
“Mi canto es de los andamios para alcanzar las estrellas, que el canto tiene sentido cuando palpita en las venas del que morirá cantando las verdades verdaderas, no las lisonjas fugaces ni las famas extranjeras sino el canto de una lonja hasta el fondo de la tierra. Ahí donde llega todo y donde todo comienza, canto que ha sido valiente, siempre será canción nueva”, dice una de las canciones de Víctor Jara que aparece en el disco Tiempos que cambian, un álbum póstumo publicado hace 40 años tras el asesinato del juglar chileno por la dictadura de Augusto Pinochet. El tema se nombra Manifiesto y ciertamente registra en toda su magnitud la filosofía de este emblema de la trova latinoamericana, un músico que dio al mundo una lección de coherencia personal y honestidad con una obra que todavía hoy resume las principales claves de lo que debe significar ser un trovador en América Latina.
Tiempos que cambian es un álbum fundamental en la carrera de Víctor Jara. En principio saldría a la calle bajo el nombre Tiempos nuevos y pasaría a ser su noveno disco de estudio, pero el material quedó inconcluso tras el golpe militar al gobierno de Salvador Allende y el asesinato del trovador en septiembre de 1973. Como era de esperar se transformó, tras su publicación, en un material de culto para los seguidores del juglar y, por supuesto, para los chilenos que le plantaron cara a la dictadura.
El disco comprende varias canciones que después pasaron a ser himnos de su discografía, entre ellas Manifiesto o Cuando voy al trabajo, un tema de notable empuje en el que sin atisbo de dogmas el trovador demuestra que la belleza, la sinceridad y la espontaneidad tienen que ir de la mano inexorablemente con la práctica de los ideales revolucionarios, los cuales, en este tema, también toman la forma del amor a una mujer.
En la grabación del álbum intervinieron otros músicos como el chileno Patricio Castillo, quien adaptó el poema de Pablo Neruda, Aquí me quedo; pero la mayoría de los temas aparecen bajo la firma de Víctor, quien también inmortalizó en este fonograma títulos como Caicaivilú, Vientos del Pueblo o Pimiento, que dan testimonio de su compromiso visceral con el Chile profundo y con el gobierno de Salvador Allende.
Contrario a lo que pensaban los militares que trataron de silenciarlo llenándole el cuerpo de balas, Víctor Jara ha cobrado categoría de mito a través del tiempo y su legado sigue marcando definitivamente el trabajo de los trovadores que apelan a su conciencia para exponer la verdad sin cortapisas y relatar la realidad palpable de los pueblos, aunque, todo sea dicho, la música del juglar chileno apenas se promueve en estos tiempos de desplazamientos culturales y ha quedado reducida a radios alternativas y a la plataforma de programas que mantienen en pie la memoria histórica de América Latina.
Es cierto que las épocas y los tiempos han cambiado, pero, sin embargo, la dimensión reveladora de la obra del autor de Te recuerdo Amanda conserva aún la luz de sus primeros días, porque, como asegura su “Manifiesto”,( y de esto hay que tomar nota) canto que ha sido valiente, siempre será canción nueva”.












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ronel dijo:
1
24 de noviembre de 2014
09:29:55
jose francisco.lemos D dijo:
2
24 de noviembre de 2014
14:17:47
carlos agustin gonzalez gonzalez dijo:
3
24 de noviembre de 2014
19:52:41
Hugo Rodríguez Vilela dijo:
4
24 de noviembre de 2014
19:54:01
Rogelio Rodriguez dijo:
5
25 de noviembre de 2014
10:52:12
jose vergel garrido dijo:
6
25 de noviembre de 2014
17:14:13
juan araya dijo:
7
25 de noviembre de 2014
21:57:04
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