ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Alcibiades Guilart ha demostrado en su finca cómo el manejo adecuado del suelo multiplica el rendimiento de las cosechas. Foto: Mailenys Oliva Ferrales

Guisa, Granma.–Para llegar a la finca La Victoria –enclavada en la comunidad de Los Pajales, de este montañoso municipio granmense– no hacen falta muchas señas. La calidad de las producciones y los elevados rendimientos obtenidos allí por el campesino Jorge Luis Arcia Suárez la han vuelto famosa entre los habitantes de esa zona de la precordillera.

«No siempre fue así. Esta finca pasó de ser muy improductiva hace años, a convertirse en 2022 en la primera de su tipo en la provincia de Granma en obtener la condición de área iniciada en el manejo sostenible de tierras», explicó con orgullo a este diario Jorge Luis, mientras observaba el terreno donde pronto comenzará la siembra de cultivos varios.

«Estaba esperando unas semillas de frijoles que alcanzan muy buenos rendimientos, pero si no es frijol siembro boniato, yuca, maíz o lo que caiga; porque aquí lo que se siembra suele tener la cosecha garantizada», aseguró el curtido productor, integrante de la cooperativa de créditos y servicios Braulio Curuneaux, de Guisa.

Esa confianza con la que cultiva sus tierras Arcia Suárez ha sido el fruto de más de una década de labor sostenida en la conservación y el mejoramiento de suelos, en las poco más de dos hectáreas que ocupan su finca (2,19 hectáreas dedicadas a la producción de cultivos varios, y 0,25 hectáreas en usufructo, para uso forestal), actualmente devenida polígono demostrativo y referente de buenas prácticas agroecológicas en la oriental provincia de Granma.

Según señaló el propio Jorge Luis, cuando en el año 2012 comenzó con el mejoramiento, manejo y conservación del suelo, en La Victoria la tierra era totalmente improductiva, y estaba afectada por un alto nivel de erosión y degradación.

Por su ubicación –situada en terrenos irregulares, con inclinación en forma de pendiente–, allí se llevó a cabo la introducción de barreras vivas (con vetiver, una planta que funciona como una pared, para evitar la erosión) y barreras muertas (con tranques de piedras), además de la aplicación de materia orgánica.

«De esta manera logramos que cuando llueve el agua no corre, sino que se infiltre en el suelo, lo que contribuye a que haya más permanencia de la humedad y disminuya el empleo de sistemas de riego; además, con el empleo de estas barreras se reducen casi a cero las plagas y enfermedades en las plantaciones», apuntó el campesino, quien también ejemplificó con cifras el positivo impacto de la aplicación de esas medidas.

«El salto ha sido descomunal. De tener nulas producciones pasé a obtener muy buenos rendimientos en el frijol, con 1,2 toneladas en una hectárea; y en el maíz 3,6 toneladas. Y la más sorprendente fue la primera incursión, el año pasado, en la siembra de papa ecológica, con la que logré alcanzar 28,8 toneladas en una hectárea».

«Por otra parte, yo mismo produzco la materia orgánica y elaboro el compost para aplicárselo al suelo, por lo que no necesito invertir en ningún fertilizante químico. Eso no quiere decir que todo esté resuelto en la finca, pero sin duda, desde mi experiencia, puedo decir que la conservación del suelo se revierte luego en buenas cosechas», concluyó Arcia Suárez.

De ello también da fe Norbelis Reyes Vera, especialista de la delegación provincial del Ministerio de Ciencia Tecnología y Medio Ambiente (Citma) en Granma, y coordinadora en el territorio del Programa op15 (encaminado a apoyar las acciones para la lucha contra la desertificación y la sequía), quien resaltó la eficacia que ha logrado Jorge Luis en el manejo sostenible de la tierra, en la gestión integrada del recurso agua, y en la aplicación de buenas prácticas agrícolas.

«Esta condición de finca iniciada bajo el manejo sostenible de la tierra implica varios beneficios para el productor, quien recibirá apoyo financiero, bonificaciones bancarias y otras prerrogativas dirigidas a estimular el desarrollo de sus cultivos», destacó.

No en vano, señaló la especialista, La Victoria es hoy una finca-escuela donde se han llevado a cabo más de un centenar de acciones de capacitación y numerosas investigaciones y tesis en vínculo con la Universidad de Granma, el Instituto de Ciencias Agropecuarias Jorge Dimitrov, y el Citma, para demostrar la viabilidad de la aplicación de la ciencia, la innovación y la conservación del suelo en la producción de alimentos.

