ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
En una manifestación de pueblo combativo se convirtió el sepelio de Frank País y de Raúl Pujols. Foto: Carlos Morales

Parte esencial de la estrategia aglutinadora de Frank País entre todas las fuerzas que conspiraban contra el régimen de Fulgencio Batista era consolidar la hegemonía del Movimiento 26 de Julio: «(…) captar una serie de elementos altamente representativos y valiosos de la vida pública nacional y vincularlos estrechamente a nosotros, nos pone en disposición de tener la ventaja en el momento preciso de una quiebra nacional, cuando contemos con un Movimiento Nacional Revolucionario fuerte, un ejército combatiente, líderes revolucionarios y a la vez políticos de ejecutoria y arraigo y personalidades económicas».

El periodista de Bohemia, Francisco Ichaso, en un artículo en el cual hacía un recuento sobre las fuerzas de que disponía cada posición política del momento, consideraba al insurreccionalismo concentrado únicamente en el Movimiento 26 de Julio: «(…) todos los partidos del gobierno y seis de la oposición son electoralistas, en tanto que los abstencionistas son solo dos y los insurreccionalistas están reducidos de hecho a uno: el “26 de Julio”».

En carta a Fidel, Frank definía así el estado del Movimiento en medio del panorama nacional: «La situación del país, la presión tuya y las obstinaciones del régimen nos han dado un espaldarazo formidable que nos coloca hoy como ejes de todas las posibles soluciones».

 

¿ERA POSIBLE UN GOBIERNO EN ARMAS?

La constitución de un gobierno civil revolucionario que le diera aún mayor prestigio y consolidación a la beligerancia del Movimiento, presidido por Raúl Chibás –como era la intención inicial con la subida de los políticos–, perseguía una unidad que asegurara el predominio del 26 de Julio mediante el reconocimiento, por el resto de las organizaciones antibatistianas, de una autoridad gubernativa en armas, proclamada desde la Sierra Maestra y bajo su auspicio directo.

En el esquema presentado por Frank a Fidel, en el cual los trabajos que venía desarrollando el Movimiento y los plazos en que debían estar listos para desatar la Huelga General en unos cuatro o cinco meses, se preveía la formación del Gobierno «un mes o dos antes de la etapa final, coincidente con la salida del PROGRAMA»; es decir, aproximadamente en septiembre u octubre.

Ya desde el 6 de julio de 1957 la prensa internacional se hacía eco de los rumores que señalaban la próxima constitución de un Gobierno en Armas y la unidad de la oposición detrás de él: «Las fuerzas rebeldes bajo el mando de Fidel Castro planean lanzar un Gobierno Cubano revolucionario, dijeron hoy fuentes cercanas al líder rebelde (…). El nombramiento de Raúl Chibás como posible jefe del régimen está en línea con un plan de consolidar toda la oposición cubana en un esfuerzo para derrocar al Presidente Fulgencio Batista».

Frente al criterio de Justo Carrillo, expuesto en carta dirigida a Fidel, en la que explicaba los motivos por los cuales no subía a la Sierra Maestra, de que no debía formarse un gobierno provisional mientras no pudiera garantizarse la inclusión en su seno de todas las zonas contrarias a la dictadura, Frank País consideraba más conveniente su pertenencia por entero al Movimiento 26 de Julio:

«No coincido con él en sus consideraciones acerca de contar con todos los factores civiles y militares que se mueven en el ambiente como factores imprescindibles para formar gobiernos, etc., por la sencilla razón de que seríamos entonces una Bicameral cualquiera con largas discusiones y “arrebatiñas” entre todos los sectores, y lo más dramático, que eso pudiera ser en los momentos más difíciles de la República. El verdadero miedo de los sectores financieros, y he podido captar esto en las conversaciones con el Cónsul americano, es que a la caída de Batista no tengamos la suficiente fuerza para constituir gobierno propio y estable, sino que tengamos que llamar a todos estos partidos, Movimientos y Sub movimientos que cada día se dividen y se separan más».

