El genial ajedrecista cubano José Raúl Capablanca y Graupera está entre las glorias del llamado juego ciencia del cual fue campeón mundial de 1921 a 1927 y falleció en Nueva York, el 8 de marzo de 1942, hace 82 años, a causa de una hemorragia cerebral por graves desarreglos de hipertensión arterial.
En su carrera acumuló un total de 302 victorias, 246 tablas y 35 derrotas, ha sido el único campeón mundial que ha tenido Cuba y su trayectoria fue reconocida por la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE).
Por su aura de invencibilidad se le llamó «la máquina del ajedrez». Nació en La Habana el 19 de noviembre de 1888 y aprendió a jugar al ajedrez a la edad de cuatro años observando la técnica de su padre. Cuando el niño cumplió los cinco años, su padre comenzó a llevarlo al Club de Ajedrez de La Habana. A los mejores jugadores del club les fue imposible derrotarlo y en diciembre de 1901, a la edad de 13 años, derrotó al campeón nacional cubano Juan Corzo alcanzando así el título de campeón de Cuba.
Participó luego en torneos internacionales en Europa derrotando a varios de los mejores jugadores del Viejo Continente y consiguió la categoría de Gran Maestro. Terminó sus estudios de bachiller en el Instituto de Matanzas, y como su familia no disponía de recursos para permitirle estudiar en el extranjero, su mecenas Ramón Pelayo de la Torriente financió su formación en Estados Unidos para que en el futuro gestionase sus negocios azucareros en Cuba.
Cursó la secundaria en la Escuela Woody Cliff de Nueva Jersey, aspirando a entrar en la Universidad de Columbia para seguir la carrera de Ingeniería, pero por su pasión en el juego ciencia solo cursó los dos primeros años. A los 20 años, en 1908, derrotó a Frank Marshall, el mejor ajedrecista de Estados Unidos, y fue la posterior insistencia de Marshall lo que permitió al joven Capablanca participar en el torneo de San Sebastián, España, en 1911 y donde se alzó con el primer lugar en solitario.
Entre 1912 y 1915 publicó una revista de ajedrez en La Habana. En septiembre de 1913 consiguió un trabajo en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, cuyo sueldo le permitió seguir disfrutando de su pasión ajedrecística y realizar algunos viajes al exterior en busca de nuevos desafíos. Durante la Primera Guerra Mundial permaneció en Nueva York, donde ganó varios torneos de ajedrez entre 1915 y 1918. Se mantuvo luego ocho años invicto, entre 1916 y 1924.
Ganó el campeonato mundial de ajedrez en 1921, a los 32 años, tras derrotar en La Habana al alemán Emanuel Lasker quien llevaba 27 años como monarca. Capablanca es el único ajedrecista que ha ganado el título mundial en calidad de invicto.
Ese año publicó su obra Fundamentos del ajedrez y en diciembre contrajo matrimonio en la capital cubana con Gloria Simoni Betancourt. Tuvieron un hijo, José Raúl, en 1923, y una hija, Gloria, en 1925, pero el matrimonio terminó en divorcio. También por ese tiempo perdió a su padre y a su madre.
Capablanca continuó compitiendo y ganó, entre otros torneos, el New York International en 1927. Ese año perdió su título mundial en Buenos Aires frente al Gran Maestro ruso emigrado Alexander Alekhine, en un encuentro que duró tres meses y quien nunca le quiso dar la revancha para reconquistar el título.
Por su genio precoz, fue apodado «el Mozart del ajedrez», en su intensa vida ejerció como embajador de Cuba, participó como actor en la película Chess Fever (1925) y se casó en 1938, en segundas nupcias, con la princesa rusa Olga Chagodayev, quien lo inspiró a competir de nuevo.
Según el propio Capablanca el origen del ajedrez no se conoce. «Se sabe únicamente que, tres mil años antes de Jesucristo, ya se jugaba en el mundo. Y, sin embargo, a pesar de la universalidad del ajedrez, nos encontramos que pueblos como la India y China tienen un ajedrez diferente», explicó el famoso cubano en una entrevista en 1932.
Su mayor sesión de partidas simultáneas, según reveló en esa entrevista al diario español ABC, fue en febrero de 1922, en Cleveland. «Jugué yo solo contra 103 jugadores. Gané 102 partidas, y una quedó en tablas. Pero aquello fue una casualidad. Estaba allí representado todo Ohio, y había jugadores de todas clases, fue muy interesante», comentó.
El campeón contó entonces al periodista que «viajé a los Estados Unidos, para aprender en la Universidad de Columbia la carrera de ingeniero mecánico y luego químico y, por disgustos que tuve, familiares, el año 1908, yo, que había jugado aquí varias veces y observé que siempre ganaba, me dediqué de lleno al ajedrez, y pronto gané al campeón americano» (Frank J. Marshall, con score de 8 por 1, con 14 tablas). “Entre los años 1908 y 1918 es cuando yo intensifiqué más mi juego», acotó.
Sobre si es difícil el ajedrez, Capablanca respondió: «Muy difícil, pero no es tan complicado como la gente cree. Claro que hay que aprenderlo con un maestro y estudiarlo con libros, pero llega un momento en que, terminada la técnica, queda solamente la parte personal de cada uno: la iniciativa, el golpe de vista, la concentración, la rapidez, el dominio del juego». Y recomendó finalmente que «debería enseñarse en las escuelas, para que el niño se acostumbre a pensar y a organizar sus pensamientos».
Falleció en Nueva York el 8 de marzo de 1942, a los 53 años, por una hemorragia cerebral y ataque cardíaco en el Club de Ajedrez de Manhattan y sus restos fueron trasladados luego al Cementerio de Colón en La Habana donde descansan y reciben la admiración y cariño de su pueblo.
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