Con la muerte de Luis Eduardo Aute, la trova pierde a un grande y Cuba pierde a un amigo entrañable

La muerte este sábado del cantautor español Luis Eduardo Aute en Madrid, a los 76 años –quien estaba retirado de los escenarios desde que sufrió un grave infarto en 2016 que lo mantuvo dos meses en coma– ha conmocionado el mundo del arte. En Cuba se le recuerda por sus constantes visitas y relación con los integrantes del Movimiento de la Nueva Trova con los que compartió escenario dentro y fuera del país, especialmente en Barcelona en las diferentes ediciones del Festival de la Canción de Autor Barnasant y en conciertos que compartió especialmente con Silvio Rodríguez.

Al que también fuera escritor, artista de las artes visuales, actor y realizador cinematográfico lo conocí personalmente en el año 2008 en ocasión de la clausura del XIII Festival de la Canción de Autor Barnasants, que por primera vez se celebró fuera de España. Durante su estancia, Aute dio a conocer su cuaderno de poesía titulado Poemigas, en un Sábado del Libro, e inauguró una exposición suya de pintura y escultura en el Edificio de Arte Universal del Museo Nacional de Bellas Artes, donde recibió de manos de Abel Prieto, entonces ministro de Cultura, la Distinción por la Cultura Nacional.

Además de asistir a la inauguración de la exposición presencié el concierto que se le tributó en el teatro Amadeo Roldán que le dedicara la orquesta Solistas de La Habana dirigida por el maestro Iván Roldán, que interpretó Wagneriana, de Leo Brouwer; la Suite del Amor, de Silvio Rodríguez y la Suite Auténtica, del propio Aute, con arreglos de Beatriz Corona; además de acompañar en sus interpretaciones a Vicente Feliú, Lázaro García y Eduardo Sosa.

También lo recuerdo en el concierto que se le dedicó en el teatro Karl Marx bajo el nombre La trova le canta a Eduardo, en el que se escucharon las voces de Silvio Rodríguez, Vicente y Santiago Feliú, Amaury Pérez, Carlos Varela, Karel García y Liuba María Hevia y su grupo.

Para mí fue sorprendente haberlo conocido y escuchar de sus propios labios su amor por Cuba, su música, en especial la de la Nueva Trova y su deseo de obtener la ciudadanía cubana. Tener frente a frente al autor de canciones como Aleluya, Rosas en el mar, Pasaba por aquí, Al alba, o Quién es Caín, quién es Abel, sin dudas fue inolvidable. Por entonces yo trabajaba en el periódico El Habanero y con mi pequeña cámara fotográfica le hice algunas fotos en la Sala Universal del Museo de Bellas Artes y a su llegada al lugar, en compañía del promotor cultural Pere Camps, director del Festival de la Canción de Autor Barnasants.

Nacido en Manila, Filipinas, en 1943, Aute regresó con su familia a España en 1954 para instalarse en Madrid. Tuvo sus primeros intercambios musicales con los integrantes de la Nueva Trova cubana gracias a unos amigos que visitaban la Isla.  A través de cintas escuchó a nuestros representantes, sobre todo a Pablo y a Silvio. Cuando escuchó esas canciones dijo que había encontrado a unos hermanos con los que se sentía totalmente identificado.

Estuvo en Cuba en julio de 1978 invitado por el gobierno cubano al Festival Mundial de la Juventud de La Habana, donde cantó con Pablo Milanés, Silvio Rodríguez y Amaury Pérez. Otros viajes suyos a la Isla fueron durante el X Festival Internacional de Cine Pobre de Gibara, en Holguín, donde fue jurado en la categoría de ficción, y presentara su largometraje Un perro llamado dolor (2001). La Habana lo vio también en el concierto Paz sin fronteras, en la Plaza de la Revolución en el 2009, y posteriormente cuando llegara como parte del tratamiento de rehabilitación debido a su enfermedad donde le atendieron –por un tiempo– especialistas cubanos.

Sobre el artista ha dicho Silvio: «Aute destaca no sólo por la calidad de sus canciones sino también por la excelencia de su pensamiento, por su integridad, por las variadas formas de expresión que domina, siempre con una ética y con una estética coherentes, es uno de los creadores más importantes de los países que conforman España y en general el mundo hispanohablante».

Con Aute, Silvio compartió en 1983 la grabación del disco doble en vivo Entre amigos, donde participaron también Pablo Milanés, Joan Manuel Serrat y Teddy Bautista. Durante 1993 realizaron una gira juntos y de esta surgió el disco doble (24 canciones en total) Mano a mano, fruto del concierto que ofrecieron juntos en la plaza de toros Las Ventas de Madrid en ese mismo año. Y en el 2001 Silvio también compartió con Aute, Suso Sáiz y Moraíto Chico, la banda sonora de su película de larga duración Un perro llamado dolor, un proyecto de animación para el que Aute realizó más de cuatro mil dibujos a lápiz. El filme se llevó a formato DVD acompañado de un disco con la banda sonora de este material.

En 1995, Silvio y Santiago Feliú colaboraron con Aute en su disco Alevosía. Luis Eduardo Aute y Silvio Rodríguez aparecen juntos también en el libro Aute y parte, escrito por el primero.

En 2018 Silvio Rodríguez y Vicente Feliú estuvieron entre los 20 invitados que el 10 de diciembre de 2018 homenajearon a Luis Eduardo Aute, en Madrid, en un concierto que se celebró en el WiZink Center de Madrid, muy cerca de su casa, y coincidía con la celebración de los 50 años de vida artística y los 75 años del nacimiento del destacado cantautor. Estuvieron además Joaquín Sabina, Joan Manuel Serrat, Ana Belén, Massiel, Víctor Manuel, Jorge Drexler, Ismael Serrano, Luis Pastor y Rosa León, entre otros.

Su último disco, en el 2012, titulado El niño que miraba el mar, es de cierta manera un homenaje a Cuba, a La Habana. Surgió a partir de dos fotos. Por un lado, una imagen que su padre le hizo cuando era pequeño en el malecón de Manila, donde nació, y otra que le hizo, su hija en el malecón de La Habana.

«Me pareció, dijo entonces, muy sorprendente estar ahí, en la misma situación que el niño que fui. Junté las dos fotos y se me ocurrió la idea de hacer una canción de un encuentro de uno mismo en la edad de la inocencia y en la de la perversión».