Como el ave Fénix que renace de sus cenizas, la antigua fábrica de guayaberas de Alamar vio resurgir sus instalaciones a fines del año pasado. Con un cambio total de sus funciones, los pasillos que otrora veían telares y máquinas de coser, acogen ahora cientos de visitantes que acuden para instalarse en sus salas de cine, teatro, cafeterías… lo mismo que para leer un libro o bailar en su amplísimo salón de fiestas.
Con una entrada diaria que supera las mil personas, el complejo cultural En Guayabera ha mantenido este verano la misma asiduidad que en sus comienzos, y más: se ha ganado la preferencia de los habitantes del municipio de La Habana del Este y de zonas cercanas.
Para el supervisor general del centro, Rafael Bermúdez Nodarse, el éxito resulta de la integración entre las diferentes instituciones que coexisten en el sitio: “Ya sean parte del Fondo de Bienes Culturales, de los institutos cubanos del Libro, de la Música, del Arte e Industrias Cinematográficos o de Artex, cada uno de ellos lucha por mantener servicios y productos variados, de calidad, que satisfagan las expectativas de los visitantes”.
El centro se ha destacado por el trabajo comunitario que realiza, de conjunto con los órganos del Poder Popular —agregó—. “Hemos logrado que sea acogido como parte de la vida cotidiana de los pobladores, y que lo sientan suyo”.
En ese sentido destaca el programa que realizan en función de los niños y los adultos mayores —dos segmentos de públicos que se han querido privilegiar en los meses de verano— como la exhibición de filmes en 3D, talleres de lectura y peñas de baile. Precisamente, esta última actividad ha ganado un número importante de seguidores en el público mayor de 65 años.
Al respecto, la promotora María Gandulla Navarro comentó que mientras en un inicio solo asistían los pobladores de Alamar, actualmente los participantes superan la cifra de 400 y provienen de diversas localidades. Los segundos y últimos martes del mes, explica, suceden estos encuentros con artistas de la propia localidad; a lo cual se suman otras actividades como las clases de Wushú, tres veces a la semana.
Construido en tiempo récord —ocho meses aproximadamente—, En Guayabera no solo destaca por su envergadura, sino porque es un ejemplo del rescate de grandes fábricas o almacenes en desuso a favor del esparcimiento, la educación y la apreciación de las artes en comunidades que más lo requieren; asimismo, constituye un referente del trabajo integrado de las instituciones del sector.
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el lector dijo:
1
12 de agosto de 2016
06:54:05
Diana dijo:
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12 de agosto de 2016
08:21:59
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12 de agosto de 2016
14:08:31
Marta I. Martinez dijo:
4
6 de octubre de 2016
00:02:30
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