ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Los villareños cumplieron su deber con la Patria Foto: Archivo

Casi cuatro meses después de que Carlos Manuel de Céspedes diera el grito de Libertad o Muerte en su ingenio La Demajagua el 10 de octubre de 1868, entre el seis y siete de febrero se produjo el histórico instante en que los villareños se alzaron en armas contra España, en la zona de San Gil, territorio cercano a Santa Clara.

La proeza realizada por Miguel Gerónimo Gutiérrez, jefe de la Junta Revolucionaria de Villaclara; Eduardo Machado Gómez, Antonio Lorda, Carlos Roloff, Arcadio García, Tranquilino Valdés, Honorato del Castillo y Federico Fernández Cavada, entre otros patriotas que decidieron secundar a los orientales y camagüeyanos alzados en armas contra España para tener una Cuba libre, fue de los más masivos y organizados, donde sus principales dirigentes demostraron la grandeza que los caracterizaba, al dejar bienes y comodidades por la vida azarosa de la manigua en aras de la independencia Patria.

Durante algún tiempo, los revolucionarios de esta región habían esperado indicaciones desde La Habana para levantarse en armas, pero la Junta Revolucionaria habanera, que dirigía José Morales Lemus, no concretó acción insurreccional alguna, razón que llevó a los líderes de la Revolución en esta parte del país, a decretar el inicio de las hostilidades ante el peligro inminente de ser descubiertos y encarcelados.

Fue así, como a partir de los primeros días del segundo mes del año, se intensificaron los preparativos para la insurrección. Un día después del alzamiento inicial, el siete de febrero de 1869, los revolucionarios de Villaclara se concentraron en Cafetal González, hacienda propiedad de José González, cercana a Manicaragua, sitio donde se reunieron más de cinco mil compatriotas, contando para la insurrección con cerca de 200 armas de fuego, casi todas escopetas.

Una de las principales dificultades en aquello momentos era la carencia de armas; a lo que se añadía la poca calidad de la pólvora obtenida. Fue entonces que se convino con Federico y Adolfo Fernández Cavada, jefes de Trinidad y Cienfuegos, respectivamente, que cada contingente operase en su distrito.

Ante el alzamiento, los enemigos maniobraron mediante insidiosas proposiciones de paz provenientes del coronel Francisco Mataos, comandante general del Departamento, las que fueron respondidas con energía por los revolucionarios, quienes dieron a conocer su determinación de reputar como delito de traición a la Patria, todo trato con el enemigo que no estuviese basado en la independencia.

En un inicio, algunos patriotas como Miguel Gerónimo Gutiérrez, Arcadio García y Tranquilino Valdés, se pronunciaron por replegarse a Oriente con el propósito de solicitar a Céspedes pertrechos de guerra y luego regresar y combatir a los españoles en el territorio villareño; mientras otros liderados por Carlos Roloff y Eduardo Machado, opinaban que debía avanzarse hacia Occidente, iniciativa frustrada ante la indecisión del doctor Antonio Lorda, por lo cual, al final se acordó la marcha hacia Camagüey.

Poco antes de marchar hacia el oriente, el mayor general Carlos Roloff, al mando del Estado Mayor para todas las tropas villaclareñas, protagonizó la toma del poblado de Santo Domingo, el 17 de febrero de 1869, que fue el primer encuentro de importancia de la bisoña tropa. Hubo también un segundo combate, en el ingenio Ruiz de Palacio, en San Gil, sitio cercano a la ciudad de Santa Clara, el cual también terminó en una victoria.

Un informe de balance de la guerra, firmado por Carlos Manuel de Céspedes y dirigido a la Junta Revolucionaria de La Habana, exponía que a mediados de marzo de ese año 1869 había en la zona de Remedios otras cinco partidas revolucionarias que comenzaba operaciones contra España, con los cuales, el después presidente de la República de Cuba en Armas, consideraba insurreccionada básicamente a la región.

El levantamiento de los patriotas villareños fue de gran importancia para los independentistas cubanos, ya que con él se obstaculizaba la ayuda que Occidente pudiera mandar para las tropas españolas que se batían en el Oriente y en el Camagüey, además de acercar la guerra al lugar donde se concentraba la mayor riqueza económica de la Isla.

Una muestra del prestigio de los villareños, fue que de los cinco miembros de la Junta Revolucionaria de Villaclara,— Miguel Gerónimo Gutiérrez, quien fuera primer vicepresidente de la República de Cuba en Armas, Eduardo Machado, Arcadio García, Tranquilino Valdés y Antonio Lorda, murieron en la contienda bélica del 68.

A esa pléyade de patriotas, se unieron luego, en las tres guerras contra España, figuras tan excelsas de la Revolución como Serafín Sánchez, Francisco Carrillo, Juan Bruno Zayas, Emilio Núñez, Federico Fernández Cavada, José Lacret y Ramón Leocadio Bonachea, entre otros.

Fue precisamente el santaclareño Bonachea, protagonista el 15 de abril de 1879 de una de las páginas más heroicas de aquella contienda, la Protesta de Hornos de Cal, acerca de cuya hazaña el Apóstol de nuestra independencia, José Martí sentenciara: «Con menos recursos que Maceo, menos prestigio, menos ascendiente, persistió por más tiempo, en el gesto supremo y no arrojó nunca un ápice de sombra sobre aquella página que no cede ni ante la hazaña estupenda de Baraguá».

COMENTAR
  • Mostrar respeto a los criterios en sus comentarios.

  • No ofender, ni usar frases vulgares y/o palabras obscenas.

  • Nos reservaremos el derecho de moderar aquellos comentarios que no cumplan con las reglas de uso.