La pasada semana bajó de la montaña la Cruzada Teatral Guantánamo-Baracoa. A las puertas de sus 25 ediciones, todo es memoria viva en el evento protagonizado por el movimiento teatral guantanamero desde 1991.
Como siempre, la expedición había sido despedida en la capital provincial el 28 de enero, en medio del jolgorio infantil por la celebración del natalicio del Apóstol. De acendrada y practicante estirpe martiana, este año se reforzó esa vocación con la dedicatoria a los 145 años de la edición príncipe de Abdala, el poema dramático de Martí que sirvió para trazar una ruta de diálogo con niños y adolescentes a lo largo del recorrido, así como conversar con profesores y estudiantes de la Universidad de Guantánamo. Y con promotores e instructores de arte de distintas manifestaciones en Jamaica, ahora cabecera municipal de Manuel Tames.
Itinerario de descubrimientos y amplia repercusión entre las fuerzas vivas de los municipios de Tames, Yateras, San Antonio del Sur, Imías, Maisí y Baracoa, La Cruzada se convierte en un sendero, bien afincado en tierra, de interacción social. Como pude palpar, por ejemplo, en La Clotilde, a escasa distancia de Jamaica, con sus necesidades, algunas elementales y de fácil solución, “reveladas” y atendidas por el proyecto Decidamos juntos, guiado por Laisy González Griñón.
Al reencontrar otra vez a su público entre los sitios más recónditos del extremo oriental de Cuba, el Guiñol y el Dramático de Guantánamo, Teatro Ríos, La Barca, entre otras agrupaciones de allí, no solo entregan su arte y sus saberes, sino que contribuyen a un intercambio intergeneracional muy concreto entre sus integrantes, una especie de pedagogía del camino: artesanal, profesional, social, política y ética. El oxígeno aportado en el último lustro por los nuevos rostros de actrices y actores recién graduados, tiene su mejor complemento en dicha circunstancia de aprendizaje.
Con su enorme experiencia acumulada, el evento sumó nuevamente a grupos ya habituales como Andante, de Bayamo, u Opsis Teatro, de la Brigada de Instructores José Martí y también a quienes se estrenan y se deslumbran ante la maravilla, esta vez miembros de Teatro D’Dos y El Arca, de La Habana, entre un nutrido grupo de jóvenes críticos y periodistas.
La Cruzada no es obra de un día ni esfuerzo resultante de unos meses. Símbolo actual de Guantánamo, al principiar cada año desanda las montañas del oriente de la Isla con su teatro a cuestas hasta el 3 de marzo. Antes de concluir esta edición, preparaba ya su vigésimo quinto camino en el 2015, a cuya celebración todas las instituciones implicadas debemos contribuir, tal cual han hecho, de manera destacada, las direcciones de Cultura y de la UNEAC en el territorio.
Dichoso el pueblo que, sin olvidar sus ciclópeas tareas del presente, rinde culto vivo y útil a su legado y sale a entregarse hasta a su más lejano espectador, para decir con el Maestro: “Ganado tengo el pan, hágase el verso”.
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