
Matanzas.–Por lo visto, nadie está a salvo. Más temprano o más tarde se vive la experiencia de «eso que anda», y que tiene en jaque a esta provincia desde hace ya varios meses.
A los enfermos los delata el caminar. Afincan un pie con dificultad y el otro con ayuda de los santos. No pueden ni con su alma. Los gestos de los agarrados por el virus reflejan, además, varios achaques y dolores corporales.
«Aquí al Hospital Faustino Pérez algunos llegan auxiliados por sus familiares, para poder andar, e incluso en sillas de ruedas», explica Angélica María Pérez, interna de sexto año de Medicina.
«Cada día atendemos en consulta especializada a unas 80 personas, en su mayoría con síntomas de chikungunya. Son los casos más complejos que se identifican en las comunidades.
«Los síntomas principales o más comunes en las distintas fases son dolores articulares, inflamaciones en extremidades superiores e inferiores e impresión de fatiga o cansancio luego de acometer cualquier tarea cotidiana».
Dice la joven María Pérez que, salvo alguna complicación o enfermedad de base, el criterio de ingreso es domiciliario, con la indicación de hacer reposo, ingerir abundante líquido y el uso de paracetamol, así como la recomendación de acudir a la consulta multidisciplinaria para atender las secuelas y ejercitar las articulaciones, con el fin de evitar la inmovilidad.
Julio Ernesto Hernández Sánchez, director de Asistencia Médica en la Dirección Provincial de Salud Pública, sostiene que, para tratar las secuelas del chikungunya, las cuales pueden perdurar en el tiempo por periodos de alrededor de tres meses, se insta al uso de la medicina natural y tradicional.
Asegura que se trata de un elemento de peso para el correcto manejo del dolor y de las afectaciones articulares.
Para otros especialistas, la poliartritis inflamatoria es la secuela a largo plazo más común. No obstante, precisa Hernández Sánchez, hay informes de otros efectos como fatiga crónica, depresión y pérdida de cabello.
El dengue, con alza ligera en los últimos días, sobresale por otros signos de alarma como los vómitos incontenibles, dolor abdominal intenso, la fiebre que no cede con medidas antitérmicas ni con paracetamol o dipirona.
CIERTO TUMBA’O
Casi todos los matanceros tienen una historia con las arbovirosis. No escapa ninguna familia. Es difícil toparse con alguien que no la haya padecido. Cada uno la resume a su manera, eso sí, con un arsenal de calificativos y lamentaciones. Hay quienes, por desconocimiento, aseveran que han enfermado ya en más de una oportunidad.
«Hace un mes que estoy así y todavía me duele todo el cuerpo; estoy molido, como si me hubiera pasado por encima un camión de leña», se queja Ramón, un vecino del barrio. Su esposa Felicia debe ayudarlo a incorporarse de la cama, admite, mientras muestra sus manos todavía algo inflamadas y su inconformidad con el precio del paracetamol.
Su compadre Wilfredo sostiene no saber a ciencia cierta qué enfermedad lo tiene así, pero afirma que 20 días después de los primeros síntomas aún camina con «con cierto tumba’o», y que aún siente dolores en manos y tobillos.
Ante este perturbador y generalizado panorama, las autoridades de la provincia evalúan diariamente la situación epidemiológica y los resultados de la pesquisa activa de síndromes febriles, el saneamiento y la fumigación programada por áreas de Salud, así como la estricta vigilancia de los signos de alarma.
El propósito ante el alza de arbovirosis, según expertos, es eliminar vectores, identificar febriles y perfeccionar la atención a los pacientes para el control epidemiológico.
En este escenario se agradece el aporte de los 35 centros de rehabilitación de la provincia, los cuales incorporaron una consulta para la atención a pacientes con secuelas del chikungunya, así como el refuerzo de varias decenas de bazucas para el tratamiento adulticida en la aspiración de contener la propagación de enfermedades transmitidas por mosquitos.
Yeniffer Morales González, directora del policlínico Milanés, en el municipio cabecera, insiste en la importancia del autofocal y la necesidad de eliminar el riesgo ambiental. Todavía hay mucha insalubridad, dice, aunque admite que la población ha ido adquiriendo mayor conciencia.
