Mineros que se adentran en la tierra, constructores, electricistas, bomberos, médicos..., son muchos los oficios en los que las personas, cada día, se exponen al riesgo. Las formas y las condiciones en que se ejecute la labor determinan la peligrosidad y, también, el necesario nivel de protección.
Bajo esa premisa, no es lo mismo lo que necesita quien se sumerge en depósitos, túneles y otros lugares confinados, que los dedicados a la construcción y reparación de tanques elevados, o a procesos tecnológicos con fuentes propensas a producir incendios o explosiones.
Durante las dos horas que estuvo tirado entre los escombros, debido a la colisión de uno de los tanques de la Base de Supertanqueros, en Matanzas, en el año 2022, el teniente coronel Alexander Santillano Desait, jefe del Comando 1 del Cuerpo de Bomberos en La Habana Vieja, solo pensó en su familia.
«La niña me vino a la mente, logré levantarme y salir caminando por mi cuenta», recuerda de ese instante de peligro.
Un bombero no sale al campo sin protección, y eso puede decidir, no pocas veces, si se cruza la frontera de la vida. «Por lo general, siempre se hace un estudio de las condiciones en las que se van a realizar las labores, para tener o implementar medidas que atenúen esa peligrosidad», comentó a Granma el coronel Daniel Chávez Fujishiro, segundo jefe del Cuerpo de Bomberos de Cuba.
En la Empresa de Gases Industriales y Medicinales, los desafíos son diferentes. Los operadores desempeñan una función crucial al llenar los cilindros que se utilizan en hospitales e industrias, siempre con la seguridad como bandera, porque si falla algo…, todo explota.
«El llenado no es difícil, pero es muy riesgoso», comenta el obrero Lázaro Lorenzo Rodríguez León; sin embargo, el peligro es evidente, ya que los cilindros se abastecen a una alta presión.
«Cuando reposa, alcanza 150 gramos (g) de presión, lo suficiente como para matar a un grupo de personas», explica Rodríguez León.
Es evidente que allí se trabaja con cuidado, pues no se ha reportado ningún accidente grave desde 2006. Entre los medios de protección que más emplean se encuentran guantes, overoles, botas, cascos y orejeras.
Bomberos y especialistas en Gases Industriales, por la peligrosidad de su oficio, suelen contar con los equipos de protección personal necesarios para sus funciones, pero no pasa lo mismo en todas las áreas de trabajo.
Entrevistados para este reportaje, especialistas de una empresa del Mariel y algunas del sector privado nos confirmaron que uno de los grandes desafíos para el sector laboral cubano es la deficiente cantidad y calidad de implementos de protección producidos en la Isla o importados, lo que enciende señales de alerta para el creciente sector empresarial del país.
Ahora mismo, en la Mayor de las Antillas coexisten más de 11 140 actores económicos; de ellos 10 857 son micro, pequeñas y medianas empresas privadas y 212 estatales; en tanto, poco más de 70 son cooperativas.
La mayoría están concentrados en el sector de la producción de alimentos, los servicios, el transporte y la construcción, lo que significa que necesitan de defensas básicas para los pulmones; la cabeza y los pies (por la caída de objetos), los ojos (por la presencia de partículas aéreas o por salpicaduras de líquidos corrosivos), la piel (por contacto con materiales corrosivos) y el cuerpo (por exposición a temperaturas de calor o frío).
«Es difícil encontrar botas buenas en el territorio nacional, por lo que hay que importarlas, y a pesar de que hay muchos artesanos por cuenta propia que las fabrican, algunas no están certificadas, mientras otras no tienen la calidad requerida, y a los tres meses se rompen», refiere una de las fuentes consultadas, que prefirió el anonimato.
EL TALÓN DE AQUILES DE LA SEGURIDAD LABORAL
Cualquier limitación con la calidad o existencia de los medios de protección puede aumentar la exposición de los trabajadores al peligro.
Conociendo esto, ¿por qué no se fabrican más dentro del país?
En opinión de productores en varias provincias del país, visitados por especialistas del Ministerio de Trabajo, entre los factores que más atentan contra lo que podría ser una gran oportunidad de mercado se encuentra la falta de insumos, los elevados precios de la materia prima nacional de calidad, y la ausencia de un mercado mayorista para la adquisición de recursos que respalden los niveles de producción.
