ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
En un entorno influido por las nuevas tecnologías, el observatorio analiza las interacciones en las plataformas y saca conclusiones acerca de los intereses y la visión de los procesos, sobre todo de los más jóvenes. Foto: Dunia Álvarez Palacios

En tiempos de manipulación del individuo, de deconstrucción ideológica y simbólica de sus paradigmas, de golpes suaves y permanente penetración cultural, un país como el nuestro necesita pertrecharse de herramientas que le permitan hacer frente a tales realidades, desde una visión acertada y profunda de su contexto.

Nuevos tiempos y nuevos retos implican que los haceres tengan también un carácter proactivo: hacer que la resiliencia sea más que un concepto, sobre todo si se trata de salir vencedores en una batalla en la que el fin último no llegue a ser la paradoja de que las conexiones tecnológicas impliquen la desconexión del individuo respecto a sus propios valores.

Bajo el principio de no permanecer en posición de desventaja frente a las realidades que nos circundan, sobre todo si nos reconocemos como un sistema alternativo al imperante en el mundo y, por ende, como la espina atragantada en la garganta del mayor de los imperios, surgen, en 2016, los observatorios sociales en las universidades cubanas.

OBSERVATORIOS: ENTENDER LA ESENCIA

Una imagen de la emblemática escena del catalejo que distingue a la película Memorias del subdesarrollo, y una frase de la canción de Buena Fe que nos llama a mirarnos con la misma agudeza con que miramos a los otros, constituye el logo del Observatorio Social de la Universidad de Las Tunas.

Un espacio de investigación con tres direcciones de trabajo esenciales: la primera, teórico conceptual, convoca a repensar categorías y conceptos, de frente a nuevos contextos políticos, ideológicos, tecnológicos y comunicacionales. La segunda está dirigida a la aplicación práctica de esa teoría; y la tercera, antisubversiva directa, tiene, como su nombre lo indica, un carácter confrontacional en materia de actividad subversiva; aunque en la práctica las tres tienen una relación indisoluble.

Quienes llevan sobre sus hombros la conducción del observatorio tunero han redimensionado esas líneas de trabajo, en perfecta armonía con su labor de formación y sus propias ramas académicas, como asegura la doctora en Ciencias Jurídicas, Zahira Ojeda Bello.

«Hemos tratado de integrar la labor docente, la labor científica y el encargo del observatorio. Por lo tanto, cuando vamos a cualquier escenario a impartir una conferencia, vamos a intervenir, a nutrirnos y a aplicar lo que ya hemos investigado. Eso hace posible que obtengamos resultados de mayor peso porque, además, la universidad tiene que incidir en la sociedad».

Sobre la base de esa idea primaria, explica el doctor en Ciencias Filosóficas, Carlos Alberto Suárez Arcos, que es esa peculiaridad lo que marca la diferencia con un repositorio.

«El observatorio lee señales, identifica procesos y, sobre la base de la experiencia que va acumulando, se atreve a hacer diagnósticos asociados a posibles conductas, patrones, tendencias que, obviamente, tienen consecuencias vinculadas con la memoria, los sentidos, la ideología, la política, la comunicación.

«El profesor Fernando Buen Abad habla de un ciberautismo social y, comprendiendo a fondo el porqué de esa definición, entendemos que la batalla que se libra es por atraer los sentidos, tener la atención del sujeto, y eso implica emocionar, motivar, romper con la tradicionalidad de los procesos; incorporar dinámicas novedosas».

Estos profesores acumulan ya una vasta experiencia en el análisis de procesos coyunturales de la sociedad tunera, con impacto también a nivel de país. Sus investigaciones han sido, en no pocas ocasiones, plataformas sobre las cuales se levantan estrategias locales o se desarrollan procesos de dirección.

Recientemente, en colaboración con estudiantes de la carrera de Derecho, trabajaron en la divulgación, análisis y comprensión del proceso de elecciones nacionales, un trabajo que fue continuidad, en cierta medida, del que asumieron en las municipales y en el propio referendo del Código de las Familias.

A esa experiencia se refirió la doctora Zahira, pues era necesario reconocer y desenmascarar las campañas que promovían el abstencionismo.

Para Suárez Arcos, «en un entorno influido por las nuevas tecnologías, analizamos lógicamente las interacciones que en esas plataformas se produjeron en relación con el tema, y eso llevó a conclusiones acerca de los intereses y la visión que de ese proceso tenían, sobre todo, los grupos etáreos más jóvenes.

