ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

La historia de América, según el escritor uruguayo Eduardo Galeano, es una larga guerra entre las fuerzas de la dignidad y aquellas que impiden a las primeras ser voces independientes. Lo de ser ecos y estar silenciados ha sido la maldición de los pueblos originarios que, a pesar de los genocidios del imperialismo, subsisten.

Hoy, el armamento del colonialismo no incluye necesariamente bombas. El neoliberalismo y la globalización apuestan por destruir tradiciones y capturar códigos.

Para reivindicar el pasado y mantener la conexión con la tierra de estos grupos sociales, existen proyectos de comunicación como Abya Yala Soberana.

El guatemalteco Ollantay Itzamná, miembro de este espacio de articulación continental, aseguró a Granma que la emancipación de los pueblos originarios no ha comenzado, ni siquiera con las famosas independencias, por lo que continúan en situación de colonizados y sus territorios son saqueados por las transnacionales.

«Es importante que los que cohabitamos en este continente nos atrevamos a mirarnos al rostro y, en la diferencia, pensemos nuevos proyectos de países para asumir nuestra diversidad como una potencialidad».

En ese mundo que sueña Ollantay, la comunicación de los movimientos de izquierda debe ser decolonial, lo que amerita que a nivel mundial se realice un proceso de deconstrucción interna.

Portemos o no celulares, dijo, todos podemos y debemos ser comunicadores del bien social y de lo justo. «Lo que ocurre es que la colonialidad nos ha sembrado que mientras no tienes título académico cualificado por una universidad, tú no puedes hacer comunicación, mucho menos entonces atreverte a hacer noticias».

No significa entonces que comuniquemos sin ser críticos. «Cada comunicador tiene que tomar posición, no puede quedarse con esa falacia de la objetividad de la noticia».

Los pueblos originarios, al igual que el resto de los pueblos, están en una situación de subalternidad y, en consecuencia, «nuestra comunicación tiene que ser política, de emancipación; es decir, debe acogerse a las agendas de los pueblos».

La comunicación decolonial, ante todo, es una comunicación liberadora, antimperialista, que persigue unas relaciones nuevas de género. El teólogo quechua concluyó que, para hacer comunicación, «uno tiene que asumir su identidad».

Despojados de sentidos no edificaremos jamás esa sociedad global consecuente con la premisa martiana de que «Patria es humanidad». La comunicación que se haga desde la izquierda debe ser eco y tribuna de los oprimidos.

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