Las Tunas.–A sus 34 años, el joven diputado y director municipal de Finanzas y Precios, Alain Rodríguez Hernández, no tiene recuerdo alguno similar a lo ocurrido el pasado 9 de junio en su natal Colombia, al sur de Las Tunas.
Aunque asegura que muchas veces ha visto crecer el río Tana y sobrepasar algunas zonas bajas, jamás imaginó que sus aguas pudieran alcanzar tan rápidamente los niveles insospechados a los que llegaron ese día; pues, según nos cuenta, desde el año 94 no ocurría nada como eso.
«Comenzó a crecer en horas de la madrugada y, ya en la mañana, aún temprano, las aguas casi llegaban a los muros del puente más alto de la cabecera municipal. En los alrededores del parque el agua tenía la altura de una bota, y en las áreas de la sede de la Asamblea Municipal llegó hasta la cintura», nos cuenta, aún con la vivencia fresca. Sin embargo, lo inesperado de los acontecimientos no hizo mella en la voluntad de los colombianos, como también narra Alain Rodríguez.
«De inmediato todo el mundo, autoridades y pobladores, se volcó a tratar de minimizar los riesgos. Se pusieron medios en función de desobstruir el cauce, intentando quitar escombros, árboles caídos, malangueta, que se acumularon y estaban generando una especie de represa que hubiera complejizado más la situación, sobre todo en el centro del poblado, donde están la panadería, las tiendas recaudadoras de divisas, otras entidades y las propias viviendas.
«Hubo apoyo a los compañeros de los tractores que luchaban por sacar esos escombros, incluso un trabajador por cuenta propia les donó una caja de helado, porque era admirable su agilidad y dedicación para cumplir con la tarea», nos cuenta. Sin embargo, lo más preocupante estaba por llegar.
«Hubo un momento en que comenzaron a inundarse las casas de las calles que colindan con el río, específicamente la Zona de Defensa 02. Su presidente, muy joven, y director municipal de Vivienda, además, actuó rápidamente, y con la ayuda de medios que el municipio puso a su disposición, comenzaron a trasladar a los residentes de los lugares que se iban a inundar.
«La mayoría fue hacia viviendas de familiares, amigos, vecinos de otras zonas, fue una ola de solidaridad que fluyó más rápido que el río, pues se trabajó contra el tiempo.
«También se habilitó el Politécnico como centro de evacuación, y se llevó hacia el hospital, de modo temporal, a las personas encamadas o con situaciones serias de salud. Antes de que el agua impidiera el paso, se movió un equipo médico al centro de evacuación».
Admirable –dice este joven que, en su doble condición de diputado y cuadro, también se mantuvo trabajando– fue la actitud de las autoridades locales, que nunca se dejaron amilanar por la gravedad de la situación.
«Vimos a las autoridades locales moverse de un lado a otro, a pesar de las adversidades. Algunos de ellos con sus propias viviendas inundadas, pero priorizando el deber con el pueblo, antes que sus situaciones personales.
Vimos trabajadores resguardando recursos de sus entidades, los mismos de la panadería fueron muy ágiles, con mucho sentido de pertenencia.
«Lo ocurrido nos deja la enseñanza de que todo lo que podamos hacer para prever situaciones de este tipo debemos trabajarlo siempre con antelación.
Que los ejercicios de preparación como el Meteoro son vitales, porque después la práctica te demuestra la utilidad de la labor preventiva desde la zona de defensa, la comunidad, las estructuras de nuestras circunscripciones.
Ese trabajo mancomunado disminuyó de forma notable las afectaciones. «La mejor lección de estos días, para los colombianos y para todos los que vivieron situaciones similares, es que, unidos, solidarios y con disciplina, es posible hacerle frente a cualquier situación que se presente».



 
                        
                        
                        
                    





 
     
    










COMENTAR
Responder comentario