
Susana Baca no quiere irse del teatro. Sale al escenario, baila como si flotara al compás de sus canciones, canta con una voz que emana una gran sensación de libertad y se pierde tras bambalinas para dejar por su cuenta a los músicos que la acompañan con una extraordinaria sesión de jazz. Pero Susana regresa, siempre regresa y extiende las letras de sus canciones como si tratara de borrar el tiempo y convertir el concierto en una noche interminable.
Al final, su presentación en la sala Covarrubias del teatro Nacional duró casi dos horas, en las que la cantante, compositora e investigadora peruana se plantó fuerte en escena para llevar al público a un viaje hacia el pasado, hacia el presente y hacia el futuro de las raíces más profundas de la identidad latinoamericana, con canciones en las que se puede llegar a escuchar el sonido de la música secreta de América Latina.
No hay ningún punto de quiebre en la presentación de Susana Baca. La cantante, de 70 años, derrocha energía sobre el escenario, se comunica a ratos con los espectadores con una voz íntima, que parece que estuviera confesando al público un secreto inconfensable y despliega el mestizaje de temas que son testimonios vivos de las tradiciones afroandinas, de las leyendas de los pueblos latinoamericanos y de la resistencia de las minorías, cuyas voces y rostros se asoman con naturalidad en la prodigiosa voz de Susana Baca.
Es cierto que en los medios de difusión locales no se ha divulgado la obra de esta figura cimera de la canción internacional, como sucede lamentablemente con la mayoría de las grandes figuras que ha dado la canción latinoamericana, pero, no obstante, la cantante logró el lleno en la sala donde los espectadores encontraron a una artista que ha sabido descifrar el rompecabezas de la identidad latinoamericana con un mundo poético que hace mucho tiempo dejó de ser solo suyo. Es decir, ha encarado como una filosofía de vida al darle lustre a las tradiciones de este continente sin otro propósito que mostrar en su real dimensión, un universo cultural que no sucumbe a los intereses de las grandes industrias del espectáculo y hacer justicia a las manifestaciones artísticas y sonoras que han sostenido la vida de muchos pueblos originarios del continente.
Desde el principio, sostenida por los extraordinarios músicos del grupo Perú Jazz, la cantante puso en claro su compromiso con la música tradicional y el folclore con títulos como Palomita Ingrata, Negra presuntuosa, Toro mata, y una digna versión de La Reina de África, un tema del cantautor español Javier Rubial que lo colocó entre los principales de su repertorio cubano. Quizá muchos no lo conocían, pero cuando sonó el clásico María Lando, el cual dio a conocer mundialmente a la peruana como una de las más exquisitas exponentes de la world music, quedaron en evidencia todas las búsquedas sonoras y reclamos sociales que, aunque no se mencionen, existen en su obra. María Lando, dedicado a “todas las mujeres trabajadoras del mundo”, toma como punto de partida la vida de una humilde trabajadora para convertirse en un testimonio sobre el despojo de los derechos laborales al que están sometidas muchas mujeres en el planeta.
La canción volvió a arrancar los aplausos del público, que se incrementaron cuando la peruana invitó al escenario a su “querida amiga” Argelia Fragoso para interpretar el legendario tema de la trova tradicional cubana Pensamiento, otro de los momentos que puso en claro que la obra de Susana Baca es un viaje de ida y vuelta por las genuinas tradiciones culturales de América Latina.












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teo dijo:
1
22 de octubre de 2014
18:48:30
Cecilia dijo:
2
23 de octubre de 2014
19:21:07
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