Nadie pone en duda que del transporte dependen, en alto grado, muchos de los procesos esenciales que tienen lugar dentro de la sociedad. En igual medida, la movilidad resulta indispensable para que las personas puedan, no solo integrarse a dichos procesos, sino atender sus necesidades cotidianas.
Ante las limitaciones que vive el país, ha sido este un sector muy golpeado por lo que ya conocemos: carencia de piezas de repuesto, lubricantes, combustibles, neumáticos, y de eso depende la vida útil de cualquier vehículo.
Frente a tales realidades se han puesto en práctica disímiles estrategias e iniciativas para responder, en la medida de lo posible, a las demandas de la población, sumadas a las de los diferentes sectores de la economía –que no son pocas–, y es un trabajo arduo y minucioso que aún no logra rendir todos los frutos necesarios.
La consecuencia más visible de la situación se hace palpable en paradas y puntos de transportación, sobre todo en los llamados horarios pico, entre los cuales la mañana es el más concurrido. En momentos como este, se hace necesario el concurso colectivo, con el fin de paliar la problemática, y eso involucra a quienes, normalmente, no tienen la transportación masiva en su objeto social.
ESE CARRO NO ES TUYO
Aunque hace mucho está normado, no es un secreto para nadie que un alto por ciento de choferes y responsables de vehículos estatales parecían haber olvidado su deber de detenerse en los puntos de transportación masiva, en las paradas y, por cuestión de humanidad, allí donde una persona necesitada hiciera señas.
Con toda razón, las personas siempre cuestionan: «¿Pero qué derecho tienes de seguir de largo, si ese carro no es tuyo?».
Por voluntad del país se impulsó la conciencia y el control para revertir la situación, y en gran medida se logró. Fructificaron iniciativas locales para ordenar el transporte estatal en función de la recogida de personal y se llamó a la toma de medidas con quienes hicieran caso omiso.
En Las Tunas esa voluntad se refuerza hoy. Gracias a lo que se ha denominado Tarea Solidaridad, existe actualmente una organización minuciosa, por medio de la cual los vehículos estatales disponibles se ponen, en determinados horarios, con días definidos en la semana, en función de aliviar las aglomeraciones en las paradas, ante una notable disminución de los servicios de ómnibus urbanos.
En recientes declaraciones al periódico 26 de esta provincia, Reynaldo Reyes Silva, delegado de Transporte en el territorio, explicó que la tarea involucra a 142 organismos, de los cuales 88 cuentan con medios de transporte, lo que permite que, diariamente, se incorporen a la recogida de personas entre 28 y 32 medios, entre los cuales se cuentan, incluso, ómnibus de las entidades.
Si bien no suple totalmente las necesidades, sí ha representado un claro aliciente pues, como comentaba a Granma una inspectora estatal, «uno que recojan, es uno menos que está esperando para llegar a su destino».
La planificación, a modo general, se cumple hoy con disciplina y tiene seguimiento a todos los niveles locales. Vale destacar que se ha ganado en cultura de ayuda y de respeto a los inspectores, ubicados en los puntos de mayor afluencia.
Si en algún momento llegó a ser extraño ver a los vehículos estatales en las paradas, hoy es un panorama cotidiano para suerte de los tuneros y tuneras.
No obstante, decir que todo es color de rosa es poco recomendable en los tiempos que vivimos; algunas opiniones recogidas por este diario, hablan de aspectos que necesitan ser corregidos con urgencia.
¿Y DÓNDE QUEDA «ALLÍ»?
Si bien el mencionado sistema está previsto para determinados horarios, y cada día le corresponde la tarea a un grupo de vehículos, eso no exonera a los demás de cumplir con su deber. Así lo siente el pueblo, así lo hacen saber.
«Yo a veces quisiera saber donde queda el “allí” ese para el que van», comenta alguien entre la gente cuando ve llegar a esta periodista ante el inspector de la parada, y continúa: «Yo quisiera que me llevaran, porque si todo el mundo va para el mismo lugar debe estar bueno». Aunque esta persona no quiso luego dar su nombre, su opinión, de cierta manera, la corroboraron otros.
Por ejemplo, la joven oncóloga, trabajadora del Hospital Provincial Ernesto Guevara de la Serna, Dailys Báez Curnou, comenta las complejidades de llegar cada día a su trabajo desde la parada ubicada detrás del Instituto Prevocacional de Ciencias Exactas de Las Tunas.
«Todos los días vengo para esta parada en dependencia del horario en el que tengo la consulta. Aquí paran poco, le hacemos seña a los carros estatales y te dicen que van llenos, o que van para “allí”, pero me ha pasado que cojo otro carro detrás y veo que van más lejos de lo que dicen. Por la situación del combustible pasan pocas guaguas, también algunas pasan vacías y por alguna razón no paran. No sé qué sucede con los “coquitos” que antes casi todos llegaban al hospital, ahora dicen que es por piqueras, que si les toca en un lugar no pueden ir a otro, y me ha pasado que hay hasta tres parados, y ninguno quiere ir al hospital».
Diurkis Llero Falcón, inspectora estatal que desempeña su labor en esa misma parada, comenta algunos aspectos sobre el tema.
«Esta parada tiene la característica de que, por aquí, la mayoría de los carros ligeros pasan llenos y los que traen capacidad generalmente paran, pero no podemos decir que todos lo hacen. Todavía hay algunos que dan trabajo, eso no se puede negar.
«El transporte está muy difícil, eso es una realidad, pero hay que decir que sí se está cooperando. Aquí el horario más difícil es entre 7:00 y 8:30 de la mañana, después de esa hora comienza a disminuir el flujo de personas, como es lógico».
Con 18 años como inspector, Rafael Santiesteban Oro ha visto mucho desde esa profesión y hoy está preocupado, pues desempeña su labor en un lugar clave, la parada del Hospital Ernesto Guevara de la Serna.
«Yo creo que el sistema orientado no está funcionando como debería, hay muchos choferes que no hacen caso, que ven a uno parado haciendo señas y es como si nada. A veces nos faltan hasta el respeto cuando uno les exige, dicen que van para un lugar y es mentira, van para otro, y el personal aquí, esperando y con necesidad de trasladarse».
TODO LO BUENO SIEMPRE PUEDE SER MEJOR
Tales perspectivas del asunto no demeritan en absoluto el valor de la iniciativa, y el impacto que tiene en la situación actual. Sin embargo, motivan reflexiones al respecto, en materia del control, de la exigencia pero, sobre todo, de la sensibilidad que debe caracterizarnos.
Miremos las cosas desde un ángulo diferente: tal vez un chofer no se detiene en la parada, pero no deja de ser atendido si va al hospital; sus hijos no dejan de recibir las clases; las instituciones que le prestan servicio no cierran... Posiblemente, quienes luego le atienden, estaban en esa parada en la que, deliberadamente, decidió seguir de largo.


 
                        
                        
                        
                    





 
     
    










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