Tras el desembarco el 2 de diciembre de 1956 en una zona de pantanos y manglares, los 82 expedicionarios del yate Granma, exhaustos por la larga travesía y el mal tiempo, emprenden una difícil marcha para llegar a tierra firme y Juan Manuel Márquez y otros siete revolucionarios solo logran reunirse con el resto hasta dos días después.
Ya todos en la costa deciden atravesar un cañaveral y reponer energías con sus cañas, dejando un rastro que aprovechan las tropas de la dictadura de Fulgencio Batista para seguirlos, intentar cercarlos, y entablar combate con los revolucionarios que luchan por la vida y por cumplir su misión.
Juan Manuel Márquez, segundo jefe del Movimiento 26 de Julio y de los expedicionarios del yate Granma, convence a Fidel Castro de que debían retirarse y él se queda de último para cubrir la retirada de sus compañeros, combatiendo hasta agotar sus balas.
Durante varios días deambula desorientado por los inhóspitos parajes del sur oriental, huyendo de los soldados que le persiguen con saña, acosado por el hambre y la sed, sin lograr contactar al resto de sus compañeros ni encontrar el rumbo hacia la Sierra Maestra. Finalmente es detectado y asesinado con solo 41 años, el 15 de diciembre de 1956.
Juan Manuel Márquez Rodríguez nació en Santa Fe, al oeste de La Habana, el 3 de julio de 1915. Hijo de una maestra y un obrero torcedor de tabaco, desde muy joven conoce la vergonzosa realidad que sufría el pueblo de Cuba y comienza una intensa vida política en Marianao adonde se mudan.
Con 16 años de edad se incorpora al movimiento insurgente contra la tiranía machadista. Si bien ese movimiento no alcanza los objetivos proclamados por la pésima dirección de sus jefes, sirve para probar la firme actitud del joven marianense y su inconformidad política. Tras el fracaso de la insurrección armada, las fuerzas represivas del régimen allanan la casa de Juan Manuel, quien, junto a su padre, es conducido a prisión por primera vez.
En el municipio de Marianao desarrolla una buena parte de su vida política. Las calles y los barrios marianenses guardan innumerables recuerdos y anécdotas de su batallar, merecedor de ser reconocido como patriota insigne del territorio, aunque su obra trasciende los límites locales y alcanza dimensión nacional en la lucha contra la tiranía batistiana y por la liberación nacional.
A finales de 1931 en Marianao se crea el Sector Radical Estudiantil, organización antimachadista integrada por adolescentes, y Juan Manuel es uno de sus miembros más destacados. Funda y dirige el periódico Radical, publicación que tuvo una vida efímera, pues fue ocupada por la policía.
Por sus labores conspirativas, el 8 de abril de 1932 es detenido y conducido al presidio de Isla de Pinos. Con solo 17 años Juan Manuel era el más joven de todos los presos políticos en el mal llamado Presidio Modelo. El rigor de la cárcel hace crecer su rebeldía y madurez política en acción y pensamiento.
Después de la caída de Machado, la reacción interna, en contubernio con Estados Unidos, trata de frustrar el impulso revolucionario del pueblo cubano.
Juan Manuel, con apenas 18 años, está entre quienes no se dejan frenar y asume la secretaría general del Sector Radical Estudiantil.
Conocedor de la importancia de la prensa, crea otro periódico: Catapulta, donde expone y transmite su pensamiento político. En el primer número, en noviembre de 1933, Juan Manuel escribe: «No abandonaremos nuestra pluma mientras no obtengamos la realización del programa revolucionario que nos impusimos al principio de la lucha, a no ser que la esterilidad de la misma nos demuestre la necesidad de medios de acción más radicales».
Convertida en poderosa arma, su pluma encuentra trinchera en el semanario El Sol. En las páginas de ese periódico marianense, el 14 de abril de 1934 escribe un artículo titulado Banderas a media asta, donde expone que Cuba dejó de ser colonia española para convertirse en una factoría del imperialismo yanqui y denuncia la posición del gobernante de turno.
Antes de cumplir los 20 años, comprende que la justicia social y la verdadera democracia solo se alcanzará con la toma del poder. Estas definiciones determinan su incorporación al Ala Izquierda Estudiantil.
