Su matrimonio es uno de los 715 que entre octubre de 2022 y marzo de 2024 se formalizaron entre mujeres en Cuba.
Se dice así, fríamente, y si bien las cifras resultan ilustrativas, no alcanzan a revelar todo lo que supone tener el derecho de respaldar legalmente «una historia de amor como muchas»; pero que, antes de la aprobación del Código de las Familias, el 25 de septiembre de 2022, debía existir al margen de lo instituido.
Glenda Martínez Cabrera vive en La Habana, es una profesional de poco más de 30 años, y en su diálogo con Granma fue evidente la sinceridad de quien sabe importante compartir sus vivencias y argumentos:
«Lo primero que sentí cuando supe del “sí” fue la emoción de haber ganado una batalla por la dignidad y por la vida. Las personas que tienen en su cotidianidad los privilegios de entrar en “la norma”, muchas veces no entienden lo que significa. También experimenté, automáticamente, una mayor seguridad en espacios públicos.
«Ninguna de las dos habíamos pensado en casarnos antes. En primer lugar, lo hicimos por amor, aunque no hace falta una firma para plasmar o demostrarle eso al mundo. Estábamos viviendo un amor cargado de complejidades, y aún así sobrevivió los avatares de la imposibilidad. Fueron la voluntad y la valentía de apostar por la permanencia las que firmaron nuestra unión mucho antes de esa ceremonia.
«Sin embargo, sí había una razón de peso. Era necesario compartir, a través de este acto tan simbólico, que el amor era recibido en nuestra familia de fe en todas las formas que viniera y, por otra parte, ofrecer a la sociedad cubana un matiz más amplio en su visión sobre las personas cristianas.
«La gente que nos rodea, tanto la familia biológica como aquella red hermosa de corazones que vamos tejiendo a lo largo de nuestro caminar, recibió la noticia con tanto entusiasmo que, de un motivito pequeño, terminamos con más de cien personas acompañándonos».
ANTESALA Y CONQUISTA DE MÁS DERECHOS
Si de reconocimiento a otros modelos de familias se trata, el Código se erige como la ley cubana que desmitifica la concepción tradicional del núcleo fundamental de la sociedad y abre el camino para otras construcciones, más amplias, del ser hombre y mujer.
En retrospectiva, el proceso que se desarrolló en torno al texto permitió reflexionar sobre la reproducción de mecanismos de injusticia arraigados en la sociedad. Temas como la discriminación y la visibilización de la comunidad lgbtq+ se pusieron sobre la mesa.
Con esta idea coincidió Mariela Castro Espín, directora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), en un diálogo con este diario, a propósito de las Jornadas Cubanas contra la Homofobia y la Transfobia, y planteó que, a raíz de la construcción de consensos, se propició el momento actual.
«En Cuba se han logrado avances políticos y legislativos muy significativos que ponen al país en un lugar de avanzada. En esta jornada celebramos lo que se logró con la actualización de los ordenamientos jurídicos, comenzando por la Constitución». Mariela subrayó, de igual forma, el papel positivo y central que ha desempeñado el Partido Comunista de Cuba en esos debates.
A través de la educación popular para informar al pueblo se alcanzó la conquista de los derechos que entraña el Código vigente. Castro Espín añadió que el haber instruido sobre los roles y estereotipos de género permitió que, al momento del referendo, una parte considerable de la población estuviese preparada.
La Constitución reconoce explícitamente la pluralidad familiar y en ese espíritu continuó el Código de las Familias, apunta la doctora en Ciencias Yamila González Ferrer, vicepresidenta de la Unión Nacional de Juristas de Cuba, y una de las redactoras de esta Ley: «Suma derechos y visibiliza modelos familiares que ya existían en nuestra sociedad, pero que no estaban reconocidos desde el prisma jurídico, sin privar de derecho alguno a quienes ya los tenían tutelados. Pone como centro el afecto en las relaciones familiares y le da un valor jurídico».
Añade que, al tener un contenido que promueve la inclusión, la pluralidad y la diversidad, debe ser acogido desde el respeto y no desde la tolerancia; a partir de su letra, «las personas por razón de sus condiciones humanas no tienen ninguna limitación para formar una familia y acceder a las instituciones jurídico-familiares».
