ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Firito e Inés María Chapman durante el vuelo, en la conversación que el anciano reproduce en detalles. Foto: Abraham Gamboa

Guantánamo.–Con la segunda de las tres sorpresas recibidas en la noche del pasado día 22 de octubre, acorralado en su hogar del poblado de Imías, Filo Jiménez Osorio (Firito) se dijo: «Parece que voy a nacer de nuevo».

Y fue «la mejor que me han dado desde que nací, hace 74 años», dice, de «la sorpresa que me sorprendió» llamándolo desde «la puerta del infierno».

Porque, a las 11 de una noche cerrada en agua, cuando nada se ve, pero sí se siente el fluido pegajoso, denso y fuerte, mezcla de agua y lodo derribando bienes y cubriendo más arriba del pecho a un anciano enfermo, cualquiera habría sacado la misma conclusión de Firito: «Me lleva el infierno».

LA SORPRESA MALA

La vivienda de Firito es grande, de placa, «fuerte como pa´ aguantar lo que sea». Guarecerse en ella es costumbre de algunos vecinos cuando viene un ciclón, y esta vez, fiel a esa costumbre, se le apareció un señor con dos menores de edad, «pero se fueron pronto, sin que el aguacero apretara».

Movida como por una presunción recelosa, Virginia, la esposa del septuagenario, se había ido para otro lugar más alto, algo que no es habitual en ella en circunstancias así; pero Firito en ese detalle no reparó, «me quedé allí sin preocupación, que el río subiera a mi casa no iba a ser nada nuevo».

Oscar había empezado a inducir el diluvio desde la tarde, por la sierra de Imías, eso el viejo no lo ignoraba. Cuenta que el agua y la noche llegaron juntas, «chillando feo, la’ gotas de lluvia parecían como piedras cuando chocaban con la ventana y la puerta».

El viejo ya estaba solo, pero tampoco eso lo asustó; si otras veces el Imías había penetrado en su hogar hasta 30 centímetros de alto, el hombre no creyó «que ahora la cosa fuera pa’ tanto»; sin duda, su error fue de cálculo.

Pasadas las diez de la noche «el río dijo: “aquí toy yo”. ¡Oiga, y era pa’ arriba y pa’ rriba y pa’ arriba, pero rápido! Cuando vine a ver, ya e’ taba como a un metro y 50 centímetros de alto, había tapado todo, y yo allí, solito, sin poder hacer nada».

«¿Y ahora qué hago?», se preguntó. Pensaba en las dificultades de locomoción, que cuentan entre otras limitaciones impuestas por una salud menguada. «Me ahogo», pensó, casi resignado a aceptar su desgracia.

Momento en el que el paciente escala al helicóptero. Foto: Abraham Gamboa

LA SORPRESA BUENA

Un «tun tún en la puerta» –dibuja imitando el toque con los nudillos de la mano derecha–, y un «dale, que vengo a buscarte» fueron la lucecita en medio del infierno. Firito reaccionó algo incrédulo, «¿sabe quién era?, ¡el jodedor del barrio!». Así le dice él a Eliceidi Walter, un muchacho imiense, de esos que a cualquier hora jaranean, hacen chistes «y le dan chucho a la madre de los tomate’». 

«No, deja eso mijo», fue su respuesta, «deja, no se ve nada, la corriente va muy alta y fuerte, y yo no puedo caminar, ademá’, peso mucho, e’ muy peligroso, podemo’ ahogarno’». Pero el joven forzó la puerta, Firito no sabe cómo, y ayudado por un par de contemporáneos tomó al viejo en los brazos y se lanzó a la calle.

«¡Eliceidi, já!, ese muchacho e’ tremendo», dice ahora, con la gratitud a flor de mirada, y asegura que se equivoca quien piense que con un joven no se puede contar para cosas serias, solo «porque sea jaranero y le guste el chiste y hacer travesura».

A esa conclusión arribó Firito después de la noche del domingo antepasado, cuando el referido suceso de vida o muerte lo involucró a él y a un joven de Imías, en el barrio donde residen los dos, al extremo este del poblado.

LA SORPRESA QUE NO LO FUE, Y LA OTRA

El sábado, antes de la llegada de Oscar, a Firito lo habían llevado al hospital Octavio de la Concepción de la Pedraja, de Baracoa, tal como lo hacen tres veces a la semana desde hace un año. El hombre es uno de los pacientes de Imías que reciben hemodiálisis en la institución hospitalaria La Primada.

Pero la inundación cortó por varios puntos el tránsito de vehículos entre Imías y Baracoa, y Firito estaba entre los que debían regresar el martes a recibir el tratamiento. Era como para preocuparse, pero «yo sabía que de nosotro’ no se olvidaban, y así fue».

Dice que el martes le dijeron que estuvieran preparados, que ese mismo día los trasladarían al Hospital General Doctor Agostinho Neto, de la ciudad de Guantánamo, para continuar el ciclo hemodialítico.

El anciano tuvo que vestirse con una shorpeta y una franela donada por unos vecinos, «porque el río me lo llevó todo», pero «e’ toy aquí, vivo, contándole lo que me pasó. Yo le juro que hubo un momento que pensé no salir con vida de allí. ¡Si no fuera por Eliceidi, ja!».

Firito había oído unos helicópteros ese día, y el ronroneo de los aparatos despertaron una sospecha en él, que no comentó con nadie. Intuición acertada, pasada la mitad de la tarde llegó el aviso: lo recogerían para viajar a Guantánamo.

Minutos después, al hombre lo bajaban de un vehículo y lo conducían hacia el helicóptero y, cuando iba llegando, «entonces sí que me sorprendí», admite, con la sonrisa más amplia de toda la plática. «Digo, coño, a esa mujer yo la he visto por televisión, y ¡claro, e’, (Inés María) Chapman Waugh!».

Dice Firito que la Vice primera ministra lo saludó con amabilidad, les preguntó cómo se sentían y les dijo que no se preocuparan, que todo iba a salir bien. «Pero la cosa no paró ahí», en el helicóptero el hombre viajó en el asiento de al lado de Inés María, «una mujer campechana».

Esa anécdota es la primera de la que habla el anciano, en su cama de la sala de pacientes nefróticos en el Agostinho Neto, donde recibe tratamiento hemodialítico.

Fueron como 25 minutos conversando con ella, dice, hablando de lo que pasó con el temporal, de la recuperación y de la atención a la gente, «y dándome’, aliento por todo el camino. Comentó que el golpe había sido duro, pero lo principal es que preservamo’ la vida. Al bajar, volvió a decir que no tuviéramo’, miedo, que todo iba a salir muy bien; esa mujer da fuerza. Sí –dice Firito–, yo soy un hombre dichoso».

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Zoila Cartaya Rodríguez dijo:

1

7 de noviembre de 2024

08:00:49


Sin palabras esa anécdota al que tengo un ápice de sentimientos lo hace llorar eso solo lo hace una revolución como está solo un joven es capaz de arriesgar su vida por un anciano cuando se le hayan inculcado valores y eso solo se logra en una revolución socialista donde la humildad y la solidaridad son parte de sus inmensos valores

Carlos dijo:

2

7 de noviembre de 2024

09:19:02


He disfrutado mucho este reportaje de Jose Llamos Camejo acerca de Firito. Patrice in cuento o poesia para entretener que muestra el Espiritu Cubano. Muchas felicidades y gracias. Senti como que Guerra estado presente. Gracias