
Por alguna extraña razón las cualidades como instrumentista de Ernesto Blanco no han sido valoradas lo suficiente en el ámbito sonoro cubano. Este joven músico, graduado del conservatorio Amadeo Roldán, no ha logrado una visibilidad muy coherente en los escenarios locales ni ha figurado en discos que han registrado la obra de los exponentes de la guitarra eléctrica, fonogramas que, por otro lado, han servido como un testimonio invaluable para recoger el decursar de la larga y poco divulgada historia del rock en Cuba.
Es oportuno decir que desde los días en que alineaba en el grupo de su hermano, David Blanco, Ernesto viene enseñando las credenciales que lo acreditan como un exponente de la guitarra eléctrica en plena progresión, con una atendible habilidad y destreza, atributos que lo llevaron a desempeñarse como uno de los músicos principales de la banda de David, en la que formaba un dueto muy reconocible con el otro guitarrista de la formación, Rodolfo “Fito” Torrente.
Al separarse de la escudería de su hermano, este cantante, guitarrista y compositor, inició una carrera como líder de su propia agrupación, con la que ya ha grabado dos álbumes, Kilómetro Cero y Abre todas las puertas. En ambos materiales sobresale la unión entre el rock, el pop y los sonidos de la electrónica, con influencias del rock clásico pero desde una perspectiva muy contemporánea.
Hace algún tiempo, al comentar su álbum, Kilómetro Cero, apuntaba que Ernesto, seguidor incorregible de Nine Inch Nails , debía aplicarse a fondo para desarrollar a mayor escala sus atendibles recursos en el mundo de la guitarra eléctrica, pues quedaban un poco relegados dentro de un discurso en el que el oyente podía perder el rumbo entre tantos afluentes sonoros.
En los 12 temas de Abre todas las puertas se percibe a un Ernesto inmerso en una etapa de mayor madurez, con una proyección congruente que le permite ampliar sus méritos como instrumentista, demostrando que ha alcanzado un nivel más alto en los terrenos de la guitarra eléctrica.
Los cortes del álbum, al igual que Kilómetro Cero, están orientados al baile y a llenar de energía al oyente. Lo hace con una propuesta de calidad en la que Ernesto se desempeña como cantante y ejecuta la guitarra de una manera muy limpia, interpretando solos que resaltan su empuje como instrumentista. Entre los temas de mayor pegada aparecen títulos como el que le da nombre al álbum —en el que interviene como invitado el Ruso de Orishas—, Every single Day, Cenizas del corazón, Habana y Por los viejos tiempos. Son títulos que ponen de manifiesto el acople que ha logrado con su banda, en la que resalta especialmente ese bajista todoterreno que es Giordano Serrano, ex Qva Libre, y deja ver que tiene cualidades para empeños mayores.
El álbum, publicado por la disquera Bismusic, resume al detalle las inquietudes creativas de este guitarrista y vocalista, que, con una orientación muy propia, ha avecinado en este fonograma el rock y el pop desde una mirada muy contemporánea, una línea con la que ya ha ganado un lugar propio en la escena de la música cubana actual.












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