
Campechuela, Granma.–Para Rosa María Ferrer González no existe un lugar donde se sienta más realizada que entre las casas de caldera, los molinos y el resto de la maquinaria productiva del central Enidio Díaz Machado, de este costero municipio.
Allí llegó en 1984, y desde hace ya casi 20 años dirige el área de fabricación, arropada no solo con su sensibilidad de mujer, sino también con la exigencia de una verdadera líder azucarera que no sabe de descansos ni de domingos en el hogar, cuando se encuentran en tiempos de zafra.
«Lo más difícil de trabajar al frente de tantos operarios, obreros y técnicos ha sido lograr que todos me respeten y cumplan con la disciplina tanto tecnológica como laboral. Ello, por supuesto, ha implicado mucha consagración a mi labor, y dar siempre el ejemplo», asegura a este diario la curtida ingeniera en Proceso Agroindustrial, quien dirige a más de 80 trabajadores azucareros.
«Hoy cuento con un equipo de trabajo capaz y consagrado que sabe que, ante la prioridad de producir azúcar, a mí me pueden llamar a cualquier hora a mi casa para resolver un problema del proceso fabril. Por eso digo que, para el central, no tengo horarios.
«Además, creo que el mayor peso de la producción de azúcar recae en el área de fabricación, la cual se encarga de procesar los jugos de caña, y a veces estos no son buenos, por lo que tenemos que tomar medidas en el momento, para lograr que la eficiencia y la calidad del crudo no se vean afectadas.
«Esa es mi prioridad y así lo exijo y defiendo a todos los niveles», afirma Rosa, con la palabra precisa de una directiva.
Sus mayores dolores de cabeza son «llegar al central y que existan retrasos en la producción debido al tiempo perdido por rotura industrial, o que no se haya cumplido la tarea diaria».
Al filo de sus casi 60 años, Rosa no solo vive orgullosa de pertenecer a la empresa agroindustrial azucarera Enidio Díaz Machado –una de las más estables en el país en los últimos años–, sino que, además, agradece la posibilidad de ejercer un liderazgo construido desde el sacrifico, el respeto y la confianza.
«Para las mujeres no hay puestos inalcanzables, ni metas imposibles, pues hemos demostrado que donde está la mano, el pensamiento y la entrega nuestra, se buscan soluciones y se saca adelante cualquier tarea que nos haya tocado».
Ella que sabe de otros amores tan dulces como el azúcar que contribuye a producir. Habla conmovida de sus mellizas Karla y Kira, a quienes acogió desde el corazón de una mujer que no ha necesitado nunca la consanguineidad para sentirse madre.
«Mis hijas son mi fuerza y mi inspiración, por eso para mí no existe mejor reconocimiento que su mirada de orgullo cuando, incluso en plena madrugada, me han visto alistarme y salir rumbo al central».
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Victor Carmenates David dijo:
1
7 de marzo de 2024
18:24:38
Reynaldo Rojaa dijo:
2
1 de abril de 2024
22:37:26
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