
Ciego de Ávila.—Cuando, muy joven, se decidió a pintar, René Rodríguez —uno de los más reconocidos artistas de la paisajística nacional— hizo un pacto con la vida para reflejar el mundo que le rodeaba hasta los últimos días de su existencia.
Y como él mismo afirmó que acaba de comenzar a vivir a los 91 años, cumplidos este 22 de septiembre, dijo a los presentes en la sede la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) que quiere volver a su galería cuanto antes —momentáneamente alejado de ella—, «donde las musas bajan con facilidad».
El Gnomo de la ciudad, como alguien le llamó hace mucho, camina lentamente, de la misma manera que utiliza la espátula, técnica empleada en la paisajística que conforman sus cuadros. René pasa los umbrales de las nueve décadas con el mismo amor por la pintura de cuando comenzó a cultivarla en la ciudad de Camagüey, donde nació; pero desde muy temprana edad encontró refugio entre los avileños, atraído por aquellas visitas al parque Martí, donde solía escuchar al músico César Alberti y su banda.
Aunque tuvo que abandonar sus estudios en la academia San Alejandro por razones familiares de mayor peso, sus conocimientos y su inclinación por el óleo y el lienzo lo llevaron a continuar el camino y se le considera pionero de la artes plásticas avileñas, con su participación, a inicios de la década de 1960, en la primera exposición de pintura de Ciego de Ávila, junto a otros reconocidos artistas como Florinda Monzón y Miguel Ángel Luna.
En el homenaje habló de su participación, los días 16, 23 y 30 de junio de 1961, en el encuentro de Fidel con los escritores y artistas cubanos, reunidos en la Biblioteca Nacional José Martí para tratar temas de la cultura, intercambio que pasaría a la historia como Palabras a los intelectuales.
Durante la celebración del onomástico en la Uneac, dijo de aquella reunión: «Las palabras de Fidel tienen total vigencia en las condiciones actuales, porque trazaron un derrotero hasta nuestros días».
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