 

DESDE EL SURCO, APOSTAR POR EL DESARROLLO SOSTENIBLE

Detener y revertir la degradación de las tierras y disminuir la pérdida de la biodiversidad forma parte de los Objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la nación cubana, en medio de un escenario muy complejo en el cual es preciso apostar más por el cuidado del medioambiente y el empleo racional de los recursos naturales, debido a su incidencia directa en la seguridad alimentaria, la salud y la economía del país.

Estudios recientes confirman que, entre las causas fundamentales que han incidido en la degradación del suelo, están las relacionadas con los cambios inapropiados en el uso de la tierra, el incremento de asentamientos humanos e infraestructuras, los efectos del cambio climático, y las prácticas agrícolas inadecuadas (que incluye el uso intensivo de maquinaria agrícola y del riego).

Además, de acuerdo con el Ministerio de la Agricultura esta situación está agravada por la baja percepción de la importancia del suelo como recurso natural finito, lo que incide en la disminución de su capacidad productiva.

Bien lo sabe el campesino Alexis Milán Leyva, a quien le preocupa la resistencia que aún muestran muchos productores para aplicar técnicas de conservación y mejoramiento del suelo. «Para mí –aseguró– la conservación de suelos es la principal actividad que tiene que hacer un campesino antes de pensar en sembrar».

Usufructuario de la finca El Porvenir, enclavada también en el municipio granmense de Guisa, Alexis lleva más de 15 años fomentando cultivos varios, frutales, hortalizas y otras producciones con técnicas agroecológicas y de conservación. 

«Aunque esta era un área fértil, desde que comencé a cultivarla, hace ya 16 años, me propuse trabajar la conservación del suelo empleando barreras y coberturas vivas y muertas, bajo el principio de no dejar perder nada. Aquí todo es recuperable. Lo que no sirve para alimento animal lo empleamos en la elaboración de compost.

«Gracias a esas técnicas hemos incrementado los cultivos, porque al principio prácticamente lo que se nos daban eran rabizas, como decimos los campesinos, y ahora hay que ver cómo se da la yuca, el boniato o las hortalizas en estas tierras, y hasta el café robusta, que en apenas media hectárea nos rinde cantidad», agregó.

A solo unos kilómetros de la finca El Porvenir, y bordeando la misma pre-cordillera que conduce hacia los empinados lomeríos de Guisa, el experimentado ingeniero agrónomo Alcibiades Guilart Báez también ha fomentado su producción cafetalera empleando las medidas de conservación de suelos.

Iniciador desde el año 2012 del polígono de conservación de suelo en ese territorio montañoso, Alcibiades es un profundo conocedor de la agricultura, y sabe cómo sacarle buen provecho a la tierra con el empleo de la ciencia, la innovación y el manejo adecuado.  

Para demostrarlo, le gusta invitar a las personas a que recorran su finca Venezuela, donde las áreas que antes de 2012 habían sido muy explotadas en ganadería, ya hace varios años que muestran saludables producciones de café robusta, en condiciones de sequía y temperaturas más elevadas que en la montaña.

Para ello, comentó a este diario, comenzó a utilizar barreras vivas con las especies conocidas popularmente como lengua de vaca o guataca de burro (plantas que se emplean en áreas de la precordillera, por debajo de los 200 metros de altura), lo que le permitió erigir muros de contención para frenar los arrastres de las precipitaciones y canalizar su mejor absorción.

«No ha sido una tarea sencilla, y ha requerido de tiempo y de mucho sacrificio, pero los resultados productivos siempre compensan, pues en los últimos años los rendimientos del grano obtenidos aquí han estado por encima de la media del municipio cafetalero de Guisa», expresó Alcibiades.

Pero, más allá de las experiencias de estos productores granmenses, quienes demuestran con resultados fehacientes en el surco la importancia de seguir impulsando el Programa nacional de mejoramiento y conservación de suelos en áreas cultivables del país, aún quedan muchas reservas por explotar.

En tal sentido, la nación se ha propuesto, como meta hasta 2030, incrementar en un 65 % la superficie agrícola beneficiada por este programa, y extender en 150 000 hectáreas las áreas bajo principios de manejo sostenible de tierra, un propósito ambicioso que a todas luces demanda mayor conciencia de los productores, una mejor gestión integrada y de acciones concretas que no pueden dilatarse.

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Evelio Valdes Rosales dijo:

1

6 de junio de 2023

11:30:56


Excelentes productores que aplican las medidas de Conservación y Mejoramiento de Suelos con el objetivo de garantizar los rendimientos potenciales de los cultivos para que la población obtenga los productos deseados.