Un maestro no solo les transmite un cúmulo de conocimientos a sus alumnos. Esos, con el pasar del tiempo, se olvidan. Quedan en algún rincón, junto con el mínimo común múltiplo o alguna que otra materia de las que, por azares de la vida, nunca llegas a usar.
Sin embargo, también hay otros, los inolvidables, esos que son ejemplo y llevan a las aulas pasión, ética, entrega. Los que enseñan principios, virtudes y se alzan ante sus alumnos como un ejemplo a seguir, un paradigma.
Así fue el profesor Dr. C. Juan Virgilio López Palacio, una institución dentro de la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas, un profesional reconocido en Cuba y otras naciones del mundo, prestigio avalado por 70 años ininterrumpidos de obra pedagógica.
Virgilio estuvo allí, hace casi 65 años, cuando la Universidad Central le otorgó al Che Guevara el Título Doctor honoris causa en Pedagogía, ese día en que el Guerrillero exhortó a pintar la casa de altos estudios villareña con los colores del pueblo.
También fue el primer candidato a doctor en Ciencias de los Institutos Pedagógicos cubanos, miembro titular de la Academia de Ciencias de Cuba y presidente de la Cátedra de Pedagogía «Gaspar Jorge García Galló».
En el 2018 le confirieron el título honorífico de Héroe del Trabajo de la República de Cuba, tres años antes el de Doctor honoris causa de la Universidad Central. Además, poseía la Distinción por la Educación Cubana, las medallas Rafael María de Mendive y José Tey, así como la Orden Frank País de I y II grados.
Sin embargo, el premio más supremo siempre fue el cariño y respeto de sus alumnos y colegas. Por ello, el pasado sábado, al conocerse la noticia de su partida a la eternidad, cientos de mensajes colmaron las redes sociales para honrar a un revolucionario entregado y pedagogo descollante, no solo de Villa Clara, porque su obra pertenece a Cuba y es tan criolla como sus palmas.
Hasta el cielo se sumó al dolor. Amaneció gris el pasado sábado, con una fina llovizna, como una forma de rendirle tributo a un hombre consecuente, que es otra de las formas de los seres grandes.
Hay un maestro que ha partido a la infinitud del tiempo, junto a Varela, y a los tantos que han dedicado su vida al magisterio, ese evangelio vivo y edificante.
¡Vaya tranquilo, maestro! La obra de una vida en función de los otros atestigua un paso que no será perecedero en esta dimensión de lo mortal.



















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