«Siempre hay uno o dos reacios, pero la generalidad ve la utilidad de lo que estamos haciendo», valora Tomás Ramos, trabajador que coopera en la tarea de fumigación en el interior de las viviendas.
LA SITUACIÓN DEBE IR MEJORANDO
La epidemia en su crecimiento se ha ralentizado un tanto, pero todavía hay transmisión activa de chikungunya y de dengue. Sí, aumentan los casos aún, pero no al mismo ritmo de antes, expresa Andrés Lamas, director del Centro provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología, uno de los especialistas al frente en el enfrentamiento a las arbovirosis en el territorio.
Lo llamativo, dice, es la presencia confirmada del dengue, enfermedad febril aguda, hemorrágica y que puede llevar a la muerte del paciente. Hacia ahí van hoy los mayores esfuerzos, se incrementan las pesquisas y las demás acciones, con participación de estudiantes de la Facultad de Ciencias Médicas y de trabajadores de los policlínicos, «todos volcados a la calle».
–¿Cómo se explica que las personas se quejen tanto del chikungunya?
–Es una enfermedad con alta morbilidad y que avanza más rápido que el dengue. Además, no había antecedentes en la provincia y, por consiguiente, no existía inmunidad.
«Algo positivo es que, una vez que la padeces, te inmunizas, es decir, como si te vacunaras. Tiene una fase aguda, una subaguda y una crónica, y al pasar de una fase a la otra hay quienes erróneamente creen que volvieron a enfermar o estar en una segunda temporada».
Lamas explica que el chikungunya apareció por el municipio matancero de Perico, a fines del mes de julio. Las muestras realizadas en el ipk lo confirmaron. Luego, se propagó a todos los municipios.
–¿Alguna experiencia novedosa en esta labor de enfrentamiento?
–La creación de brigadas para realizar el tratamiento adulticida a nivel municipal, y no a instancias del policlínico. Eso facilita el uso de las bazukas con mayor efectividad, sobre todo en ciudades como Cárdenas y Matanzas. Permite contar con un mayor número de fuerzas y medios concentradas en un lugar.
«A partir del respaldo del país, debemos incrementar el número de bazukas en la fumigación y, de esa forma, por decisión de la dirección de Salud Pública, y en un rango de seis a nueve días, llegarles a todas las zonas urbanas.
«Otra cosa positiva es que hemos ido ganando en la organización del sistema de trabajo, y eso deja sus frutos. También ayuda mucho la comprensión y apoyo de la gente. Ahora te llaman para que fumigues, cuando antes había quienes se resistían inclusive a abrir la casa. Está además el respaldo de los organismos».
–¿Algún dato o noción de cuántas personas se han enfermado?
–Todavía no hay cálculos precisos, pues no es lo mismo el caso febril que aquellos que están ya en una base de datos. Pero el número debe ser grande, porque ha habido y hay una alta transmisión.
–¿Cuánto han influido los continuos y prolongados apagones y la poca higiene comunal?
–Los cortes eléctricos tienen que ver con las limitaciones en el abasto de agua. Y ese es uno de los problemas esenciales, pues la población se ve precisada a almacenar el vital líquido, y el mosquito no vive en el basurero, sino en los depósitos de agua incorrectamente tapados.
«Hay falta de higiene ambiental, pero junto con la fumigación, insistimos en que el saneamiento sea constante, incluyendo el de los patios y dentro de las viviendas. El entorno decide, porque allí está el reservorio de crecimiento de los mosquitos».
–¿Dónde radica la principal fortaleza en este trabajo?
«En el sistema de Salud que tenemos, con consultorios médicos en todos los barrios, y pese a los tiempos difíciles que corren y las muchas limitaciones, cuando hay una epidemia de esta naturaleza la gente se suma y todo el mundo apoya.
«Gracias a las acciones vectoriales, las labores de saneamiento, una mayor conciencia de la población de su responsabilidad en el autofocal y el ligero descenso de las temperaturas, en fin, por todo lo que se hace y el respaldo del Ministerio de Salud Pública, esta situación debe ir mejorando progresivamente».



















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