ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Llegó a la carrera casi por casualidad, pero comenzaría a enamorarse de ella; hoy no se concibe haciendo otra cosa. Foto: Jaliosky Ajete Rabeiro

Pinar del Río.–Dicen que en San Luis no existe una sola persona que no haya pasado por sus manos; que su casa, en ocasiones, parece un cuerpo de guardia; que es el médico de cabecera de muchísima gente y la confianza cuando se trata de un caso complicado.

Dicen, además, que en 40 años de profesión le han llovido las ofertas para irse a trabajar a los hospitales de la capital provincial, pero que él jamás ha querido abandonar el pueblito en el que nació. «Aquí también soy útil», ha respondido siempre.

Por eso, la gente lo admira y lo venera, de una manera que recuerda una expresión muy común en esta parte de Cuba. «Dios en el cielo, y Padilla en la Tierra».

El doctor Alejandro Padilla Concepción, sin embargo, confiesa que su pasión por la Medicina no surgió a primera vista y que, de adolescente, quería ser arquitecto o ingeniero civil.

Llegó a la carrera casi por casualidad, pero comenzaría a enamorarse de ella, al punto de que en la actualidad, no se concibe haciendo otra cosa.

Tras haber recibido el título de Héroe del Trabajo de la República de Cuba, asegura que nada ha cambiado en su rutina diaria.

«Es un reconocimiento muy grande que ahora uno tiene que seguir honrando», dice.

Recién graduado, cumplió misión internacionalista en Nicaragua, entre 1985 y 1987.

Luego de 27 meses de labor en la nación centroamericana, volvió a Pinar del Río para cursar la especialidad de Medicina Interna en el hospital Abel Santamaría Cuadrado.

Todo indicaba que su carrera profesional continuaría allí, en la mayor y más importante institución de salud de Vueltabajo.

Para sorpresa de sus profesores, Padilla decidiría regresar a San Luis y consagrarse a la atención de la población de su municipio.

Desde entonces, sus días transcurren entre la docencia y la labor asistencial en el servicio de hospitalización de ese territorio, el policlínico Epifanio Rojas Gil y 18 consultorios médicos.

En todos, insiste en la importancia de examinar cuidadosamente al paciente, mediante la aplicación del método clínico, una práctica que ha distinguido históricamente a los galenos cubanos, y que la inmensa mayoría de las veces ayuda a llegar a un criterio acertado.

«Con mis alumnos hago mucho hincapié en eso, porque más del 85 % de los diagnósticos se logra así, cuando usted se sienta con la persona, la deja hablar, la investiga bien y después la examina, la toca, la revisa.

«Siempre les digo que las enfermedades se encuentran buscándolas, y que el médico que más examina, es el que más diagnósticos va a tener».

En cuatro décadas de labor acumula vivencias de todo tipo. Una vez, bajo el embate de un ciclón, recuerda que le tocó salir en un tractor a atender a un paciente infartado, en una zona que se incomunicó, y evacuarlo acostado sobre la cama de un camión, tapándolo con sombrillas, hasta el poblado de Santa María, y de allí hasta el servicio de urgencias del policlínico del pueblo. «Tuvimos que pasar hasta un río crecido, pero gracias a eso lo salvamos».

Otro de los hechos que no ha podido olvidar fue un accidente masivo del tren, que puso en tensión a todo el sistema de Salud en San Luis.

«Hubo que atender una cantidad enorme de heridos. Fue una jornada intensa, pero cuando vimos el resultado, que se logró remitir a todos los pacientes, que se salvó todo el mundo, también la consideramos una experiencia bonita».

Es de los que cree que un buen médico nunca termina de estudiar.

«En mi mesita de noche hay tres o cuatro libros y antes de dormir siempre leo algo, para prepararme, porque al día siguiente tengo que impartir una conferencia a mis alumnos, o una clase taller, o un seminario.

«En esta profesión, hay que estudiar diariamente, no solo sobre las nuevas enfermedades que aparecen, sino también sobre las que ya uno conoce, para que no se le olviden».

La grandeza del doctor Padilla, sin embargo, no solo está en su talento y en su dedicación como médico.

Hombre extremadamente sencillo, una vez fue reconocido por la Dirección Provincial de Transporte, por la cantidad de pasajeros recogidos en su auto particular en los puntos de embarque de la provincia.

«Es algo que continúo haciendo hasta hoy, sin cobrar un centavo. No puedo pasar por una parada, ver personal, saber que voy en su misma dirección y seguir de largo sin detenerme».

Luego de recibir múltiples condecoraciones en su vida, Padilla recibió, la víspera del 1ro. de mayo pasado, el título de Héroe del Trabajo la República de Cuba.

Cuenta que significó un estímulo muy grande, que todavía lo emociona; pero que más que a él, le pertenece a su familia, esa que lo acompaña y lo inspira, y que ha asegurado durante todos estos años la retaguardia en el hogar.

Cuando le preguntan cómo llegó a este reconocimiento, siempre responde de la misma manera: «Trabajando mañana, tarde y noche».

A sus 65 años afirma que nada ha cambiado en su vida desde que recibiera en el pecho la estrellita dorada de Héroe y, con la misma dedicación de siempre, sigue atendiendo a los pacientes que acuden a verlo a la sala de hospitalización de San Luis, al policlínico, a los consultorios, y hasta a su casa.

«Nunca le digo que no a un enfermo, a la hora que sea, porque uno no sabe lo que tiene, y esperar al día siguiente puede ser demasiado tarde».

Enamorado de su profesión, asegura que no hay nada más reconfortante que ver a una persona que llega a sus manos sintiéndose mal -a veces en estado grave-, recuperar la salud y agradecerle.

«Para mí no hay cosa que se le compare, otro estimulo, otra emoción igual. En ese momento uno siente la alegría más grande del mundo».

COMENTAR
  • Mostrar respeto a los criterios en sus comentarios.

  • No ofender, ni usar frases vulgares y/o palabras obscenas.

  • Nos reservaremos el derecho de moderar aquellos comentarios que no cumplan con las reglas de uso.

Daisy T. Rivero Leon dijo:

1

3 de julio de 2025

03:26:46


Esa es la actitud del verdadero médico cubano. Siento mucho orgullo cuando alguien extranjeros te comenta esa manera de atender los pacientes. Así no lo hacen en otros lugares que a veces ni a la cara te miran