Llegas y te posicionas en un lugar cercano a la puerta principal desde donde dominas algunas áreas del Instituto Superior de Tecnologías y Ciencias Aplicadas (InSTEC), de la Universidad de La Habana, en la Quinta de los Molinos. Dentro, un silencio casi sepulcral. Ves a estudiantes que entran y salen, la mayoría con el cabello a la altura de los hombros y mochilas a la espalda.
Entre ellos, un joven que, en onceno grado, decidió someterse a una de las pruebas más difíciles de su vida hasta ese instante: la de matemática, física y química.
«Un combo. Todo incluido en un solo examen, muy difícil», diría a la salida de aquel «rompecabezas». Quería estudiar una de las tres carreras de perfil nuclear: Física, Ingeniería o Radioquímica. Al final obtuvo el derecho a matricular en la carrera de Ingeniería en Tecnologías Nucleares y Energéticas.
¿LOCOS O CUERDOS?
Demócrito se quitó la vista para poder pensar con mayor lucidez y crear la teoría sobre la estructura del átomo; en el cerebro de Albert Einstein había anomalías estructurales en el lóbulo izquierdo que podrían estar relacionadas con la genialidad del creador de la teoría de la relatividad…
Los jóvenes de esta historia no son como aquellos científicos y, con más dedicación que fama, emergen como promesas del desarrollo nuclear en Cuba.
Marlon González Yero, estudiante de primer año de Ingeniería Nuclear, es un caso extraño. Después de estudiar dos años en la Facultad de Lenguas Extranjeras, de La Habana, decidió emprender el camino de las ciencias nucleares.
De la noche a la mañana se vio obligado a cambiar a los gramáticos y lingüistas Samuel Gili y Gaya, Rafael Seco, Otilia de la Cueva… y el estudio del orden lógico de la oración, por los matemáticos Carlos Sánchez, Kudriavtsev, Rolando Pérez, Makarenko, Irodov y por ecuaciones y fórmulas muy complejas: «Esto lo resuelvo yo, cueste lo que cueste», me comentó hace unos días.
Y ahí anda, con los libros en la mochila y las buenas notas a cuestas: «El cambio ha resultado difícil, pues además de los dos años en la Facultad de Lenguas…, estuve un año en el Servicio Militar, más otro alejado de las aulas por la COVID-19. Fueron tres años prácticamente sin tocar un libro, pero aquí estoy, y no voy a renunciar a mi proyecto».
Algunos definen a los estudiantes de especialidades nucleares como «émulos» de Einstein, Arquímides, Galileo Galilei, Copérnico, Newton…; otros, simplemente, los califican de locos o quema’os.
Semejantes motes están muy alejados de la realidad que comparten Carlos Rafael González Alejo y Arleen Soler Díaz, estudiantes de tercer año de Ingeniería en Tecnologías Nucleares y Energéticas; ambos, con buenos resultados docentes, son apasionados de las carreras que escogieron.
«En primera instancia pensé decidirme por algo –recuerda Carlos Rafael– que tuviera que ver con la informática, porque desde el preuniversitario era concursante de esa especialidad. Un día me enteré de que estaban haciendo las pruebas para el colegio universitario, en las carreras nucleares, y me enrolé en la aventura. Aprobé y aquí estoy, rodeado de ecuaciones y asignaturas que se las traen, como Análisis Matemático, Álgebra lineal, Geometría Analítica, Mecánica, Electromagnetismo…
«Muchos piensan que el estudiante de estas carreras es un ermitaño, al que solo le gusta resolver cálculos, fórmulas, dibujar complejos esquemas, hacer experimentos. Nada más alejado de la realidad. Aquí, como en cualquier otra facultad, participamos en festivales artísticos, copas deportivas, jornadas de conocimiento, marchas, debates; compartimos con los amigos. Nosotros no tenemos etiquetas ni somos locos, lo que sí perseguimos un objetivo: prepararnos como buenos profesionales y aportar al propio desarrollo humano y al país».
Arleen, concursante de varias asignaturas en la etapa del preuniversitario, refiere que los estudios le quitan el sueño, pero no la desvelan. «Si te decides por alguna de estas carreras, no queda de otra que dedicarle tiempo. Ello no excluye que en algún momento disfrutemos de una vida normal: el cine, los conciertos, los amores y todo lo que hace un ser humano, porque no somos objetos extraños. Si algo he aprendido, además de las materias propias de la carrera, es a planificar el tiempo con precisión milimétrica», expresa.
Ronny Bismarck Esperance González, estudiante de cuarto año de Ingeniería en Tecnologías Nucleares y Energéticas, presidente de la Federación Estudiantil Universitaria en el Instituto, explica que la organización se siente viva y, pese a que están entre números, experimentos, fórmulas, cálculos, no por ello el estudiantado renuncia a una universidad plena, comprometida.
