuráis, se especializó de tal manera en la obra del gran actor japonés, que fue perdiendo su nombre y apellido hasta convertirse para sus amigos en simplemente Mifune.

Él es el causante de estas líneas, luego de reencontrarnos al cabo de los años, y hablar de aquellos días de cines abarrotados y juventud tumultuosa, feliz ahora Mifune porque la Cinemateca y la televisión se han acordado de los cien años de su tocayo, aunque, a decir verdad, de las 152 películas rodadas por Toshiro, solo le faltan a él unas poquitas para tenerlas todas.

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Rafael Acosta Julián dijo:

1

23 de noviembre de 2020

09:43:48


Ha llovido mucho desde el día en que Yojimbo, llevado por la mano de Mifune, debutó en la pantalla del cine Principal de mi pueblo Esperanza en Villa Clara. Yo era entonces un estudiante de secundaria. Mis amigos y yo fuimos cautivados por este nuevo tipo de héroe y pronto cualquier delgada sección de caña brava se convertiría en una temible katana. De eso puede dar fe el T__Y quien recibió un buen trastazo en medio de la cabeza tras un ataque con inesperada agresividad de mi buen amigo J_____O cuando ambos se batían para mostrar sus habilidades. Mifune y sus personajes siguen vivos entre nosotros. Recuerdo que una vez, ya siendo un hombre maduro y con un titulo universitario, el responsable de redes de un lugar donde trabajé, me llamo la atención porque a mi PC le di por nombre Toshiro Mifune. Saludos

JAIME dijo:

2

23 de noviembre de 2020

15:19:33


magnifico trabajo. la cinemateca de cuba deberia iniciar un ciclo por TV de este gran actor conocido por todos los que peinamos canas.

Francisco Rivero dijo:

3

23 de noviembre de 2020

15:21:12


Tal vez algunos recuerden una anectota popular en atencion la grata acogida de estos filmes japoneses en Cuba. Acontecio que se comenzo a distribuir en las bodegas de los barrios de la Habana toneles de vino tinto para ser vendido a granel y se le denomino popularmente HARAKIRI una pelicula de 1962, realizada por Masaki Kobayashi con los actores Tatsuya Nakadai, Shima Iwashita, Bien esta produccion de vino embasada en grandes toneles llego para ser distribuido al consumo gracias a un acuerdo comercial entre la recien independiente Republica de Argelia y Cuba. Aconteciendo mas un incidente al abrir estos toneles y lasalida potente del vino cuando se manipulaba mal su apertura y que la gente realcionaba con una secuencia de esta pelicula, cuando uno de los protagonista realizaba el acto noble de suicidio, con un corto sable a la altura de su vientre y ahi sucedio un espectacular chorro de sangre cubria casi la pantalla de proyección. Esto marco el espiritu de jarana de todos. Tambien se le llamo a este vino:" El Bravo" un filme donde actua Mifune. Por la razon que algunas no acostumbrada a beber vino lo consumian si moderacion y los efectos eran de pelicula. Gracias a la Sra. Laura Mercedes Giráldez, periodista por su amable reseña de un actor querido por los cubanos, por cierto el fotograma que ilustra este trabajo corresponde a la pelicula " El Bravo ". Un saludo cordial