«El observatorio permite trabajar sobre un diagnóstico certero de los problemas que existen y que no admiten que miremos en otra dirección. Pero hay que hacer cada acción sobre la base de un conocimiento vasto de los elementos que están en el imaginario del grupo al que te diriges, de sus influencias, de los códigos que les son familiares, de matrices de opinión; de lo contrario cualquier cosa que usted diga cae sobre un escudo impermeable. De eso se trata en parte la comunicación, sobre todo la comunicación política. Si nosotros no somos capaces de emplear mejores recursos, más eficaces, nuestros mensajes no cumplen el objetivo esperado».

EN EL CAMINO DEL TOTAL ENTENDIMIENTO

«Creo que todavía no se comprende en toda su dimensión el papel que puede jugar este observatorio, ni integralmente, a nivel de país, la proyección de una herramienta como esta». Así señala Ojeda Bello quien, además, asegura que para el logro de ese objetivo no han faltado interesantes propuestas, pero más bien de un solo lado.

«Elaboramos y entregamos al Gobierno de la provincia un proyecto de observatorio, sobre la base del sustento científico. Se debe dar un paso en el que se entienda que hay un trabajo muy serio aquí que puede tener resultados positivos para la gestión de gobierno.

Suárez Arcos explica que «se han visto intenciones manifiestas de algunos sectores de crear sus propios observatorios, para enfocarse en sus líneas, sus prioridades, pero sin comprender la interdisciplinariedad de esos procesos. Es una tendencia la especialización, que no contempla el valor de un escenario con especialistas de diversas ramas que puedan tributar a objetivos en común. De ahí la intención de que parta desde el Gobierno, porque también se necesitan para el trabajo recursos humanos y materiales.

«En determinados casos seguimos llevando procesos en la sociedad de forma empírica, sin minado de datos, sin contemplar la observación de las redes digitales como altísima fuente de información. Entonces nos sorprenden cosas que ofrecen lecturas vitales para la actividad de dirección, y corremos el riesgo de que alguien más lea esa información para utilizarla en nuestra contra.

«Hay que decir que existe una percepción de la importancia del observatorio y un reconocimiento, que se expresa en los modos en los que se nos convoca, se nos piden criterios, se nos tiene en cuenta, eso es un primer paso importante. Pero todavía falta, en la cultura de dirección, una comprensión de todo lo que puede aportar, por lo que existe todavía una subutilización de sus capacidades».

Desde su amplia percepción del alcance del observatorio, y las experiencias acumuladas, con amplio reconocimiento nacional e internacional, ambos profesores coinciden en que hay que lograr que los decisores aprendan a convivir con los observatorios y a aceptarlos como la valiosa herramienta que son en función de sus propias gestiones.

«Eso implica –según el doctor en Ciencias Filosóficas–, una apertura en la manera en que lo vemos, pues el observatorio en no pocos casos revela verdades incómodas, tendencias, problemas, que cuando en vez de asumirlos y trabajar en función de ellos, los contrapones a la visión que tienes de tu entidad, de tu gestión, anulas el criterio del especialista y las consecuencias son funestas.

«En los tiempos que vivimos la dirección debe de ir acompañada de estas modelaciones y anticipaciones, que permitan decidir cuándo intervenir en un determinado escenario, y dónde no resulta necesario desgastarse».

UN CATALEJO PARA LAS TUNAS, CUBA Y EL MUNDO

El impacto del observatorio tunero ha sido notable en el intenso proceso legislativo que vive el país. Un claro ejemplo de ello fue la participación de la doctora Zahira en la comisión redactora de la Ley de datos personales.

También contribuyeron a la Ley de Símbolos, la de Pesca y, de forma muy activa, lo hacen ahora con el proyecto de Ley de Comunicación Social.

Todo ese trabajo ha llevado a la internacionalización del observatorio.

La entrevistada señala que se logró la firma de un convenio con la Universidad Internacional de las Comunicaciones de Venezuela, que tiene precisamente entre sus objetivos el aporte de estas experiencias en un entorno continental.

Al respecto argumentó el profesor Carlos que «los proyectos de izquierda libramos fuertes guerras cognitivas, simbólicas, sicológicas y hay algo que a veces ignoramos, y es que todos estos fenómenos que ocurren en nuestras naciones promovidos por quienes nos adversan, tienen muchas veces el respaldo de estudios minuciosos, que parten de observatorios ubicados en universidades de nuestro propio continente», lo que implica que crezca y se fortalezca nuestra capacidad de resiliencia.

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juventud dijo:

1

3 de mayo de 2023

14:24:33


la television siempre ha sido educativa alli mediante sport se puede ir enseñando o mediante el sport pedir opiniones . el movil todo el dia esta mal educando al ser humano. la aventura y serie tenemos que analizarlas mas su contenido respecto a mucha sangre y horror a esa hora no va.