ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Ariel Piloto Sánchez tiene tres décadas de entrega al sector pesquero. Foto: Suárez Fernández, Claudia Thalía

Las callosidades en sus manos son la prueba fehaciente de haber capturado cientos de peces en más de 30 años.

«Desde que abrí los ojos estuve cerca del mar», relata Ariel Piloto Sánchez, pescador de la unidad empresarial de base (UEB), Habanapes, perteneciente a la Empresa de Desarrollo y Tecnología Acuícola (EDTA).

«Cuando era muchacho venía con mis padres, que trabajaban aquí.  Mi papá pescaba y mi mamá cocinaba», cuenta, sabiéndose heredero de un oficio de esos que, aun cuando la modernidad puje por apartar a los jóvenes de él, tiene un imán que no suelta con facilidad una vez que se conocen desde dentro los «oleajes» propios de la pesca.

Sin embargo, no fue hasta después del Servicio Militar que este mayabequense se incorporó al oficio en el Embalse Ejército Rebelde (conocido comúnmente como Paso Seco).

Comenta que pasó «buenos sofocos». «En una ocasión se hundió el bote por el alto oleaje, y perdimos grandes cantidades de peces», dice.

Piloto Sánchez confiesa dormir poco, pues pasa noches enteras trabajando. «A veces son las cinco o seis de la tarde y todavía estamos dentro del agua, porque cuando se captura un gran volumen de peces es difícil trasladarlo, hay que esperar por aguas tranquilas».

Ante la escasez de recursos o limitaciones en equipos y suministros, expresa que se ha implementado un sistema regulador, mediante redes, para controlar la captura pesquera en los embalses, potenciando los peces de mayor tamaño.

La UEB en la que trabaja Ariel, ubicada en el municipio habanero de Arroyo Naranjo, está dedicada al cultivo extensivo para peces de agua dulce, método de cría que tiene su base en el empleo de un entorno natural en el cual, hay un uso limitado o ausente de aportes externos, como alimentos preparados y tratamientos médicos.

La talla comercial promedio en Habanapes es de entre 600 y 700 gramos. No obstante, últimamente han presentado desafíos para lograr sus objetivos, debido a las condiciones climáticas adversas.

«La presa estaba baja y subió de pronto, fue un cambio demasiado duro, y se hace difícil para poder capturar la tilapia», dice.

A sus 53 años de edad, Ariel, el trabajador de más experiencia por esos lares, mantiene su espíritu joven y cuenta que algo muy gratificante para él es aumentar la producción, a fin de garantizar la sostenibilidad a largo plazo en el sector. La idea, dice, es «no parar la siembra de peces».

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