ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Eliseo Subiela. Foto: Tomada de elhumanista.net

El mismo corazón que tantas veces él involucrara en historias de amor y de muerte, y que le sirvió para darle título a una de sus memorables películas, dejó de latir a dos días de que Eliseo Subiela cumpliera los 72 años de edad.

El director argentino tenía en proyecto el rodaje de un filme y la puesta en escena de una obra de teatro y se reponía —«sin miedo a la muerte», como le dijo a la prensa— de un infarto sufrido tres meses atrás.

Pocos directores latinoamericanos han sido tan queridos y apreciados en nuestro país como Subiela. El estreno en el Festival de La Habana de su Hombre mirando al sudeste (1986) ha sido uno de los mayores acontecimientos de público y crítica de ese certamen, que acaba de celebrar su edición 38.

Es fácil recordar aquellos días en que nadie quería perderse el diálogo metafísico entre un paciente siquiátrico, defensor de la posibilidad de la vida extraterrestre, y su médico, mixtura de realidad y surrealismo, abierto hacia múltiples significados —luego una constante en el cine de Subiela—, que alcanzaría su punto culminante en El lado oscuro del corazón (1992).

La mención de ese título necesariamente me remite a una tarde habanera de diciembre en que, al concluir la película en un cine repleto de público, fui testigo de un fenómeno al que no me tiembla la mano en calificar de levitación colectiva.

Darío Grandinetti daba vida a Oliverio, un poeta algo loco y romántico, encaprichado en enamorar a la muerte (Nacha Guevara) y en buscar, al mismo tiempo, a una mujer capaz de hacerlo volar. Desvaríos existenciales que lo hacían ir y venir por Buenos Aires y Montevideo, declamando fragmentos de poesías de grandes poetas que había hecho suyas («Me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero, eso sí! —y en esto soy irreductible— no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!»– Oliverio Girondo).

La poesía integrada al filme, también de Benedetti y Juan Gelman, la música de Osvaldo Montes, los personajes representativos de tantos mundos dominados por el amor, con aquella Ana (Sandra Ballesteros) prostituta de la que se enamoraba Oliverio, exageraban hasta el delirio una ficción que (misterios del arte) conectó hasta con el último espectador.

Al concluir el filme sobrevino la ovación. Luego la mudez total, sin que nadie se atreviera a levantarse. La voz de una acomodadora, a la entrada de la sala, apremió para que el público se moviera, pues habría otra función dentro del Festival de Cine. Fue entonces que me pareció ver flotar a los espectadores mientras iban en busca de la salida, sin pronunciar una palabra, como si cada cual estuviera cautivo en un universo mágico y sin ningún interés en abrir la boca para salirse de él.

—¿Qué está pasando aquí?— me susurró mi hijo casi llegando a la puerta.

Algo irrecordable, le respondí, pero lo cierto es que no tenía una respuesta para lo que, casi 25 años después, ambos, cada vez que tocamos el tema, seguimos calificando de levitación colectiva.

Cierto que luego volvería a ver El lado oscuro del corazón dos, tres, cuatro, cinco veces, mientras Subiela seguía haciendo películas y rechazaba una invitación de Hollywood para filmar en sus estudios Hombre mirando al sudeste, interés que finalmente la poderosa industria resolvió plagiándolo dos veces.

Muchas veces más, delante de El lado oscuro del corazón, traté, sin poder, de revivir aquella ensoñación, incluso encontrándole al filme algún que otro aspecto cuestionable al paso del tiempo.

Nada que importe demasiado en comparación con aquella tarde de diciembre en que Eliseo Subiela nos demostró que no solo sus personajes podían volar.

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Ideu dijo:

1

27 de diciembre de 2016

07:36:43


Gracias Rolando todavia soy parte de esa levitacion desde aquella fecha, me sumo a las repetidas veces que miro al sudeste, con el lado oscuro del corazon, extrañaremos a Subiela

olga dijo:

2

27 de diciembre de 2016

09:31:43


hasta siempre subiela!!! yo todavía estoy mirando al sudeste...

Orlando Chirino dijo:

3

27 de diciembre de 2016

20:40:28


Sintiendo la partida el gran Eliseo Subiela. Vimos "Hombre mirando al sudeste" en varias clases de psicología que impartí hace algunos años; recuerdo la impresión que causó en todos nosotros y como esta película se convirtió en una fuente de interesantes debates.