A Nelson Marchena Tuero le bastó, como le ha sucedido a muchos de nuestros compositores musicales, que una sola de sus obras se hiciera popular y trascendiera en el tiempo y la memoria de nuestro pueblo. Ese es el caso del tema Viejo Lázaro, composición que concibió en 1989, tras cumplir misión internacionalista como colaborador en el sector de las comunicaciones en Nicaragua, y que en la década del 90, después de haberlo grabado con el Conjunto Rumbavana y darlo a conocer en el programa Alegrías de Sobremesa, el pianista Juan Carlos Alfonso y su orquesta Dan Den, difundieran con gran éxito nacional e internacional.
Su muerte, ocurrida este 31 de agosto en Bejucal, a la edad de 70 años, no solo deja una sentida huella entre los bejucaleños que lo acogieron como a un hijo en 1957, cuando junto a sus padres y hermanos dejó su Cienfuegos natal para ir a vivir a la tierra de las célebres Charangas, sino también, entre todos aquellos que lo conocieron y supieron de su amor por la música, la cual vivenciara como músico del Conjunto Sibanicú y después, como compositor.
De forma autodidacta Marchena aprendió la percusión cubana, y nunca abandonó su fiel tumbadora con la cual se auxilió siempre a la hora de componer. Leopoldo Ulloa, a quien conoció en Güines en la década de los 80, lo ayudó a desarrollarse más profesionalmente en el mundo de la creación musical. Fue en esa época (1982) cuando obtiene oficialmente su código como Autor Musical en la Asociación Cubana de Autores y Compositores Musicales (ACDAM). En esos años logró grabar en la Emisora Radio Progreso sus Boleros: Acción por Acción (con el también bejucaleño Orestes Macías y el Conjunto Rumbavana); El Color de nuestro Amor, (con Ricardito Rivera y el Conjunto los Latinos) y Febrero de Amor, (con Lino Borges), entre otros.
Pero no fueron estos los únicos en interpretar o grabar sus temas. Entre ellos están: la Orquesta América, la Ritmo Oriental, Estrellas Cubanas, Millán Zuaznabar, Mario Rodríguez (Del Dúo Clara y Mario), Tony Iznaga (El Jilguerito), el Trío Cuba, y los Tambores de Bejucal, quienes incluyeron su número Charangas Famosas, en su disco 50 son 50, de la Egrem.

Durante su vida como compositor, el también miembro de la SGAE (Sociedad General de Autores Españoles) y presidente por varios años de la Sección de Música de la Uneac en la antigua provincia de La Habana y en la actual Mayabeque, se dedicó a escribir boleros, sones, guarachas, mozambiques, guaguancó y guajiras. Y por supuesto no faltaron las canciones que dedicó tanto a su ciudad natal Cienfuegos (Mi querido Cienfuegos, en la voz de Rey Acosta) como a Bejucal (Mi canto a Bejucal, Dedicado al aniversario 300 de la Ciudad por Pedro Luis Hernández y Luismel Guerra) y a fechas señaladas.
Muchos fueron los premios que recibió en concursos de composición musical a todos los niveles, y los reconocimientos que recibió, pero hubo uno que siempre recordó con mucho cariño: la Orden Majadahonda, que le otorgó la Uneac en el 2006, por su aporte a la defensa de la cultura cubana en el ámbito internacional.
Incansable promotor cultural, figura clave en la organización de los Festivales Boleros de 0ro de la Uneac en su territorio, el autor de Viejo Lázaro,/ milagroso San Lázaro/ líbrame de las penas/ que padece el ser humano…. Será recordado eternamente por su humilde homenaje a Babalú Ayé y a la música cubana.












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