Tres testimonios relacionados con Alicia Alonso les entrega hoy esta página: Una breve historia que recoge su condición –también–, de artista de la plástica y el dibujo; su amor por la literatura y el compromiso revolucionario con su país, así como su nexo con la Federación Estudiantil Universitaria (FEU).
En una ocasión coincidí en el patio de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba con Mirta Aguirre, gran ensayista y poeta y con Alicia Alonso. La autora del memorable poema Canción antigua a Che Guevara estableció un diálogo de maestría coloquial sobre Romain Rolland y su Juan Cristóbal, a propósito de una frase, inspirada en el pensamiento del novelista, que años antes Alicia Alonso había incorporado en el discurso de agradecimiento al homenaje que le brindó la feu el 19 de noviembre de 1973: «El pueblo tiene derecho al gran arte». Alicia dijo que ella solo concebía el arte en función del pueblo, y que el arte y el pueblo o para el pueblo, debía ser una sola materia inseparable. Ya Alicia era famosa, y como decía Rolland, había que creer lo que se piensa, y sostener lo que se cree. «Cualesquiera que sean nuestras fuerzas, está prohibido abdicar».
Las conversaciones, con la distensión que otorga la ausencia de grabadora, suelen tomar muchos caminos, y por uno de ellos salieron a colación el dibujo, la pintura y la fotografía. Hoy la recuerdo como una conversación memorable, aunque no había visto el dibujo aludido. Un día lo vi y lo solicité para publicarlo en Granma en un momento oportuno.
ALICIA, ARTISTA DE LA PLÁSTICA
Nuestra primerísima ballerina visitaba el Hospital Nacional, Enrique Cabrera, en el año 1969, y mientras esperaba en una consulta médica donde también se ofrecían clases y había un pizarrón, tomó una tiza e hizo un dibujo; el dibujo de una bailarina en el escenario, o el apunte de una coreografía, como quiera verse. Su firma abajo a la izquierda, dos a cruzadas por una línea. El día en la Uneac, Alicia recordaba con Mirta Aguirre los tiempos en que para completar el costo de una gira artística, ella pintó un cuadro, lo rifó, como una lotería, y el ganador de la obra fue un empleado de la Terminal de Ómnibus.
Los elementos de aquella conversación con Alicia inspiraron una búsqueda periodística que me habría de llevar a la doctora en Medicina Isolina Aragón, quien llegó una noche a la redacción de Granma para solicitar, con urgencia, que le hicieran unas fotos de pasaporte. En pocas horas, iría a una gira con el Ballet Nacional y mientras esperaba la impresión de las fotos, salió a relucir la feu con un aniversario del homenaje a Alicia. La doctora se le ofreció al periódico para la reproducción del discurso de Alicia, ya que de él solo había aparecido un resumen en los periódicos.
HACER LLEGAR A TODOS EL DISFRUTE ESTÉTICO DE NUESTRO ARTE
A propósito de que se le entregara a Alicia el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de La Habana, el 19 de noviembre de 1973, la prima ballerina assoluta expresó:
«Agradecer este honor no es fácil. Hay muchas maneras de honrar a los artistas. El grado académico no tiene el mismo sentido de la medalla o el diploma. Es un honor que obliga a meditar. En primer lugar, por otorgarnos este título como parte de las relaciones históricas de nuestra universidad con el arte. Relaciones que unen el nombre de la Universidad de La Habana a la historia de nuestra Patria, para ambas expresiones del arte entregaba sus más bellos y amplios escenarios. Y el pueblo acudía. Era, sin darnos quizá mucha cuenta aún, una línea de masas. Profesores y alumnos, especialmente los muchachos de la feu, jamás traicionaron esa noble tradición. Los jóvenes no pedían muchas explicaciones para lanzarse a transformar el mundo; luchar contra la injusticia. Porque era injusta el hambre, la falta de asistencia médica y también la incultura. Arriesgaron sus vidas para cumplir con su pueblo en esta línea de combate».
Y continuó.
«Esta noche recordamos otra memorable de 1956, comprendemos que esta universidad y aquella generación también luchaban por hacer realidad lo que dijera Lenin: «El pueblo tiene derecho al gran arte».
«Para nosotros, hoy debemos decirlo, el apoyo de la Universidad en nuestros afanes, fue decisivo. Con firmeza habíamos escogido un camino: echar las raíces en nuestra patria; hacer llegar a todos el disfrute estético de nuestro arte, hacerlo comprender y amar por las mayorías.
«Habíamos renunciado a un público por un pueblo y el eco que encontramos entre los estudiantes universitarios fue como un anticipo espléndido a esa flor de la sensibilidad popular, a la frescura y creatividad de las masas.
«En aquella sociedad de los años 50 gran parte del arte era patrimonio de una sola y reducida clase, luego de nuestra Revolución la situación es distinta. A todos se nos plantearon tareas nuevas. Ya no era solamente arraigar el arte entre las masas trabajadoras, era crear y desarrollar los artistas en ellas.
«Cuando hace unos días celebrábamos el 25 aniversario de la Fundación del Ballet de Cuba, el júbilo de esa fiesta fue por haber cumplido la tarea que nos señaló la Revolución, pues hoy, hasta podemos contar con una Escuela Cubana de Ballet. En 1961, Fidel se reunió con los artistas e intelectuales cubanos. Nos dijo textualmente:
«El pueblo es la meta principal. En el pueblo hay que pensar primero que en nosotros mismos y esa es la única actitud verdaderamente revolucionaria».
«El saldo de estos 25 años en esa línea, sencillamente ha probado esa tesis. Y esa es la enseñanza que podemos ofrecer a las nuevas generaciones de artistas y estudiantes de arte en nuestra Patria y en América».
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pjmelián dijo:
1
1 de junio de 2018
14:33:11
Isadora dijo:
2
3 de junio de 2018
00:26:44
Maria Serrano dijo:
3
7 de junio de 2018
13:52:04
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