«Aunque había protegido mis pertenencias y estaba consciente de que al menos la cubierta de mi casa iba a volar por causa de los vientos de Melissa, nunca dudé en prestar mi servicio voluntario en el puesto de dirección del municipio de San Luis, porque soy el jefe de Operaciones y Socorro de mi filial», aseguró Osmar Castañeda Ferrar, mientras se unía a otros siete voluntarios de la Cruz Roja Cubana (CRC) que acudieron a la vivienda de Marcela, «otra compañera que resultó damnificada por el evento natural».
«Es que la mayor parte de los miembros de esta tropa somos gente muy humilde, pero que da lo que tiene y más, en este caso nuestra fuerza física, las habilidades que tenemos y el corazón, porque todo voluntario debe ser altruista», manifestó Agustín Batista Rizo, también afectado por Melissa. «Lo supe el jueves, cuando tuve el chance de ir hasta mi casa, porque diligentemente mi mamá fue protegida en la casa de mi sobrina».
Es que los voluntarios «estamos en todas las fases; colaboré, específicamente, en la ubicación de unas 700 personas en lugares seguros. Recuerdo con mucha compasión a la señora Griselia Torres Guzmán, quien estaba convaleciente en su vivienda a causa de una fractura en la cadera, y bajo las aguas pudimos trasladarla hacia el Centro de Protección Municipal», relató, visiblemente conmovida, Marcelina Martínez Clavel. Es la misma Marcela que perdió su techo «pero no la vida, tampoco el empeño para salir adelante y ayudar a otros, como lo hice cuando el huracán Sandy y en otras situaciones de desastre en mis dos décadas de voluntariado».
Cuando Granma intercambiaba con los voluntarios, Alfredo Palomo Fonseca –presidente del RadioClub del territorio–, contactaba con Gregorio Sosa Soria, integrante de la crc y radioaficionado, quien ofreció detalles de lo acontecido en la localidad de La Caoba, en plena Sierra Cristal, «donde cayeron 417 milímetros de agua, provocando grandes deslizamientos de tierra, y dejando incomunicados a sus residentes».
Es que la del 28 fue otra madrugada de octubre «muy tenebrosa para los santiagueros, porque Sandy también fue en ese mes, y sus recuerdos y muertes todavía duelen. Eso motivó mi incorporación como voluntario. Siendo yo padre de nueve niños –ocho de ellos varones–, licenciado en Ciencias de la Cultura Física y el Deporte, y fungiendo como entrenador de taekwondo, me sentiría incompleto si no realizara esta labor. La pregunta de qué es primero, los bienes o salvar vidas, siempre tiene la respuesta afirmativa en función del bien colectivo», expresó Reinier Despaigne Hurtado, cuya vivienda fue derrumbada totalmente por el huracán.
«Nosotros sabemos cuándo comenzamos, pero no cuándo terminan las operaciones, que pueden prolongarse durante días, e incluso semanas. Por eso mi familia fue protegida; el ejemplo empieza por casa y ahora lo que toca es recuperarse porque vida y fuerzas hay», añadió Reinier, al tiempo que recibía la llamada del jefe de la brigada que está desobstruyendo el tramo de la Autopista Nacional que da acceso a la Ciudad Héroe.
Pero Yosvanis Hechavarría La O no ha podido ir a su vivienda: «permanezco en el Centro de Protección Municipal asistiendo a las personas, que llegaron a ser 105, y desconozco el estado de mi vivienda».
En situación de derrumbe también están las moradas de Ariel Kindelán Galindo y Carlos Alejandro Camacho Acosta, un joven sanluisero que siente orgullo de pertenecer a la CRC, «desde los tiempos de la covid-19, pasando el incendio de grandes proporciones de Mayarí, y las grandes inundaciones que el huracán Oscar provocó en la vecina provincia de Guantánamo».
Vilma Sollet Kindelán, ya jubilada, tampoco dudó en apoyar a sus antiguos compañeros, «que siempre serán mi familia, porque nos unen los fuertes lazos de la solidaridad». Junto a ella estaba su hijo Floirán Miguel, que ingresó a la Cruz Roja juvenil a los 18 años, «aunque desde pequeño acompañaba a mi mamá».
En toda la provincia son 4 018 los voluntarios de la CRC que se incorporaron a las acciones de preparación comunitaria en temas de desastre –antes del evento–, la activación de los grupos de operaciones y socorro –durante el evento–, y en todas las tareas recuperativas que indiquen los consejos de defensa.
Y la jornada, que parece no tener fin, continuaba con el equipo cantando las felicidades a Maruchi López Duany, secretaria general de la filial municipal, quien cumplía años de edad «celebrando que, en nuestro país, de escasos recursos y bloqueado, logramos proteger lo más importante, la vida».



















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