No cabe duda: con su segundo libro Cepos de la memoria (Ediciones Matanzas, 2015) Zuleica Romay se convierte en una de las investigadoras y ensayistas imprescindibles cuando de analizar el espinoso tema de la discriminación racial, no solo en Cuba sino en todas las regiones donde se hizo presente la economía de plantación, se trata.
Confieso que me leí el libro de un tirón a pesar del alto nivel de complejidades del que es portador. La autora tiene la virtud de dominar la escritura muy literariamente y de utilizar las muchísimas referencias históricas y sociales en función de un texto de deslumbrante factura, capaz de conducirnos del pasado al presente con una agilidad y una amenidad impresionantes.
Ya en Elogio de la altea, título con el que recibió un Premio Extraordinario en el Concurso de Casa de las Américas, estas cualidades afloraron. Pero en el volumen que ahora comentamos, menos autorreferencial, aun cuando parte implícitamente de la dura experiencia personal de la autora, el hilo narrativo y lo que pudiéramos denominar la dramaturgia del ensayo se vuelven, en mi opinión, más sólidos y equilibrados.
Según la autora, Cepos en la memoria intenta demostrar que “la raza es la marca en el cuerpo de la posición que se ocupó en la historia y que tanto la posición como su marca tienen consecuencias en las sociedades contemporáneas”.
El objetivo lo logra con creces y lo sobrepasa al inmiscuir al receptor en un tejido de elaboraciones, a veces inconscientes, que no solo atañen al discriminador sino también al discriminado.
Valiéndose de las características que en algún momento el escritor haitiano René Depestre señaló como propias de los descendientes de esclavos, Romay estructura los capítulos de su libro profundizando o discrepando, analizando desde varias disciplinas, apoyadas en la obra de numerosos estudiosos del tema, lo que ella denomina “marcas” dejadas por esos metafóricos cepos que, en su opinión, persisten todavía en la actualidad de los llamados “afrodescendientes”.
La investigadora recurre con frecuencia a las expresiones lingüísticas peyorativas que todavía escuchamos en boca de quienes niegan o confirman los vestigios de una discriminación que como ella demuestra todavía no han podido ser borrados de la sociedad cubana, una de las que más ha luchado por abolirla sin conseguirlo del todo.
Resultan muy interesantes los ejemplos de que Zuleica Romay se vale para demostrarnos como, aun desde las instituciones, es en ocasiones perceptible una solapada y muchas veces enmascarada subestimación por una raza que necesita esforzarse doblemente para lograr imponerse sobre la de sus antiguos amos.
Esta visión que también es analizada a partir de un enfoque de género es brillantemente argumentada y respaldada por las numerosas notas al pie de las que es imposible prescindir si uno quiere aprovechar al máximo las lecciones que nos ofrece este volumen “cimarrón”.
Y digo “cimarrón” por su espíritu beligerante más que conciliador. La escritora no suplica sino exige, sin dejar de comprender que es la Historia quien ha conducido al estado de cosas que pervive dolorosamente en nuestra actualidad, agudizada por la globalización y los poderes hegemónicos.
Romay no deja de analizar cada resquicio que se introduce en la vida cotidiana para hacer prevalecer los modelos que Occidente reconoce como legítimos en un afán de superioridad que muchas veces se disimula en la atribución de estereotipos que pudieran considerarse “positivos” en la falsa atribución de las mismas a una raza determinada.
En tránsito constante del pasado al presente, la autora revisa la historia de Cuba revelándonos aspectos fundamentales que han sido opacados o desfigurados por varias bibliografías.
El análisis, que nunca se aparta de los postulados marxistas, redescubre, sin embargo, elementos que no han sido tomados en cuenta por otros estudiosos al analizar nuestras gestas independentistas o el periodo republicano.
A mi entender, Cepos en la memoria resulta un libro insoslayable por su poder de convicción y por sus valores estéticos de escritura.
No todos los ensayistas poseen la virtud de hacerse entender y ponernos a reflexionar desde perspectivas novedosas, apoyadas por un nivel de lenguaje que coloca a Zuleica Romay a caballo entre la literatura y la investigación.
Libros como este son los que demanda el presente de Cuba aun cuando el alcance del que comentamos se extienda en sus implicaciones mucho más allá de las fronteras de nuestra Isla.
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soraya dijo:
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10 de mayo de 2016
08:20:23
Roberto dijo:
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Yeraldin dijo:
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13 de mayo de 2016
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Armando Fco. Cuesta Guillén dijo:
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14 de mayo de 2022
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