ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Debido a los fuertes vientos del huracán Rafael, se derribaron seis torres de la línea Mariel-Pinar del Río, de 220 000 voltios. Foto: José Manuel Correa

Justo donde las líneas de alta tensión deberían estar cruzando la autopista, hay una señal verde que marca el kilómetro 32 de esta carretera, que conecta La Habana con Pinar del Río.

A la señal le pasó poco, apenas se le doblaron las planchas cuadradas de zinc, de forma que hoy parece, más que una señal, un dardo clavado en tierra. En contraste, a un lado y otro pueden verse lo que fueron rígidas torres de 42 metros de altura, jorobadas sobre la tierra como un débil trozo de estaño, tres para acá y tres para acullá.

Los «eléctricos» que el pasado sábado 9 de noviembre andaban trabajando aquí, dicen que tuvo que haber sido «el ojo», pero a Wilder Castro y Zuleidys Acosta, que moran en una pequeña casa a 60 metros de la carretera, de la señal, les parece que no, porque ellos ya vivieron en 2004 lo que era un ojo de huracán, y aquellos minutos de calma engañosa, cuentan, nada tenían que ver con la violencia inacabable de los vientos de Rafael.

El hecho es que las torres, al igual que cuando el Charlie –ahora seis, entonces 18– están por el suelo… y no solo ellas.

La finquita de Wilder y Zuleidys mostró, al amanecer del 7 de noviembre, fecha de revoluciones, la arboleda destrozada: para abajo fueron los aguacates, de raíz lucían arrancadas las chirimoyas, doblados y con hojas quemadas los caimitos, las matas de coco casi todas para el suelo, igual.

El viento «chillaba» tanto que, aseguran, nunca escucharon la caída de las torres, que están cerca. La casa es pequeña, pero fuerte, y las ventanas habían sido tapiadas. Cuando salieron, solo se percataron de que el techo de fibrocem del portal ya no estaba, y que, bueno, la arboleda…

Como aún no hay corriente, se cocina con carbón. «El lío no es cómo, sino qué. Nosotros no somos los que peor estamos, porque tenemos las gallinas y los conejos, y cualquier cosa los iremos matando para comer, porque de hambre uno sí no puede morirse», reflexiona Wilder.

Par de meses tenía el techo del portal y 20 años todo esto acá de no pasar ciclón así, desde el Charlie, cuando el cumpleaños del Comandante, se recuerda.

LAS TORRES

Del otro lado de la carretera está el ingeniero Adalberto Félix Domínguez Gálvez, jefe del Departamento de Líneas en la Empresa de Construcción de la Industria Eléctrica (ecie). Da caminatas inquietas con el teléfono en la mano, y es el responsable de restablecer estas torres. Lo acompaña el ingeniero Ronaldo Carballo Montero, especialista principal de Líneas de la propia institución.

Dice Ronaldo que, con vientos sostenidos a alta velocidad, el conductor (cable) genera una onda mecánica que produce un momento mecánico en las torres mucho mayor que el que pueden soportar por diseño. Una ráfaga de 200 kilómetros por hora (km/h), cuando hay una longitud entre torres de 400 metros, sin duda puede acabar con la estructura. La torre sola, sin conductor, no hay ciclón que la tumbe. Los conductores son los que realmente la tuercen en este caso.

–¿Qué pasó aquí? –insistimos con Adalberto.

–Se derribaron seis torres de la línea Mariel-Pinar del Río, de 220 000 voltios (220 kV). En el momento en que se construyeron estas torres, con tecnología soviética, se diseñaron para resistir  una fuerza del viento de 160 km/h; los huracanes de entonces no solían sobrepasar esa cifra. Rafael pasó con vientos de 180 km/h y rachas superiores a 200. Debido a la presión sobre los conductores, las torres no soportaron.

«En Cuba ya se ha pasado a otra tecnología que no son torres, sino postes de hormigón centrifugado, que ofrecen mayor resistencia a los vientos y quita la posibilidad de que la gente se robe los angulares de las estructuras. Ya no se diseñan proyectos con torres de celosía metálica».

–¿Por qué no cambian estas torres por las de hormigón?

–Estas torres están pensadas desde el diseño de proyecto de construcción de la línea. Para poner esos postes habría que hacer modificaciones de proyecto e, incluso, poner una estructura en el medio de la autopista; una serie de pasos que la premura que tenemos en estos momentos para energizar la línea no nos permitiría cumplir. Estamos pensando en desarrollar otra variante en este tramo de línea, para que no se caiga más sobre la autopista, porque es un peligro.

