El destacado ensayista y narrador Sergio Chaple ha partido ayer, definitivamente, a los 80 años de edad. Su adiós sorprende a familiares, amigos, y a un público lector que, de seguirlo, sabe del mérito investigativo de este hombre, especializado en la literatura cubana, y de la meticulosidad lingüística de sus entregas.
Visto por el poeta Virgilio López Lemus como «polemista galante, narrador de la síntesis y trabajador infatigable, de extraordinaria nobleza, Chaple perteneció a esa generación de escritores de la Revolución, en cuya obra cultivó, con amplio manejo del lenguaje popular, una riqueza temática sostenida en cada nueva publicación.
Dejó sus buenas energías –además de en otros espacios– en el Instituto de Literatura y Lingüística, el Ministerio de Cultura, la ONU, la Comisión Nacional Organizadora del Seminario Juvenil de Estudios Martianos. En todos Chaple fue ejecutor de los más preclaros principios.
Su firma de escritor genuino quedó estampada en medios nacionales y extranjeros, entre ellos, El Caimán Barbudo, la revista Casa de las Américas, Granma, Marcha (Montevideo), Siempre (México) y Romboid (Checoslovaquia) y editoriales como Letras Cubanas y Unión, rubrican varios de sus títulos. A su oficio de traductor se le deben en español obras de Jan Mukarovsky, Miklos Szabolcsi y Oldrich Belic, y también el volumen Les larmes de Clio, de Jean-Louis Joachim, sobre Alejo Carpentier, uno de sus autores favoritos. Él mismo ha sido traducido a unos 10 idiomas.
En homenaje de la Uneac que recibiera en la pasada edición de la Feria Internacional del Libro, Chaple aseguró haber cumplido con la labor de su vida. A la altura de sus 80 años, «ahora tengo tiempo para leer y no rechazo las ideas que vienen», expresó entonces, radiante de alegría, tal vez pensando en la pronta publicación de su próximo cuaderno de cuentos, de la que habló, entusiasmado, a esta redactora.
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Raúl Rodríguez Hernandez dijo:
1
31 de mayo de 2019
15:14:10
patricia dijo:
2
31 de mayo de 2019
15:31:17
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