ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Flor también vive en cada círculo o casita infantil. Foto: Dunia Álvarez Palacios

De cara al cerco mortal que ni desiste ni logra destruirlo, encontremos a Flor Crombet, desbordado más allá de la espesura que envuelve al Alto de Palmarito, Yateras, donde selló su leyenda al filo de un mediodía, con la frente, el pecho y el tronco de un árbol joven por parapetos.   

Al margen de la tragedia del Alto de Palmarito, desde el 10 de abril de 1895, el sitio y lo sucedido allí parecieran piezas de un enigmático predestino. ¿Qué misterioso engranaje articuló a esta solitaria cumbre, con la clarinada de un Guáimaro en asamblea, ocurrida en la misma fecha, 26 años antes?

¡Qué prodigiosa corazonada tuvo del azar aquel 10 de abril de 1892, cuando, a la partida de Flor Crombet a la definitiva inmortalidad, lo adelantó, en tres años, el nacimiento del Partido Revolucionario Cubano!

¿Qué hilo hilvanó con tal lógica las consecuencias de los sucesos aquellos, con la apertura de los círculos infantiles en Cuba, el décimo día de abril, casi en el umbral de jornadas de combate y muerte por la vida y por la victoria en Playa Girón?

Pareciera que una fuerza mayor, acaso el sueño irrenunciable de un pueblo, alineó la inmolación de un General gallardo en Alto de Palmarito, con anteriores y futuros alumbramientos patrios.

Meditaba desde esa altura, poco después del amanecer de una mañana de abril, hace ya tres años, en pleno apogeo de la COVID-19, cuando vi llegar a una niña. Silenciosa colocó sobre el monumento a Flor un ramo de flores.

Cuando la pequeña se irguió frente al monolito, sus ojos parecían traspasar el mármol y un siglo y cuarto de historia, como si buscara respuesta para ciertas preguntas. ¡Qué misterio hermoso el de Palmarito!

Sin embargo, no debe buscarse a Flor solamente en ese Alto sagrado. Aquel rostro de insomnio por la fatiga, ahora mismo sonríe en cualquier círculo o casita infantil, instituciones que hoy arriban a sus 63 años de creadas.

Ese espíritu enaltecedor que heredaron los líderes de la Revolución, como Vilma y Fidel, impulsores de esa obra humanista, tiene sus cimientos en héroes como Crombet, que no dudaron en dar su vida, por la libertad de Cuba.

Aquellas manos recias, que en la manigua empuñaron machete y fusil, lo empuñan ahora en el surco que da sustento, o se tienden hermanas en lejanos confines.

La indumentaria mambisa puede ser hoy una bata de color verde blanco; un borrador, un laboratorio, una tiza. Y aquella gallarda voz, la del Parlamento que legisla justicia, enfrentado al cerco infernal que no puede rendirlo ni detenerlo. Flor es una metáfora de su pueblo.

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Lisardo dijo:

1

10 de abril de 2024

07:42:29


Excelente y sentido artículo. Mueve el alma por Cuba.