ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
La brigada comandada por Jayrudel atiende en La Habana 32 circuitos de 33 000 voltios. Foto: Angulo Leiva, Jorge Ernesto

La verdad solo triunfa acompañada de pasión. Ese desbordamiento fluye en la voz de Jayrudel Fuentes Sosa, al frente, desde 2013, de una brigada de la unidad empresarial de base Líneas aéreas, de la Empresa Eléctrica de La Habana.

Dedicado a una labor que exige alto nivel de seguridad, completó el curso de liniero en 2003, y pocos meses más tarde, como bautismo de fuego –más bien de lluvia, relámpagos y viento–, trabajó en la recuperación tras los embates del huracán Charlie durante 58 jornadas, en el actual territorio de Artemisa.

Según la jefa de operaciones de la Organización Básica Eléctrica del municipio capitalino del Cotorro, ese reto probaría su preparación, y sobrecumplió. Luego recibió otro adiestramiento para el manejo de cables energizados de 110 000 Volt, y participó en la Revolución Energética, como parte del Departamento Adjunto de Proyectos.

«Entonces nos encargamos, en la ciudad, del cambio de las conductoras de 4 000 v, peligrosas, porque continúan calientes cuando caen al suelo. Convertimos casi la totalidad de ellas en Arroyo Naranjo, así como en lugares de Guanabacoa, Boyeros, Regla y el Cerro.

«En la respuesta ante fenómenos meteorológicos extremos, visitamos muchas provincias por primera vez, pero solo para observar su cara más fea. Nunca cuento los ciclones: lejos de un número o un récord, constituyen una suma de vivencias.  

«Como padre de dos hijos, me hiere profundamente el desconsuelo de los niños en las catástrofes; por eso, aunque nuestro horario termina a las cuatro de la tarde, exigimos a los superiores extendernos. Cuando restableces la corriente y contemplas la alegría de los habitantes, para quienes representas una esperanza, te percatas de tu importancia. Tras marcharte, puedes volver, porque allí dejas otra familia.

«También actuamos frente a otros desastres, como la caída del avión, en 2018, justo sobre nuestras líneas de 33 000 v, al fondo del Aeropuerto José Martí. En enero del año siguiente, un domingo de descanso, me buscaron en mi hogar 15 minutos después del tornado devastador en La Habana, y empatamos como dos días en la detección de averías».

La valentía, más allá de una falsa ausencia de miedo, radica en el valor para mirarlo en el rostro y vencerlo, aunque no siempre resulta fácil.

«Cuando presencio un accidente, me duele tanto como si le ocurriera a un pariente, y casi nunca podemos evitarlo. Al poco tiempo de incursionar en esta labor, falleció un compañero de mi curso, lo cual nos hermana como si compartiéramos un llamado del Servicio Militar. Luego, en casa, meditas si quieres mantenerte en ese camino.

«Como colofón de esas reflexiones, inculco una mentalidad responsable, al margen de la edad. Dirijo dos linieros especializados, dos jóvenes recientemente egresados, y la primera mujer cubana determinada a asumir estos riesgos, Yanelis Rodríguez. No hay espacio para los secretos entre nosotros.

La familia del liniero nace sobre sólidos cimientos de comprensión: «en el caso de la esposa, entender que contrae matrimonio con alguien siempre distante. Los hijos están dormidos cuando llegamos por la noche, pero a veces nos falta el tiempo hasta para pelarnos».

Jayrudel Fuentes Sosa se reconoce convencido de pertenecer al país, más que a su lugar de residencia. Y de sus compañeros, a todos los considera héroes, sin distinción; porque ninguno pregunta por el peligro para dar el paso al frente.

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