Al respecto, Yuleiski Moré Arma, asesor jurídico del Cenesex, argumenta que el matrimonio igualitario ha tenido buena acogida, aun cuando en su momento fue de los temas más debatidos por la población, muchas veces desde el desconocimiento.
Bajo la sombrilla legal del Código, en la Isla se han formalizado –según los datos recogidos por las notarías– 1 847 matrimonios entre personas del mismo género (1 132 entre hombres) y 143 uniones de hecho afectivas (71 entre hombres, y 72 entre mujeres).
González Ferrer explica que el Código tiene una importante función educativa y rompe con estereotipos, prejuicios y expresiones de discriminación; «el lenguaje que utiliza, respetuoso de la diversidad, posee un valor esencial en la función pedagógica para la transmisión de valores».
NO ES UN PUNTO FINAL
«Los derechos que son legítimos por nuestra condición de seres humanos libres, que vivimos en una sociedad que tiene como horizonte la justicia y la equidad, ahora están un paso más cerca de llegar a las conciencias y al entramado cultural que es, en definitiva, el lugar desde donde se erradican verdaderamente las discriminaciones», comenta Glenda.
Ella sabe bien que la homofobia sigue ahí, latente, que romper los estereotipos no resulta tarea de un día, y que el patriarcado es un «hueso duro de roer»: «La Ley es importantísima. Ahora hay que llevarla a los espacios donde se hace cuerpo en la vida de la gente. La homofobia, y todas las otras fobias que implican odio irán perdiendo terreno en la medida en que todos los actores de la sociedad hagan de las leyes letras vivas».
Yamila González comenta los desafíos que quedan por delante: aumentar la cultura jurídica para que las personas conozcan sus derechos, y sepan cómo ejercerlos y actuar ante situaciones en que estos sean violentados; y continuar profundizando en la sensibilización y en la capacitación de los profesionales de su sector en materia de género.
Asimismo, «hay cuestiones que todavía deben ser transformadas o incorporadas, como, por ejemplo, lo relativo a la identidad de género; asuntos que no podían regularse en el Código, porque quedaban fuera de su alcance».
Al respecto, Yuleiski Moré abunda en el reconocimiento de las transidentidades en los espacios laborales y escolares. «Aun cuando el Código de las Familias no habla de este tema, sí lo hace de la violencia. Sin duda alguna, el no reconocimiento de la identidad con la que se autopercibe alguien genera violencia».
También comenta la frecuencia con la que atienden casos de personas, sobre todo lesbianas, que son objeto de discriminación, muchas veces expresada en comentarios peyorativos: «Obviamente, hay que trabajar en el respeto a la diversidad, al derecho del otro; por eso es importantísimo el tema de la educación integral de la sexualidad».
Mariela Castro lo ratifica: las leyes por sí solas no garantizan el ejercicio efectivo de los derechos. «Tiene que haber un trabajo de educación y de comunicación permanentes. Promovemos que la sociedad cubana le dé valor a sus derechos y deberes, que se acerque a las leyes, a las asesorías».
En este tema, como en todos los otros en que incide el Código de las Familias, el texto no supone un punto final, sino una base sólida sobre la cual continuar edificando un edificio social que crezca hacia la dignidad plena de todas las personas.
PRECISIONES
- Las Jornadas Cubanas contra la Homofobia y la Transfobia, que desarrolla el Cenesex, celebran su 17ma. edición bajo el lema El amor es ley, entre los días 2 y 18 de mayo.
- La iniciativa se realiza desde 2008 con el propósito de contribuir al desarrollo de la educación integral de la sexualidad, y al reconocimiento y garantía de los derechos sexuales de todas las personas sin distinción, como ejercicio de equidad y de justicia social, refrendado en la Constitución de la República.
- El diálogo académico, el activismo social y el desarrollo de actividades artísticas, comunitarias y comunicacionales están dirigidos a visibilizar y a combatir todo tipo de discriminación por orientación sexual, identidad de género o su expresión en espacios familiares.



















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Ubaldo dijo:
1
15 de mayo de 2024
13:35:18
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