–¿Qué implicación tienen estas torres para el Sistema Eléctrico Nacional?

–Estas líneas alimentan a la provincia de Pinar del Río, y tienen un circuito «caliente» (energizado) a 220 kV y el otro a 110 kV, aunque se podrían «calentar» los dos a 220 kV.

«Pinar también se alimenta por aquellas líneas de 110 kV que están en paralelo, pero aún no se han electrificado porque el ciclón les causó afectaciones también, aunque menores. Sin embargo, estas líneas de 220 kV de las torres son las que le dan fortaleza y mayor fiabilidad a la energía en Pinar del Río. Ahora mismo allá la corriente que hay es gracias a islas de grupos electrógenos».

–¿Qué se ha hecho concretamente acá desde que pasó el ciclón?

–Retiramos todos los cables que estaban sobre la autopista y la torre que también cayó ahí. Estamos ahora desmantelando el resto de las estructuras para recuperar los angulares que se pueda y entregar a materia prima lo que no tenga arreglo. Hoy (sábado) retiraremos dos torres desde su base, para alistar la construcción de las nuevas. En el suelo tenemos desarmadas las nuevas que sustituirán a las derribadas.

–¿Qué tiempo tardarán en reponer las torres?

–Entre 15 y 18 días. Hay posibilidades de que Pinar se conecte por la 110 kV antes de que nosotros terminemos esta. Hay posibilidades no… ¡tiene que conectarse!

LOS HOMBRES DEL ECIE

Dice Ronaldo que la ecie es la empresa encargada de explotar y dar mantenimiento a las redes de 220 kV en toda Cuba, y que sus linieros trabajan en condiciones muy complejas. Las torres tienen un promedio de altura de 37 metros, algunas como estas llegan a 42, mientras que un poste estándar apenas alcanza los diez metros. Eso significa que los eléctricos de acá trabajan casi cuatro veces a más altura que quienes se desempeñan en las líneas de distribución.

«Están la tensión eléctrica y la tensión mecánica. La tensión mecánica de una línea de transmisión, como estas, no es la misma que la de una línea de distribución: el diámetro del conductor es tres veces mayor, y también hay más distancia entre las estructuras. Por tanto, los esfuerzos físicos de estos trabajadores son extremos».

UN «SERRANITO»

Por cuenta tuya, ahora tenemos que reparar todo esto, le dicen entre risas a Rafael, quien responde que al ciclón le pusieron mal nombre, «porque yo no soy destructor». Rafael Peláez Matos está con una de las brigadas de la ecie, desmantelando las torres, y tiene 67 años.

–¿No se va a jubilar?

–Ya me jubilé, pero me recontrataron como jardinero. Yo soy montador de torres de toda la vida. Ya no escalo, pero abajo soy útil. Me las conozco todas sin planos. Estaba chapeando en unos albergues, pero me llamaron para acá, por mi experiencia.

«Nací en Media Luna, Niquero, en lo que después sería la provincia de Granma. Terminamos la primaria y, cuando aquello, era muy difícil la secundaria. Entonces Celia Sánchez hizo una recogida de todos los de esa edad, de 15 y 16 años, que estábamos sin trabajo y sin estudio, para vincularnos a una escuela taller de oficios. Estuve casi dos años en Güira de Melena. Nos decían los “serranitos”.

«Mi “puro” tenía nueve hijos y no podía atendernos a todos. Eso fue una manera de yo salir al paso, hacia delante, y era también una boca menos que mantener. Mi papá trabajaba en el campo y mi mamá era cocinera de un comedor obrero.

«Cuando se fundó en el 75, el ecie nos captó a unos cuantos. Ahí empezamos a trabajar en las brigadas de montaje de estas torres, y nos hicimos especialistas. De ahí pa’ acá, todas estas líneas, de Occidente hasta Moa, las hemos hecho nosotros.

«Montador “serranito” en activo soy yo nada más. Ya todo el mundo se ha jubilado y no ha vuelto.

«La familia ya estaba adaptándose a que yo estuviera en la casa, pero me citaron para esta contingencia y no pude negarme, porque es lo que me gusta a mí. Mientras me sienta útil, yo no puedo estar en mi casa como un camaján. Me jubilé y al mes siguiente me recontraté, yo no puedo estar en la casa sin hacer nada, me muero...».

COMENTAR
  • Mostrar respeto a los criterios en sus comentarios.

  • No ofender, ni usar frases vulgares y/o palabras obscenas.

  • Nos reservaremos el derecho de moderar aquellos comentarios que no cumplan con las reglas de uso.