SANTIAGO DE CUBA.—Evento múltiple como pocos, con el epicentro colocado en la promoción de las culturas populares de la región, la trigésimo quinta edición de la Fiesta del Fuego también privilegia otras zonas de la creación y el pensamiento que expresan la intensidad del Caribe.
Los poetas reparten metáforas en varios sitios de la ciudad y sus alrededores, ya sea en la sede de la Fundación Caguayo, la Uneac, la librería Ateneo, la casa de Heredia, hogares infantiles, casas de atención a los abuelos. Voces de República Dominicana, Venezuela, Uruguay, Argentina, Bahamas, Puerto Rico dinamitan fronteras. Y entre todos celebran la investidura de Waldo Leyva con el Premio Internacional Casa del Caribe 2015 asistiendo a una lectura de sus poemas.
Una arista de la agenda del festival apunta hacia el crecimiento de la producción editorial. Entre los títulos presentados destacan, por el sello Oriente, Sobre los Estados Unidos y otros temas martianos, de Hebert Pérez Concepción; Tan lejos de Dios… las relaciones del Caribe con Estados Unidos, del puertorriqueño Antonio Gaztambide-Géigel; Caribe, raza e identidad, de Olga Portuondo; y por parte de la Casa del Caribe, Toussaint Louverture, repensar un icono, compilación de ensayos de Mariana Past y Natalie M. Leger.
La publicación en Cuba, en una coedición de Oriente y la Casa del Caribe, de La religión del Atlántico negro, del profesor norteamericano J. Lorand Matory, puso a disposición de los lectores una obra imprescindible para la interpretación, desde las más rigurosas herramientas de la antropología cultural, de los vasos comunicantes espirituales entre las diversas comunidades de la región.
En la urdimbre de la fiesta no falta el teatro. Macubá, bajo el liderazgo de Fátima Patterson, capitalizó la atención de profesionales y aficionados con la realización de un taller y el montaje de los espectáculos Noche caribeña y Para Santiago.
La sesión teórica, coordinada por Omar Valiño, director de la editorial Tablas Alarcos, trazó las coordenadas de lo que significó en los años setenta la recuperación del teatro de relaciones —Carlos Padrón y Fernando León Jacomino adelantaron resultados de sus investigaciones sobre el tema— y en un emotivo cierre evocó las relevantes contribuciones del actor, director y dramaturgo Raúl Pomares. La huella del notable teatrista vibró cuando uno de sus compañeros de escena, Dagoberto Gaínza, reinterpretó el Juan Jaragán, tan caro a Pomares.












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EL CUBANO dijo:
1
9 de julio de 2015
20:37:10
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