ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Fieles a sus tradiciones celebran los camagüeyanos estos 510 años, un pueblo que se sabe auténtico habitante de una Villa Patrimonio Cultural de la Humanidad. Foto: Rodolfo Blanco Cué

Cuenta la historia que el heraldo de Diego de Ovando, a nombre del Rey, leyó el pregón de Diego de Velázquez que declaraba instalado el Ayuntamiento, formado por un alcalde, dos regidores, un escribano y un aguacil. Así surgía Santa María del Puerto del Príncipe, una de las siete primeras villas de Cuba, el 2 febrero de 1514, en el cacicazgo de Mayanabo, Punta de Guincho; actualmente, Nuevitas.

Se constituyó también la parroquia cuyos funcionarios reales eran un tesorero, un contador, un factor y un veedor. A los indios siboneyes que allí vivían se les obligó a edificar bohíos de yagua y guano que servirían de ayuntamiento, iglesia y viviendas para los 55 españoles solteros que ocuparían el territorio. Dos años después, según el manuscrito de Balboa Troya, habitaban la Villa 97 castellanos.

 

LA VILLA VIAJERA

A pesar de su envidiable ubicación geográfica inicial, la falta de agua potable, los mosquitos y las tierras que no eran muy buenas hicieron que Santa María del Puerto del Príncipe se mudara, en marzo de 1516, al cacicazgo de Caonao.

En Caonao, los españoles se apropiaron de los mejores bohíos y comenzaron a repartirse los indios entre los vecinos, a manera de las famosas encomiendas. A estos últimos se les obligó a plantar yuca, maíz, tubérculos, caña de azúcar, algodón y otras frutas, con maltratos incluidos. Este abuso llevó a que se sublevaran en enero de 1538. Los siboneyes quemaron la villa y los vecinos se vieron forzados a abandonar el Caonao; de allí les llegan las herencias independentistas y anticolonialistas a los camagüeyanos.

El 6 de enero de 1538, al mediodía, después de marchar toda la noche perseguidos por los nativos, los españoles finalmente llegaron al cacicazgo de Camagüebax, quien los recibió generosamente y les dio tierra para construir sus viviendas. Quedaba establecida, de esta manera, la Villa de Santa María del Puerto del Príncipe.

Buenas tierras, llanas y distantes del mar, casi al medio de la Isla, facilitaron además de la explotación minera del oro, el desarrollo de la agricultura y sobre todo la ganadería. Ya en el año 1741, habitaban esa área 13 000 personas.

Destacan un singular trazado irregular de las calles estrechas que enlazan plazas y plazuelas y semejan un plato roto, característica que se mantiene en el actual centro histórico de la ciudad, singularidad esta que resaltó para la declaración por la Unesco del casco histórico camagüeyano como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

 

UNA VILLA QUE SE RENUEVA

Con la premisa de afianzar y promover los valores identitarios, se concibieron las celebraciones y la campaña comunicacional por el aniversario 510 de la Villa, porque es el ciudadano el centro del desarrollo en el actual Camagüey, a partir de su rol de conservador de la ciudad y de las principales tradiciones.

La urbe celebrará su cumpleaños luego de tener un fuerte movimiento constructivo que restauró, modificó, modernizó y creó espacios para el disfrute de citadinos y visitantes, también en ese empeño por convertirse en destino turístico. Destacan el remozamiento de las pizzerías Hatibonico y la Piazza, el Dimar, además de retocar la pintura en varias de las principales arterias del centro de la ciudad.

Tres de las obras resaltan por su envergadura, dos de ellas ya listas: el parque Coppelia y la plazoleta del Teatro Principal, mientras que en el policlínico José Martí, la de mayor impacto social, se continuará laborando y se inaugurará más adelante.

Según explicó José Rodríguez Barreras, director de la Oficina del Historiador de la Ciudad, la intervención en el antiguo parque Las Cubanitas, hoy Coppelia, fue de cambio total del espacio -con aprovechamiento de algunos elementos constructivos anteriores-, ambientado con símbolos alegóricos al Ballet;  con diseños del pavimento, bancos y jardineras, jardinería; cambio de la matriz energética para la iluminación con paneles solares, con obras escultóricas referentes al tema y la colocación de una pantalla audiovisual de gran formato.

Además, se restauró toda la iluminación del eje Ignacio Agramonte, desde la Plaza de la Solidaridad hasta la Plaza de los Trabajadores. La casa natal de El Mayor, aledaña al sitio, también se benefició con la reparación de la carpintería, pintura e iluminación de su fachada. Así mismo se cambió el asfalto en el entorno de la iglesia de la Merced, con la colocación de nuevos bancos y la reparación de las aceras de la calle Ignacio Agramonte.

Un nuevo diseño del espacio con pavimentación en mármol, bancos de albañilería y sobres de mármol, jardinería, iluminación, construcción de cisterna, aceras y pintura tiene ahora el parque situado frente al Teatro Principal.

«El nuevo diseño del espacio urbano destaca la majestuosidad que define al Teatro. Se construyeron jardineras para la siembra de vegetación arbórea, con el propósito de proveer de sombra a los bancos que se colocaron.

La obra que más beneficia a la población es la intervención que se lleva a cabo en el policlínico José Martí, cerrado hace ya unos meses, lo que obliga a la población del centro de la ciudad a desplazarse varios kilómetros para acceder a los servicios de Salud.

La edificación, con valores arquitectónicos e históricos, se encontraba en peligro de derrumbe, sobre todo el Cuerpo de Guardia, el lateral izquierdo y el fondo. La restauración incluyó la cubierta total con rasillas y mantas impermeables, la reparación de la electricidad de todas las áreas, la elaboración y colocación de la carpintería de madera, así como la reparación de la carpintería de aluminio.

Fieles a sus tradiciones celebran los camagüeyanos estos 510 años, un pueblo que se sabe auténtico habitante de una Villa Patrimonio Cultural de la Humanidad y que, como tal, hay que conservar.

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