Pero el plan debió ser modificado ante el rechazo de Chibás a asumir la presidencia, preocupado porque su incorporación a la guerrilla fuese considerada como inspirada en ambiciones personales de poder. Así se lo hizo saber Fidel Castro a Celia Sánchez Manduley: «Considero que sería altamente positivo constituir un gobierno revolucionario presidido por Raúl Chibás, pero, después de los primeros tanteos, considero muy difícil vencer sus escrúpulos personales, ante el temor de que en ese caso interpretasen su viaje a la Sierra como movido por un interés personal. Los mejores argumentos se estrellan contra ese sentimiento suyo».

El propio Raúl Chibás abundó, años después, en las razones que lo llevaron a rehusar el ofrecimiento:

«Mi opinión era contraria a la formación de gobierno en la Sierra Maestra. Creía eso restaría al impacto de nuestra decisión de unirnos a los rebeldes sin aspiraciones personales. Si optábamos por presentarnos con una fórmula de gobierno, tanto el régimen de Batista como muchos en Cuba argumentarían que nuestra actitud insurreccional tenía como objetivo ocupar posiciones en el nuevo gabinete en armas o presidencia de ese gobierno. Dirían que la generación anterior se valía de la sangre de la juventud para ocupar cargos políticos».

De las conversaciones entre Fidel, Pazos y Chibás surgió, como consenso, el Manifiesto de la Sierra, firmado por los tres el 12 de julio de 1957. En el documento quedó definida, de manera pública, la nueva propuesta unitaria del Movimiento 26 de Julio, con la cual se posicionaba en un contexto caracterizado por las gestiones de unidad que venían realizándose en el exilio entre agrupamientos insurreccionales, fundamentalmente la Organización Auténtica y el Directorio Revolucionario, y en La Habana entre partidos de la oposición política.

Según el texto, «todos los partidos políticos de oposición, todas las instituciones cívicas y todas las fuerzas revolucionarias» debían articularse en un Frente Cívico Revolucionario alrededor de la solicitud de renuncia a Fulgencio Batista y la entrega del poder a un Gobierno Provisional, cuyo presidente debía ser designado de inmediato por el Conjunto de las Instituciones Cívicas.

 

INSURRECCIÓN, NO SOLO EN LA SIERRA

El Movimiento 26 de Julio, en su condición de polo hegemónico de la insurrección y representante principal de la nueva generación revolucionaria, acompañado por personalidades de prestigio y con influencia en la opinión pública, emplazaba a los partidos políticos e instituciones cívicas a que adoptaran una actitud abiertamente beligerante frente a la dictadura, sin espacio a acuerdos o transacciones.

No era necesario que se declararan insurreccionales o que subieran a la Sierra Maestra, bastaba con que acogieran como única solución posible a la crisis nacional la fórmula propuesta, y el Movimiento nombraría delegados para discutir una plataforma común que reuniera a cívicos, políticos y revolucionarios.

En el predominio del Movimiento 26 de Julio fue vital el desempeño de Frank País García, quien mostró, junto a sus reconocidas dotes de organizador y dirigente clandestino, una extraordinaria habilidad política para conducir las relaciones con otros sectores antibatistianos, de tal manera que contribuyeran al afianzamiento del liderazgo del 26 de Julio.

La cacería desatada por los cuerpos represivos de la dictadura para capturarlo y asesinarlo, y el modo salvaje en que ultimaron su cuerpo en el Callejón del Muro, dan cuenta del temor que le tenían y el peligro que representaba.

Pero era tanta su luz, que la crueldad y el ensañamiento no pudieron apagar su ejemplo.

COMENTAR
  • Mostrar respeto a los criterios en sus comentarios.

  • No ofender, ni usar frases vulgares y/o palabras obscenas.

  • Nos reservaremos el derecho de moderar aquellos comentarios que no cumplan con las reglas de uso.