
Este 22 de junio concluyó la jornada de celebraciones por los 50 años del Odin Teatret. El grupo multinacional asentado en Holstebro, Dinamarca, poco tiempo después de su fundación, le regaló a su pequeña ciudad otra edición de la Festuge, el festival que ellos mismos crearon cinco lustros atrás. Muy especial la de este 2014 porque fue el vórtice del medio siglo de cumpleaños de la agrupación liderada por Eugenio Barba.
La pequeña ciudad y otros pueblecitos de sus alrededores, despertaron en esos días al ritmo de decenas de actividades que aprovechaban las propias fuerzas de las comunidades en función de exposiciones de todas las manifestaciones artísticas, conducidas de la mano del teatro. A veces en combinación con formaciones que llegaron para la fiesta desde los cuatro puntos cardinales. Desde Bali, India, Kenia, Salvador de Bahía, en Brasil, Italia, más decenas de teatristas y estudiosos, amistades de todos los confines del planeta. Ello se explica con toda naturalidad porque el Odin es el núcleo duro de un planeta de la amistad, el intercambio profesional más riguroso y la generosidad sin límites. Un cartel, en el viejo centro de la ciudad coronó esa perspectiva: “Holstebro da la bienvenida al pueblo secreto del Odin Teatret”.
El clímax de esos intercambios ocurrió en la primera estación de Midiendo el tiempo, el espectáculo en tres movimientos ofrecido por el Odin a su medio millar de invitados y miles de habitantes de Holstebro en un céntrico parque de la ciudad. Con la vista en el futuro y denominado Si el grano no muere, Eugenio Barba ensambló los aportes de cada conjunto artístico en un gran espectáculo que se disfrutó hasta el delirio dada la confluencia de diversos lenguajes escénicos de distintas partes del mundo y la correspondencia con las proyecciones del Odin Teatret, una y otra brújulas del colectivo durante medio siglo. Luego el pasado resurgió en Claro enigma. Y el presente, de modo festivo, en El secreto de Alejandro.
Cincuenta años constituyen una vida larguísima en el ámbito teatral. Suelen ser los edificios o, como mucho, las instituciones quienes cumplen unos años simbólicos. Es rarísimo, sin embargo, que un grupo cumpla tal edad en vida activa. Al frente su fundador y guía, Eugenio Barba. Junto a él, fundadores o casi, más una pléyade de actrices, actores y colaboradores que conforman el ensamble desde hace mucho tiempo y que, por ejemplo, realizan a la par La vida crónica, su más reciente estreno en conjunto.
La hoy conocida Holstebro está a más de 300 kilómetros de Copenhague, la capital de Dinamarca. En 1966, cuando el grupo se asentó allí, el peligro de aislamiento y auto aniquilación eran enormes. Pero el Odin supo romperlos con una intensa actividad artística, con la creación de puentes hacia disímiles experiencias teatrales en todo el mundo y con el fuerte anclaje de relación con el pueblo que le brindó riesgoso abrigo.
Esa perspectiva de relación universal, y en particular con nuestro país, fue saludada por Julián González Toledo en misiva remitida a Eugenio Barba. En ella, al tiempo que los felicita, señala el ministro de Cultura cubano:
“Los amplios y diversos círculos de afectos por ustedes cultivados dentro del movimiento teatral cubano, les agradecen su larga y generosa colaboración con Cuba. Y admiran su extenso y fructífero camino, referencia insoslayable para la escena mundial”.
Como un símbolo de ese fuerte nexo entre Cuba y el Odin Teatret, el actor Kai Bredholt, montado a caballo, abrió el mencionado Si el grano no muere con la declamación, en español y danés, de varias estrofas de los Versos Sencillos, de José Martí.










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Leonardo Buenaventura dijo:
1
30 de junio de 2014
09:28:41
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