Vivian García Rodríguez cree, profundamente, que las personas pueden lograr todo lo que se propongan. Lo sabe por experiencia propia y cuenta, con orgullo, sus aprendizajes en los 45 años dentro del sector bancario.
Comenzó a trabajar en el banco con 19 primaveras. Aunque le gustaban las letras y era monitora de inglés, decidió cursar un técnico medio en Contabilidad. Su mamá tenía tres hijos y estaba divorciada. Pensó, en primer lugar, en su familia y en la necesidad de ganar dinero lo antes posible para ayudarla.
Sin embargo, la vida premia cada sacrificio. Por su excelente desempeño, al concluir la ubican en una sucursal como auxiliar de Contabilidad.
«Entré muy orgullosa. Realizaron una actividad solemne para recibirnos. Estaba el director de la sucursal, la 4321, de Santa Clara. Comenzamos cinco, y ya solo permanezco yo. En el primer año de trabajo tuve que pasar por todos los puestos.
«En la década de los años 80 pasé a ocupar el puesto de operativa de la actividad de construcción. Esa nueva función ligó toda mi vida a la actividad de inversiones. Inicié como operativa, después gestora, analizadora, y luego analista. Ahora me desempeño como jefa del Departamento de Inversiones del Control Ingenieril, en la Dirección Provincial de Bandec, en Villa Clara».
Justo allí pudo materializar aquel gusto por las letras, a través del análisis económico. Además, su historia laboral está marcada por sus ansias de superación.
«En la modalidad de curso por encuentro me licencié en Economía en la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas. Luego comencé la maestría. Sus resultados los he aplicado en mi Departamento y en otras sucursales».
Sin embargo, cuando ocurrió el huracán Sandy enfrentó uno de sus mayores retos profesionales. Tuvo que prepararse en solo dos días, por si se necesitaba su ayuda en Santiago de Cuba, en el otorgamiento de créditos para materiales de la construcción a los damnificados. Nunca había realizado uno.
Para ella, el sacrificio es una característica inherente a la labor bancaria, pues dedican muchas horas del día a sus funciones. También considera que la disciplina tiene que ser un valor esencial, al igual que la responsabilidad, la honestidad y el buen trato a los clientes.
«Hay que ser una persona educada, preparada y, sobre todo, revolucionaria, para apoyar los procesos y las transformaciones que impulsa el país».
En sus 45 años de entrega ha sentido el apoyo esencial de su familia, su madre, ya anciana, y su hijo, a quien tuvo que criar prácticamente sola. Pero también agradece a sus compañeros, sin quienes no hubiera podido superarse.
Sin embargo, considera, con modestia, que toda su entrega constituye un patrón que se repite dentro de la cultura de la organización. «Como yo hay muchísimos trabajadores», aseguró satisfecha, y confesó que siempre se sentirá bancaria y que nunca ha pensado moverse a otro sector, ni siquiera en los momentos más complejos de su vida familiar.



















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