ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Gracias a esos paneles solares, el matrimonio campesino no vivió la crudeza de la contingencia energética que afectó a toda Cuba. Foto: Pastor Batista Valdés

BOLIVIA, Ciego de Ávila .–Si usted les pregunta a Edelvio González Echemendía y a su esposa María Ofelia García Morales qué fue para ellos la contingencia energética, cuyas consecuencias supremas Cuba entera sufrió en días pasados, lo más probable es que, más allá de lo que les llegó por medio de la televisión, no puedan ofrecer muchos detalles.

¿Televisión? Así, como lo ve; del mismo modo que posibilidad de seguir cocinando durante esas duras jornadas con las ollas reina y arrocera, tomando agua fría, degustando batidos de frutas, alumbrándose con el prodigio de la energía eléctrica…

«Es que para ninguna de esas cosas dependemos de la red –afirma con satisfacción Edelvio– gracias a esos dos paneles solares que ves ahí, a un costado de nuestra casa».

En efecto. A la derecha de la vivienda, en curioso contraste con la madera de las paredes y el techo de guano y yagua de palma real, un par de resplandecientes cuadrantes marcan la diferencia tecnológica de estos tiempos.

«Primero nos instalaron uno de menos capacidad, que solo nos permitía encender cuatro o cinco bombillos, el ventilador un rato y la televisión lo necesario», relata María Ofelia.

«A finales de diciembre del pasado año, sin embargo, se nos aparecieron los técnicos para ponernos estos dos que, como puedes ver, nos dan la posibilidad de tener muchos más equipos en casa».

¿ENERGÍA DEL SOL O DEL CORAZÓN?

De lo que sí puede estar horas hablando el amoroso matrimonio es acerca de la apreciable (o tal vez inapreciable) ayuda que ambos pudieron ofrecerle a muchísima gente de la zona, allá en la céntrica geografía cubana, durante los más complejos momentos de la contingencia, cuando el Sistema Eléctrico Nacional se desconectó y la solidaridad humana remontó cima firmamento arriba.

Según comenta Edelvio, «nunca la nevera estuvo tan llena. Primero vino Carmen González, muriéndose de miedo porque se le iban a echar a perder las cosas de comer.

«Te cuento que cuando nosotros no teníamos nada, ella nos daba hielo, nos guardaba lo que hiciera falta en su frío… de manera que ahora le dijimos: echa para acá, sin pena.

«Lo mismo hicimos con Idania Morales, de la cooperativa La Rosa, quien corría el peligro de que se le descompusiera la carne de un cerdo que habían matado horas antes del tremendo apagón. Luego apareció Julio Morales, con siete gallinas muertas. En verdad ya no cabían, pero buscamos una solución: darle hielo. Así pudo salvar la carne. Le dijimos que viniera otra vez, si necesitaba más».

Con esa educación que trae de criolla cuna, María Ofelia aguarda a que concluya su esposo para referirse a otro favor grande que hicieron: la carga de teléfonos: «Ramón Moreno vino con una piña eléctrica y la mujer de Orlandito con otra. Para qué te cuento: hubo días de cargar como 30 celulares, linternas, lámparas. Alguien nos preguntó por qué no cobrábamos ese servicio. ¡Ni locos! Un campesino agradecido de lo que el país le ha dado nunca haría semejante cosa».

Aunque más dado al silencio que a las palabras, Yunior, hijo del campesino matrimonio, puede también contar sus experiencias, pero prefiere hablar del celo con que cuida la moderna tecnología.

Si ahora hay un poco de yerba alrededor de ella es porque «cuando caen cuatro gotas de agua esa plaga crece más rápido que la velocidad de la luz». Pero habitualmente él limpia el área, le pasa cuidadoso paño cada semana a la cristalina superficie, le da permanente seguimiento a la carga, y preferiría partirse primero los cinco dedos de la mano antes que someterse a tocar algo del sistema.

Casi a punto de despedirnos, María Ofelia se acerca y… «le voy a decir algo más, periodista: después de haber vivido esos días tan terribles para todo el país, usted no imagina cuántas veces he recordado lo que nos dijo una joven ingeniera que venía en el grupo cuando nos instalaron esos paneles:  “A partir de ahora, ustedes van a estar mucho mejor que nosotros; creo que en verdad, hasta vamos a sentir envidia”».

Y tenía toda la razón.

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gela dijo:

1

30 de octubre de 2024

09:24:39


Bien por ustedes, que bueno.

gela dijo:

2

30 de octubre de 2024

11:13:13


Que el sol siempre salga para ustedes.

Dr Lafita dijo:

3

31 de octubre de 2024

16:24:26


La experiencia narrada aquí ilustra cuán necesario resulta la venta de estos medios en nuestro país pero a precio de costo o tal vez en algunos lugares subsidiado. La iluminación pública también debe ser parte de ese proyecto. Con ella se pudieran ahuyentar los delincuentes en las noches de lobo que sufren las ciudades.

Osnaldo Marcelino Casas Valdés dijo:

4

1 de noviembre de 2024

06:27:03


Creo que este pequeño artículo debe llamar a la reflexión sobre la importancia de diversificar el uso doméstico de los sistemas de paneles solares fotovoltaicos, que estabilidad podría brindar en situaciones de emergencia, no sólo los grandes parques solares, veo muy importante el trabajo.