ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Magdalys y su pequeño Antonio Fabián. Foto: Germán Veloz Placencia

Holguín.–Cuando aparece con su fresca sonrisa, a nadie se le ocurre pensar que Magdalys Alcántara Darromán ha padecido adversidades, pero las ha vivido y enfrentado. Así reconoce que, en la lucha por vencerlas aprendió que mucho depende de la voluntad propia y que existen personas solidarias e instituciones sociales con funcionarios con verdadera vocación de servidores públicos.

De otra manera, no habría recorrido la ruta laboral iniciada en el puesto de trabajadora del Archivo General del Policlínico Pedro Díaz Coello, hasta recibirse de Técnico Medio en Enfermería y ser, hoy, parte del personal paramédico del Hospital Provincial Psiquiátrico.

«Aunque mi esposo trabaja, lo que yo ganaba en el Archivo era insuficiente, porque tengo dos hijos. Por eso estuve pensando en la posibilidad de superarme, cosa que no hice antes, por diferentes motivos. La primera convencida del cambio que necesitaba fui yo».

La oportunidad para iniciar la transformación llegó cuando conversó con un trabajador social de las áreas que atiende el policlínico, y le aconsejó ponerse en contacto con la Dirección Municipal de Trabajo y Seguridad Social, cuyos especialistas a cargo de la atención a personas vulnerables y la gestión de empleos y estudios para esos casos, la condujeron hasta lograr lo que deseaba.

Dice que, enseguida, notó en esos funcionarios los deseos de resolver su situación, de lo cual ya no tuvo duda alguna cuando le comunicaron con alegría que podía matricular en el curso por encuentros, para convertirse en enfermera, profesión que había vaticinado su abuela Nena, al verla, en varios momentos de la infancia, en juegos en los que «curaba» a las muñecas.

«Cuando conocí que podía matricular, enseguida, en el policlínico me dieron la aprobación, y el Director, tan contento como yo, me felicitó por el paso dado».

Luego comenzó una etapa verdaderamente dura, porque durante tres años, a partir de 2020, tuvo jornadas semanales divididas de modo tal que, los jueves y los viernes acudía a las clases en las instalaciones de la Filial de Enfermería Arides Estévez, de la Universidad de Ciencias Médicas de Holguín, y el resto de los días laboraba en el Archivo.

«El primer año fue el más difícil, porque tuve que adaptarme a estudiar sin dejar de cumplir los deberes en el centro de trabajo. Muchas noches, en las etapas de exámenes, cuando todos estaban dormidos, yo seguía estudiando. De todos modos, creo que me crecí y demostré que puedo vencer otras cosas que me proponga. Ya tengo 45 años y quiero terminar la Licenciatura en Enfermería. Eso está decidido».

«Mi papá y mi hermano dicen que mamá tiene mucha voluntad», dice Antonio Fabián, el menor de los hijos, quien habla esta vez pausadamente, como si quisiera esconder el dinámico y creativo comportamiento que exhibe mientras recibe lecciones de danza en la Escuela Vocacional de Arte de Holguín.

Hoy, mientras Magdalys cumple el Servicio Social en el Hospital Psiquiátrico, en una sala para pacientes agudos, tiene muy presente que, en su profesión, los conocimientos y la sensibilidad andan abrazados.

 

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