Es una mujer inquieta, muy trabajadora, amante del orden, del buen hacer. Imprime mucha pasión a su trabajo y dedica a él la mayor parte de las horas del día y hasta las pocas que le quedan libres para el descanso.
Llegó a la Fiscalía hace 37 años, el 1ro. de agosto de 1986, con apenas 17 años; y, desde entonces, ha transitado en este órgano –bajo preceptos de esfuerzo y superación personal– todos los escalones, hasta llegar a la responsabilidad que asume hoy: Fiscal Jefa de ese órgano en la provincia de Las Tunas.
Aimara Georgina Pérez Sobrino ha escrito una hermosa historia de compromiso personal con una institución que arriba ya a su aniversario 50.
«Comencé a trabajar como mecanógrafa, pero me propuse crecer y aprender de todos los compañeros que me rodeaban. En la Fiscalía encontré orden, era un lugar serio, correcto, y todo eso me motivaba. Poco a poco fui logrando el reconocimiento de mis compañeros, y mientras más me adentraba en ese mundo, más me enamoraba de él».
La responsabilidad y la constancia de aquella joven hicieron posible que, de mecanógrafa, pasara a oficinista y, luego, que comenzara su carrera de Derecho en la modalidad de estudio por encuentros.
«Ya con mayor preparación pasé a ocupar una plaza de asistente de fiscal, y ahí, verdaderamente, comencé a vivir de cerca sus funciones, aunque yo de cierta manera siempre estuve cerca de ellos. Ya una vez graduada logré mi meta de poder ejercer como fiscal».
En esa función estuvo unos dos años, porque luego comenzó a asumir tareas de dirección, hasta que fue nombrada Jefa de la Fiscalía de Manatí, su municipio natal. Allí no quedó todo: por política de cuadros, pasó a ocupar un departamento en la provincia que, en aquel momento, se llamaba General de Control, y tras el cambio de estructura y funciones, quedó al frente del Departamento de Organización y Planificación.
«Me gustaba mucho, porque estaba al tanto de todo lo relacionado con la vitalidad del órgano, pero también llevaba implícita la actividad metodológica y, por lo tanto, tenía un dominio de la provincia completa.
Eso permitió que en 2016 me nombraran como Vicefiscal Jefa de la provincia, y que, en noviembre de 2018, pasara a ocupar este cargo como Fiscal Jefa en el territorio».
Preguntarle a Aimara qué significa para ella la Fiscalía es llevarla, ineludiblemente, a la emoción. Así lo describen sus palabras:
«La Fiscalía es una parte imprescindible de mi vida, y si tuviera que comenzar de cero otra vez para ser fiscal, así lo haría. Es un orgullo para mí pertenecer a este órgano en el que se evidencian tantos valores humanos, principios, entrega y compromiso. Aquí la gente tiene mucho sentido de pertenencia con lo que hace, son personas muy disciplinadas, estudiosas, y uno se enamora del trabajo. Se te van las horas y ni cuenta te das».
Sin embargo, la pasión no la ciega; sabe que se viven tiempos duros, y que el órgano que dirige tiene grandes retos por delante.
«El primero es prepararnos cada día más por todas las transformaciones legislativas que ha vivido el país, nada de lo que estudiamos está vigente. Por lo tanto, requerimos de miradas distintas.
«Nos toca también seguir trabajando con nuestros jóvenes; una generación que, en lo personal, admiro profundamente, y con la que siento mucho orgullo de compartir el día a día. Me alegro cuando triunfan, y me duele cuando algo no les sale bien. No le permito a nadie que deje de reconocer su valía, porque esos jóvenes están haciendo historia, y están haciendo Revolución.
«Hoy nos falta personal, es una realidad, pero no quiere decir en absoluto que se haya debilitado nuestra Fiscalía. Este órgano está más fuerte que nunca, más robusto y con personas dispuestas a enfrentar las adversidades, a crear y a vencer».
Sabe Aimara que en los tiempos en que vivimos son vitales el entendimiento, el respeto al otro, la diversidad de criterios. Por eso se ha superado a sí misma también en lo personal.
«Soy muy dada al diálogo, y eso es algo que he ido logrando con la experiencia y los años, porque tengo un carácter fuerte, pero enojarse o discutir no es el método. Hay otras maneras para lograr el entendimiento, para convencer».
Revolucionaria, fidelista, patriota, para ella el concepto de unidad tiene el más elevado de los significados y es, a la vez, ley de vida para los que amamos y defendemos a esta Isla.
«Cuando escucho la palabra unidad, el Comandante en Jefe viene de inmediato a mi mente, porque nadie como él nos enseñó su valor. Entonces nos toca defender esa idea de que todos los que llevamos sobre nuestros hombros la responsabilidad de proteger el orden constitucional cubano, estamos luchando por un objetivo común, defender la Revolución, aunque cada uno cumpla su rol. Unirnos es la única fórmula efectiva para vencer».
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