«Hay que convocar, hacerles entender la importancia de las actividades políticas. No basta con tener un buen desempeño docente y en otros apartados no. A la hora de la graduación te tienen en cuenta la integralidad».
Ronaldo Rigoberto Méndez Hernández, secretario general del Comité Primario de la Unión de Jóvenes Comunistas del Instituto, con 24 años, adiestrado, vinculado al proceso docente, con un año de graduado de la especialidad de Física Nuclear, asegura que no hay apatía en la militancia. La COVID hizo estragos, y los jóvenes, lejos de encerrarse, pusieron su granito de arena: salieron a ayudar. Y sí que lo hicieron, conformando varios grupos que atendieron el centro de aislamiento que fue instalado en la residencia del InSTEC. Algunos, incluso, repitieron en varios grupos.
«Tenemos 76 militantes en cinco comités de base, uno por cada especialidad: Física nuclear, Ingeniería nuclear, Radioquímica y Meteorología, y uno al que pertenecen los profesores egresados. Mantenemos una organización joven, sin dogmas, en constante cambio, sin limitaciones, porque hay que aprovechar ese fervor de la juventud y darle dinamismo a la organización».
POR ENCIMA DE TODO, EL TALENTO
«Aunque todos los estudiantes en Cuba tienen derecho a acceder a las carreras nucleares, no todos pueden hacerlo. Para ello debes tener talento, motivación y gustarte estas especialidades, las cuales requieren de esfuerzos adicionales», fue una de las sentencias del doctor Abel Fundora Cruz, decano del InSTEC.
«Nosotros preparamos a nuestros jóvenes para la aplicación de las ciencias nucleares en beneficio de la vida humana, en las ciencias médicas, la agricultura, estudios de los suelos, las arenas de las playas, la conservación del medio ambiente, siempre vinculados con la innovación tecnológica, la docencia y la investigación. Contrario a lo que muchos piensan, el campo y el perfil para trabajar después de graduados es muy amplio», comenta Fundora Cruz.
Con esa idea coincide el doctor Jorge Luis Santana Romero, vicedecano docente, con 36 años de experiencia en el Instituto, donde labora desde que se graduó en la especialidad de Radioquímica.
«Tenemos una matrícula de 340 estudiantes, incluida la carrera de Licenciatura en Meteorología, que también se estudia aquí. En las tres especialidades nucleares, normalmente, entran 30 estudiantes cada año, y en más de cuatro décadas hemos graduado cientos de especialistas.
«Existe gran fluctuación por el rigor de las materias impartidas. No todos los alumnos que entran se gradúan. Hay quienes piden traslado desde el inicio o posteriormente la baja, licencia, o suspenden el año y tratamos de redirigirlos hacia otras carreras para que no salgan del sistema educacional.
«Formamos profesionales capaces de competir con los mejores del mundo, aunque, a causa del bloqueo estadounidense contra Cuba, no tengamos acceso a las últimas tecnologías para la realización de determinados experimentos.
«El mejor ejemplo es el de un reactor subcrítico de los años ’70, muy seguro, pero no tiene todas las prestaciones de uno moderno. Es bueno aclarar que, pese a esas características, periódicamente recibimos la supervisión del Organismo Internacional de la Energía Atómica y jamás nos han señalado deficiencia alguna».
El centro también marcha a la vanguardia de importantes investigaciones en el país. El joven doctor Maikel Márquez Mijares afirma que participan en unos 40 proyectos, de los cuales 16 los dirige el Instituto.
Algunos de los más relevantes son: Empleo de puntos cuánticos para la detección temprana del cáncer; Uso de un sistema experto, a través de herramientas informáticas, para el control y sostenibilidad de los recursos hídricos; Uso de las tecnologías nucleares para estudios relacionados con la protección del medio ambiente; Empleo de las tecnologías nucleares en el estudio de los niveles de metales pesados y radiactividad en arenas de playas; Uso de redes neuronales y simulaciones computacionales para el cálculo de lentes empleadas en las operaciones de cataratas, entre otros.
La mayor contribución de las carreras nucleares al desarrollo del país ha estado dirigida hacia la educación superior, el propio sector nuclear, las nanociencias y nanotecnologías, la física médica, la industria biotecnológica y médico-farmacéutica, la energía (fundamentalmente la industria petrolera y la eléctrica).
De igual manera, es amplio el aporte al desarrollo de la metrología, los órganos reguladores de la actividad nuclear, radiológica y metrológica, la bioinformática, la industria alimentaria, la transferencia de tecnología, el orden interior (laboratorio de criminalística), el deporte (laboratorio antidoping), la cultura, entre otras esferas de la economía y la sociedad, un amplio campo que garantiza el presente y el futuro de las especialidades nucleares en Cuba.



















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Andrés de la Fuente Puch dijo:
1
10 de mayo de 2023
11:38:54
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