En busca de nuevos espacios y alternativas de lucha, Juan Manuel ingresa en la Hermandad de los Jóvenes Cubanos, desde donde participa en el empeño de unir a los jóvenes y educarlos en un espíritu revolucionario. En Marianao se convierte en uno de los luchadores más notorios del municipio.
El 13 de marzo de 1936 es arrestado nuevamente y sentenciado a ocho años de reclusión en Isla de Pinos, en su segunda vez tras las rejas del Presidio Modelo. Las fuerzas revolucionarias marianenses desatan una fuerte lucha por su libertad y, aunque no logran su absolución, al menos hacen que la condena sea reducida a la mitad. En virtud de una ley de amnistía, Juan Manuel sale de presidio en los últimos días de diciembre de 1937.
En la búsqueda de nuevas trincheras de combate se afilia al Partido Revolucionario Cubano (Auténtico), creyendo que la plataforma programática y el lema proclamados por este partido coincidían con sus convicciones.
En las elecciones de junio de 1944, los sectores más radicales del partido y los marianenses con sentimientos progresistas presentan a Juan Manuel como candidato a concejal. Cuando es elegido, sus primeras palabras fueron para ratificar su condición de luchador revolucionario. Siempre inclaudicable, no admitía sobornos ni amenazas, y al percatarse de que Ramón Grau San Martín había incumplido sus promesas al pueblo, renuncia a seguir militando en sus filas y hace públicas las causas de su abandono.
Siempre buscando métodos más radicales de lucha, Juan Manuel apoya los planes elaborados por el movimiento nacional revolucionario, liderado por el profesor Rafael García Bárcena, para atacar y tomar la mayor fortaleza militar de Cuba, el Campamento de Columbia, enclavado en Marianao. La acción estaba prevista para el domingo 5 de abril de 1953, y ya desde el sábado 4 de abril, Juan Manuel tenía 250 combatientes situados en distintos lugares del municipio en espera de la orden para entrar en acción. Al fallar los planes de García Bárcenas para asaltar el Cuartel Columbia sigue conspirando.
A partir del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, el 26 de julio de 1953, se hace más encarnizada la persecución a Juan Manuel, a pesar de que este no está entre los asaltantes.
El 15 de mayo de 1955, después de casi dos años de cárcel, la presión popular logra la excarcelación de Fidel Castro y el resto de los moncadistas. Al día siguiente, Fidel llega a La Habana con el propósito de continuar la lucha, «aun al precio de la existencia».
El 5 de junio, en horas de la noche, Juan Manuel Márquez es apresado por los sicarios del régimen que le propinan una brutal golpiza. Como consecuencia de las lesiones es ingresado en la Clínica Santa Emilia.
La tarde del 7 de junio de 1955 en la clínica donde estaba hospitalizado recibe la visita de Fidel Castro. Cuentan testigos que Fidel, después de condenar el hecho e intercambiar impresiones, pidió que le dejaran hablar a solas con Juan Manuel. Pleno fue el entendimiento entre los dos revolucionarios. Tanto, que el 12 de junio, al crearse la Dirección Nacional del Movimiento Revolucionario 26 de Julio (M-26-7) es nombrado segundo jefe de esa organización.
Viaja a México donde inmerso en la misión de recaudar fondos para adquirir armas y equipos de guerra, trabaja intensamente con los emigrados. También, junto a Fidel, participa en la búsqueda y selección de los lugares para el alojamiento y el entrenamiento de los futuros expedicionarios. Sus múltiples ocupaciones como segundo jefe no le impiden participar activamente en el riguroso entrenamiento militar al que se someten todos.
Entre los días 21 y 23 de julio de 1956, a causa de una delación, la policía federal mexicana realiza un operativo para detener a Fidel Castro. Los agentes policiales allanan casi todas las casas que guardaban armas. Solo Juan Manuel Márquez, Raúl Castro y Héctor Almada logran escapar de la redada.
Los planes para la expedición se aceleran, aunque aún los revolucionarios han de enfrentar serios obstáculos antes de que el yate Granma pueda zarpar de Tuxpan para cumplir la palabra empeñada. Juan Manuel entonces exclama: «¡Qué difícil se hace para nosotros ir a morir por Cuba!»
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