Refieren, también, trabas en el encadenamiento productivo, el sistema tributario, el otorgamiento de créditos bancarios, el comercio electrónico y la inserción internacional.
Incide, igualmente, el lento proceso de contratación con las entidades y las dificultades para adquirir la divisa en los bancos al cambio establecido, a lo que se suma el impacto a las producciones que ha significado el déficit de combustible y de energía eléctrica.
«En ocasiones, algunos clientes finales se han quejado, por la falta de calidad de los equipos de protección personal de los trabajadores, evidenciando que algunos proveedores, con el objetivo de lograr precios más competitivos, adquieren productos y materiales de inferior calidad». Así lo afirma, desde el Centro de Registro y Aprobación de los equipos de protección personal (CCEPP), en el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), su jefa Valia Carbó Vázquez.
Con la precisión que amerita un asunto tan delicado, señala que este tipo de práctica afecta la durabilidad de los equipos, por lo que se aconseja que cuando la certificación aportada no tiene la fiabilidad necesaria, se cuente con resultados de ensayo que permitan la evaluación de esos medios.
La institución, existente desde 2001, evalúa, registra y aprueba los equipos de protección personal, tanto de importación como de producción nacional que se vayan a comercializar en el país para uso de los trabajadores, con el fin de garantizar que los mismos cumplan con las cualidades protectoras requeridas en cada caso.
En 2022 se amplió su alcance, hasta entonces restringido a los importadores, comercializadores y productores nacionales estatales, para incluir también a los nuevos actores económicos, para los que resulta una obligatoriedad, desde 2023, obtener esta certificación si desean vender sus producciones con fines de seguridad laboral.
Unos 500 modelos o referencias de equipos de protección son aprobados en el CCEPP, como promedio anual, aunque entre los años 2019 y 2021 decrecieron las solicitudes, debido a las afectaciones económicas a nivel mundial, explicó Carbó Vázquez, en referencia a la crisis agravada por la COVID-19.
Tradicionalmente, los equipos que más se presentan son para las extremidades superiores, inferiores y las vías respiratorias; aunque con la pandemia se incrementó la aprobación de vestuario de protección biológica, dice.
Las aprobaciones se realizan a partir de pruebas documentales, lo que ha obligado a que un número importante de equipos (calzado de seguridad con casquillo, arneses contra caídas y botas de materiales sintéticos) haya sido rechazado por no existir posibilidad de certificar su calidad protectora por parte de los laboratorios cubanos.
Este otro problema «no solo limita el desarrollo de la producción nacional de estos medios, sino que ha motivado el rechazo a equipos de importación, que no cuentan con certificación de laboratorios acreditados en el exterior, y que pudieran representar una alternativa para el país», explica.
«En Cuba no hay un laboratorio integral que haga todas las pruebas que requiere un equipo para que cumpla con las características protectoras para el cual fue diseñado. Como una alternativa, los productores nacionales pueden llevar sus muestras al Centro de Investigaciones y Desarrollo de la Industria Ligera (Cidil), pero solo hacen pruebas a algunos materiales, fundamentalmente talabartería, hilo, costura, pvc, etc.», añade Carbó Vázquez.
Una opción para los productores podría ser solicitar la certificación a laboratorios de países cercanos a Cuba, lo que les salvaría de verse imposibilitados de fabricarlos, luego de haber adquirido la materia prima, las maquinarias y los moldes necesarios; sin embargo, ese proceso implica mayores gastos de tiempo y dinero, que no todos pueden sufragar.
Para otros tipos de equipos de protección, sí hay laboratorios en la Isla que prestan sus servicios.
A finales de 2023, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) calculó que alrededor de 3 000 000 de personas habían fallecido por accidentes y enfermedades relacionadas con el trabajo en el mundo, en tanto otros 395 000 000 de trabajadores sufrieron lesiones laborales no mortales.
En Cuba, si bien los índices de accidentes mortales de trabajo no son elevados, la evaluación del riesgo es fundamental para prevenirlos.
Como parte de esta valoración probabilística, que incluye la estimación de las consecuencias para la salud del trabajador en caso de que un suceso amenazante se materialice, es importante reconocer como un riesgo, incluso, la mala calidad de un equipo de protección, lo que sirve para anticiparse a la situación y tomar conciencia de los peligros en el entorno laboral.
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CubaSi dijo:
1
10 de agosto de 2024
15:54:13
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