ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
«Mientras mis neuronas se mantengan activas, Lilia será maestra y ayudará a esta Revolución». Foto: Cortesía de la entrevistada

PINAR DEL RÍO.–Como quien protege un tesoro, Lilia Rosa Silva conserva, en un rincón de su casa, todas las medallas que se ha ganado en su vida.

La 23 de Agosto y la Ana Betancourt que le otorgara la FMC, la 28 de Septiembre de los cdr, las que le ha conferido el Ministerio de Educación durante sus 64 años como maestra...

Sin embargo, para esta mujer incansable existe algo todavía más valioso: el cariño de los alumnos, que la paran continuamente para saludarla, cuando sale a la calle.

Cuenta que lo mismo en el policlínico que en la cola del pan, siempre hay alguien que la reconoce y que se le acerca con cariño.

«Me dicen, “mira, la profe”, y una se siente halagada. No hay medalla ni nada que se pueda comparar con ese regocijo».

Por eso asegura que, si pudiera echar el tiempo atrás para empezar de cero, escogería el mismo camino.

Durante más de seis décadas, no ha habido tarea de la Revolución que le haya sido ajena: la campaña de alfabetización, la batalla por el sexto grado, la formación de maestros para la educación obrero-campesina, la de trabajadores sociales...

Fundadora de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), fue secretaria de una delegación durante 30 años. Como maestra, se desempeñó como subdirectora de Educación y directora de escuela. Como cubana comprometida con su país, ha sido protagonista de todo tipo de actividades, desde los trabajos voluntarios y los censos de población y vivienda, hasta el saneamiento de las calles, junto a los soldados de las far, tras el paso de los ciclones.

Siendo casi una niña, tuvo la oportunidad de alfabetizar a 12 personas, allá en la zona de Barrigona, donde se hallaba su primera escuela.

«Había gente de todas las edades, jóvenes y viejos. Fue una etapa muy bonita».

De la FMC, esa organización que ha hecho de Cuba un referente en materia de inclusión y de igualdad de derechos, y que hoy está de cumpleaños, considera que ha sido fundamental para que las mujeres hayan podido ocupar el papel que tienen hoy en nuestra sociedad.

«Gracias a ella, nos hemos visto reconocidas, y hemos podido desarrollar actividades que solamente hacían los hombres.

«Las mujeres ya no nos quedamos en ese nivel de sexto o noveno grado. Nos hemos superado, nos hemos insertado mucho más en la sociedad, hemos roto viejos patrones de discriminación para convertirnos en un motor impulsor de la mayoría de las tareas dentro de la Revolución».

No sabe con exactitud la cantidad de alumnos que han pasado por sus aulas. «Pero son muchísimos», advierte, y con la satisfacción de quien ha hecho bien su trabajo, comenta que ha tenido el privilegio de impartirles clases a una infinidad de niños que luego se convertirían en hombres y mujeres de bien.

Entre ellos, asegura que existe todo tipo de profesionales, e incluso, muchos que serían dirigentes de «organismos importantes».

Aunque se jubiló en el año 2000, jamás ha dejado de trabajar. En las últimas dos décadas se ha mantenido activa en distintas responsabilidades, y desde el curso 2016-2017, se desempeña como profesora de la carrera de Licenciatura en Educación Primaria, en el Centro Universitario Municipal de San Luis.

Con la mayor humildad del mundo, dice que aunque su tarea es enseñar, también ha aprendido mucho de sus estudiantes.

A pesar de su edad (80 años), afirma Lilia Rosa Silva que no conoce el cansancio, y que mientras la salud la siga acompañando, ella también estará con el pie en el estribo, al igual que el General de Ejército Raúl Castro Ruz.

«No me canso. Esa es la realidad. Me adapté a trabajar en cualquier actividad y en cualquier tarea que me pidan. Me siento bien cumpliendo con eso. Por tanto, mientras mis neuronas se mantengan activas, Lilia será maestra y ayudará a esta Revolución».

Entre sus mayores orgullos, está el hecho de que sus dos hijos hayan seguido sus pasos en el magisterio. Leonardo, el varón, como entrenador de softbol, y Tania, la hembra, como doctora en Ciencias de la Educación y directora del Centro Universitario Municipal de su San Luis natal.

«Eso quiere decir que la semillita que traté de sembrar germinó».

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