ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Ramones. Foto: Roberta Bayley

Es el 16 de agosto de 1974. Una intratable pandilla de jóvenes melenudos, delgados y casi deshechos  trepan al escenario del mítico club neoyorkino CBGB. Con la desgarbada naturalidad de quien no tiene na­da que perder, comienzan a es­cupir canciones con un sonido áspero, salvaje y ex­tremadamente rápido que al principio solo podían descifrar ellos mismos.

El  concierto fue un desastre que duró apenas 25 minutos. Tocaban mal los instrumentos, paraban en casi todos los temas, y los miembros de la alineación, para comunicarse, lanzaban alaridos en­tre sí. Pero el propietario del club percibió “algo” en la banda que la diferenciaba de todos los grupos exis­tentes hasta el momento. “No le van a gustar a na­die, pero los espero de vuelta”, dijo, Hilly Kystal a los Ra­mo­nes antes de programarlos du­rante 17 actuaciones más. La decisión permitió que es­tos cuatro ti­pos ceñidos en camisas negras de cue­ro que cantaban sobre los sórdidos ambientes de Nue­va York dieran los primeros pa­sos para impulsar la revolución punk que revolucionaría el rock and roll.

El sonido furioso y rompedor de los Ramones era como una bomba de tiempo. Sus canciones apenas du­raban dos minutos y funcionaban como un retrato bastante fiel de la decadencia social y las bajas pa­siones humanas. Fundada por John William Cum­mings, Jeffrey Ross Hy­man, Tho­mas Erdelyi y Douglas Glenn Colvin, la banda conoció las primeras luces de la popularidad  en un festival en el propio club CBGB en 1975 don­de compartieron cartel con Talking Heads y Blondie, entre otros. A partir de ahí su nombre cru­zó el Atlán­tico para influir radicalmente a alineaciones como Sex Pis­tol y The Clash, que le dieron una nueva vuel­ta de tuerca a ese estilo crudo y salvaje que era el punk rock.

En 1975 los integrantes de los Ra­mones, rebautizados como Johnny, Joey, Tommy y Dee Dee Ra­mones eran los nuevos héroes del underground. Su música era bastante simple. Lo de estos punkies callejeros era expresar sus deseos de la manera más primitiva posible. Su primer ál­bum descolocó a una parte de la crítica y atrajo los primeros fans para la causa Ramones en el circuito un­der­gro­un­d. Grabado con el mis­mo nom­bre de la banda, contiene algunos de sus temas más famosos co­mo Blitzkrieg bop, Judy is a punk y I wanna be your boyfriend.

Con todo y sus títulos de pioneros del punk los Ramones se quedaron fuera de la fiesta. Lo cierto es que los Sex Pistols, tras sus provocadoras de­claraciones en un programa estelar de la televisión británica, fueron tomados después como el emblema del punk, un movimiento contracultural asumido por los jóvenes de la década del setenta como una vía  para demostrar su frustración ante la hipocresía del orden imperante. En la primera ola de esta corriente aparecieron bandas como The Clash, The Damned o The Buzz­cocks, que hi­cieron suyas tendencias políticas como el anarquismo, el nihilismo y el so­cialismo. Con la explosión del punk en Inglaterra, los Ramones fueron ninguneados y sus canciones nunca llegaron a escalar a las listas de éxito.

En el 2002 se hizo justicia con la banda, desintegrada en 1996, cuando fue  incluida en el Salón de la Fama del Rock and Roll, y más tarde su álbum debut, fue certificado como disco de oro. Los cuatro integrantes originales de los Ramones ya murieron, pero sin el legado de este gru­po no habrían existido varios de los monstruos del rock que todavía hoy campean por su respeto.

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