La música se expande desde las cabinas del dj. El público, resuelto a vivir la noche como una fiesta sin límites, baila como puede al ritmo de espirales de sonido hipnótico y tribal. Los juegos de luces burbujeantes y psicodélicas acompañan los arrebatos de techno y house, entre otras sustancias sonoras que abren las puertas a un mundo desconocido donde lo único que importa es dejarse arrastrar por la celebración del ritmo y donde el dj ejerce, sin duda, como el amo del universo.
Es la jornada final del Festival Proelectrónica que alcanzó el “lleno” en la noche de este sábado en el Salón Rosado de la Tropical donde una selección de djs y productores se parapetó detrás de las máquinas para tratar de llevar a los ravers (habituales de las fiestas dance) hacia el paraíso de las pistas de baile y calmar la sed de los jóvenes por sentir en sus propias carnes el seductor sonido de la modernidad.
Es una obviedad decir a estas alturas que cualquier ciudad cosmopolita que se precie de serlo necesita un festival de música electrónica. Ahí están, por ejemplo, los casos de Creamfields de Buenos Aires, Sónar de Barcelona, Tomorrowland en la ciudad belga de Boom, Sensation en Nueva York o Summerland en Cartagena de Indias, Colombia. Se trata de festivales que le toman la temperatura a miles de jóvenes con fuertes dosis de inquietud por disfrutar de un nuevo sonido, de un nuevo estilo, de “algo” que los identifique como protagonistas de un siglo que corre a velocidad de vértigo, con transformaciones tecnológicas que bien incorporadas pueden dar un significativo aporte a la cultura, a la música, y a la evolución de cualquier sociedad.
Es cierto que todavía La Habana no está regida completamente por el calificativo de cosmopolita, pero el espíritu de esta ciudad también reclama su derecho de volver a organizar un festival que la conecte con los sonidos de las grandes capitales. Más cuando la música electrónica ha sorteado algunas de las barreras históricas que la relegaron a la clandestinidad de algunos clubes (de eso saben muy bien djs como Eddy GT o Djoy de Cuba) para subir desde el underground hasta colocarse en los primeros puestos del interés de los jóvenes.
Organizado por la institución cultural PM Records, Proelectrónica ha recuperado los indudables precedentes de las celebraciones de la música electrónica en la Isla para instalarse como el principal festival cubano del mundo de las remezclas y los ecos y ruídos de la jungla urbana. Los organizadores, por fortuna, han sido muy amplios de miras para interpretar esta ciencia rítmica no solo como un fenómeno orientado hacia la galaxia lúdica de las pistas de baile, sino también como una propuesta que puede dar a luz auténticas obras de arte. De hecho una de las principales ganancias de este Festival fue, como en ediciones anteriores, dividir el cartel sonoro en dos fechas: la primera, en el Torreón de la Chorrera donde los djs mostraron su talante como investigadores para darle lustre a las vertientes más experimentales y atmosféricas de este estilo (léase chill out, minimal, deep house, entre muchas más); la segunda, en El Salón Rosado, albergó las vertientes más bailables de este género que todavía se vive como una nueva revolución musical, todo en dos noches que dieron refugio al club más selecto de los djs de todo el país.
Nada más aterrizar en la última jornada del Festival los djs supieron que el público estaba dispuesto a unir la noche con el día. Así que tomaron sus atributos y comenzaron a oficiar como gurús de esta trepidante fiesta en la que miles de jóvenes bailaron sin respiro durante más de seis horas. Pero la mayoría de los djs no hicieron concesiones para darle calor a los cuerpos que se movían como si estuvieran sobre brasas ardientes. Incluso hubo algunos que se atrevieron a “pinchar” en medio de la madrugada temas de Silvio Rodríguez y Pablo Milanés arropados con texturas electrónicas, para mostrar parte de la herencia musical cubana.
Y digo se atrevieron porque cualquiera sabe lo que puede provocar este “sacrilegio musical” ante una juventud que en alguna medida se olvida de sus clásicos. En cualquier caso, el acto de arrojo creativo de Djoy de Cuba alcanzó altas notas. También protagonizaron sus pequeñas explosiones djs como Kike Wolf, Lyda Cao, el grupo I.A, David Casas y Diemen Duff cuyos sets estuvieron entre los más calientes de un Festival que acaba de demostrar que tiene varios puntos a favor para instalar a La Habana, de una vez, en el calendario internacional de la electrónica. Ahora hace falta que los djs continúen transitando el camino de dotarse de señas de identidad propias que los diferencien de las miles de criaturas que pueblan el cambiante planeta de las vanguardias musicales.
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DJ Milano dijo:
1
21 de julio de 2014
08:54:02
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