Lajas, Cienfuegos.–Cuentan que el poderoso don Tomás Terry Adams construyó el que hoy se conoce como central Ciudad Caracas, a pocos kilómetros del pueblo de Santa Isabel de las Lajas, en los cimientos del ingenio La Sabina, adquirido por la Ley de Hipoteca.
Entonces, el prominente emprendedor de origen venezolano inició un mejoramiento tecnológico e industrial de la fábrica de azúcar, sobre los inicios de los años 60 del siglo XIX, con la aspiración de convertirla en la mayor de su tipo en el mundo.
Con el triunfo de la Revolución, el otrora coloso azucarero cambió de propietario, y a partir de esa fecha sus trabajadores se convirtieron en los legítimos dueños, con un sentido de pertenencia que llega hasta nuestros días.
Por eso los «caraqueños» se afanan en cumplir cada zafra con el orgullo de saberse artífices de un azúcar de altísima calidad.
UNA FUERZA PUJANTE ALISTA LA MAQUINARIA
Cuando se aprestan a superar los 160 años de molienda, bajo el techo del central mecánicos, soldadores, electricistas, paileros, operarios y ayudantes, como una poderosa y pujante fuerza, se empeñan en el alistamiento de la maquinaria, aun cuando viven en carne propia las enormes limitaciones materiales que impone la situación económica del país, arreciada por el férreo bloqueo estadounidense.
Sin embargo, frente a cada obstáculo y barrera está la voluntad, la inteligencia y la creatividad de los azucareros, de modo que hoy se habla aquí de un 90 % de ejecución del cronograma de las reparaciones. No hay un rincón de la fábrica que escape a la misma decisión común de vencer, a pesar de la llegada a cuentagotas de insumos, piezas y recursos.
Así lo corrobora el mecánico montador Raúl Álvarez González, al frente de una brigada especializada de la Empresa de Servicios Técnicos Industriales (ZETI), quien señaló que van concluyendo, como metas, el cambio de dos tuberías de los tachos, el desplazamiento del eje central del cristalizador, y el tren de engrane de los molinos, entre otras tareas de envergadura.
La huella de este ingenioso colectivo quedó plasmada en la pasada contienda, cuando ellos mismos montaron una moderna centrífuga, la que, al decir de Álvarez González, se comportó de maravilla durante todo el proceso fabril de la anterior zafra.
Sin ningún tipo de alarde, atribuyó la eficiencia en el funcionamiento del equipo al esmero y la calidad con que se trabajó, aunque tuvieron que emplearse piezas y agregados recuperados.
LA CALIDAD EN LA REPARACIÓN GARANTIZA LA ZAFRA
El ingeniero Yoel Eduarte Negreira, administrador del central, indicó que confían en moler los 84 días planificados, con indicadores de eficiencia superiores al año anterior, respaldados por la calidad con la que han acometido la etapa de reparación industrial.
Mencionó entre los principales objetivos la remonta de la centrífuga de segunda, y el montaje de un transportador de bandas de goma en el basculador, en sustitución de la estera de tablillas.
Completan la lista de la restauración tecnológica de la fábrica, la construcción de carcasas de una de las calderas, asumida por los propios trabajadores; además de la modificación del conducto de aire de esa misma parte del área de generación de vapor.
Dentro de las novedades para la cercana zafra se encuentra el perfeccionamiento del sistema de protección, a fin de prevenir y evitar hechos delictivos. Para ello, fuerzas especializadas se encargaron de la instalación de cámaras de video en aquellos puntos considerados vulnerables, los que serán monitoreados desde un centro de control las 24 horas del día, por tres operadores en sus respectivos turnos, sostuvo Eduarte Negreira.
PRESENTE LA MUJER
En medio de toda esta vorágine de trabajo, también se hace sentir la participación de las mujeres. Justo en el laboratorio, su titular, la ingeniera Damaris Cardoso Martínez, se encarga de dar los últimos retoques de rutina al mantenimiento de los equipos de medición.
La experimentada profesional, con 30 años en el sector azucarero, no esconde el orgullo de ocupar un puesto clave en la fabricación del dulce.
Afirmó que interviene en todos los procesos y su control, tanto en el campo como en la industria. Por ejemplo, valora la caña plantada para definir la programación de corte, según su madurez, y posteriormente evaluar el rendimiento potencial de la gramínea.
Participa en la verificación de la calidad de la materia prima y su impacto en el pago al productor, y también la posible repercusión en los indicadores de eficiencia.
A su lado, cada paso, desde la extracción de los jugos hasta que salen los cristales de azúcar, es debidamente controlado por la veintena de especialistas que conforman este colectivo, integrado por ingenieros, técnicos medios y obreros calificados.
Cardoso Martínez comentó que, tradicionalmente, el central Ciudad Caracas se ha caracterizado por aportar a la economía un producto de altísima calidad. Por supuesto que en tales resultados su equipo tiene una incidencia directa, porque supervisan constantemente la marcha del proceso, y de ser necesario alertan sobre cualquier anomalía detectada.
Por lo pronto, y antes del pitazo de arrancada, se barajan entre los azucareros algunos números que entrañan desde ahora compromisos y metas.
Durante los días de operaciones para moler las 260 000 toneladas de caña –entre las propias y las de las empresas agroindustriales azucareras 5 de Septiembre, Elpidio Gómez y la vecina Ifraín Alfonso–, deben alcanzar un rendimiento industrial de 9,80, con un aprovechamiento del 60 % de la capacidad de molida diaria.
Si todo sale como se proyecta, el centenario ingenio lajero estará en condiciones de entregar al país 18 000 toneladas de crudo, de acuerdo con el plan de producción, aunque las ambiciones y los propósitos de los caraqueños son aportar un poco más.



















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Armando amieva dijo:
1
13 de noviembre de 2023
07:21:37
Eddy dijo:
2
13 de noviembre de 2023
13:25:05
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