Dos libros resultaron entre los más populares dentro de la más reciente Feria habanera, y continúan vendiéndose muy bien; son ellos: Pasión de rumbero (editorial Pablo de la T. Brau, 2014), escrito por la periodista María del Carmen Mestas, y Cien mujeres célebres en La Habana (Ed. José Martí, 2014) de su colega Leonardo Depestre.
En el primero, la también escritora emprende una rigurosa investigación por ese complejo musical que nos define identitariamente: la rumba. Tras un esclarecedor capítulo introductorio (Las raíces) donde se definen principios y trayectoria, a la vez que se sientan imprescindibles elementos musicológicos y en general culturales —para lo cual la autora emprendió una acuciosa investigación, respaldada por sólida bibliografía— Mestas incursiona en grandes exponentes del género, a los que dedica individuales capítulos.
En esas páginas se mezclan biografía y apreciación musical, trayectoria artística y resonancias socioestéticas, todo desde un prisma que delata en la investigadora lo que en definitiva, tanto es: una poeta; sus trazos no se quedan, por tanto, en el retrato frío o la viñeta escueta, sino que remontan vuelo mediante pasajes significativos de esas vidas o de pinceladas históricas imprescindibles para su correcta ubicación en tiempo y espacio.
Expresivas fotos (pese a las conocidas limitaciones del papel en que se imprimió: gaceta) y un capítulo final donde se adicionan otros muchos nombres del universo rumbero, fungen como valores agregados de Pasión… , un libro que debe leerse con análogo sentimiento, y que ya forma parte de la bibliografía imprescindible sobre esta expresión esencial de nuestra cultura.
Cien mujeres… prolonga el rastreo que Leonardo Depestre —también lingüista y comunicador— ha realizado en torno a materias tan importantes como el vocabulario cubano, las citas, la música, La Habana y la propia historia en diversos registros, los cuales se han volcado en anteriores volúmenes.
Esta vez, como indica su título, nos acerca a visitantes famosas que llegaron a la capital del país en algún momento de sus vidas, aportando a nuestra hermosa ciudad parte del esplendor y la leyenda que la caracterizan; de Doña Guiomar e Isabel de Bobadilla a Teresa Berganza y Cristina Hoyos, pasando por Estela Raval, Carla Fracci, Mary Pickford y Tamara Bunke, entre otras muchas, el escritor sigue el paso de estas féminas que, en los campos diversos del arte, la lucha social o la política, nos han honrado alguna vez con sus visitas.
Ágil trazo, una prosa fluida que permite la comunicación rápida y directa, y una seria investigación de fondo caracterizan la mayoría de estas viñetas; en otras sin embargo, se lamenta la elementalidad y superficial enfoque que nos deja realmente esperando por más.
Cuando no se echa de menos una mejor conceptualización de temas que, aun de soslayo, se llaman a concurso; por ejemplo, cuando en las páginas dedicadas a la cineasta Agnes Vardá y refiriéndose a la Nueva Ola, el revolucionario movimiento cinematográfico al cual perteneció la ilustre francesa, se expresa que el mismo “no carecía del todo de tintes novedosos” (p. 166).
Está claro que Depestre no tiene por qué ser especialista en todas las materias en las que de algún modo u otro incursiona, pero en tales casos se requiere entonces de una mayor profundización.
Otro defecto del libro radica en la deficiente referencialidad que lo informa; el autor cita profusamente, pero en contadas ocasiones remite a la fuente consultada; por solo citar uno de los tantos casos en que ello ocurre, elijamos una página: “Lo primero es persuadir al que maltrate a un animal de que lo que hace no está bien (…)” .Tales eran las palabras con que Jeannette Ryder resumía su credo humanitario (p. 41) pero en parte alguna aparece una nota que informe, como Dios manda, de dónde se extrajo dicha referencia, limitación en lo cual no solo el escritor es responsable sino la editora que lo publica.
A pesar de estas inconformidades, Cien mujeres… es un grato periplo que nos sumerge en algunas de las muchas visitas memorables —esta vez con aroma femenino— que han honrado a La Habana.
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