ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Tras cada combate contra las llamas, suceden intercambios como estos, donde abundan bromas y risas. Foto: Germán Veloz Placencia

Las llamas continuaban su cruel avance. Retadoras, en un punto identificado como Bajada a Guamuta, embestían una formación de helechos y pinos nuevos. Pero no rebasaban la trocha cortafuego a lo largo de la cual, a intervalos de diez a 12 metros, permanecían atentos, equipados con palas y otros medios, soldados de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), quienes ya llevaban más de diez días en combate contra el siniestro.

El coronel Carlos Blanco Tamayo llama a un oficial de menor grado, le pone la mano en el hombro y le ordena: «¡Lo primero es la vida de esos muchachos! ¡No los arriesgues!».

Los soldados están muy activos, sobre todo vigilantes. Rafael Hernández, un muchacho trigueño (quizá sea de tez blanca, pero eso no se sabe porque tiene el rostro cubierto por un espeso polvo rojizo), admite que ese comportamiento asegura la misión y la vida. Luego, al preguntarle sobre las relaciones con los oficiales, precisa: «No nos dejan solos. Esto es asunto de hermanos. Y es porque en momentos así, la unión crece».

Frente al joven combatiente pasa, motosierra al hombro, un trabajador forestal, quien espontáneamente evalúa el comportamiento del destacamento militar. «¡Son buenos esos muchachos, cará! ¡Desde que llegaron, se han faja´o con el fuego! ¡No tienen miedo!». Tras identificarse como Armando Batista Cisneros, con pasos largos y buen ánimo, sigue cuesta abajo.

¡Por ahí viene Yosbany, con el buldócer!, grita Alexander Vargas Perdomo, director de Logística de la Empresa Agroforestal de Mayarí. Cuando la máquina llega, en un primer momento amplía la trocha cortafuego y luego extiende una parte hacia un arroyuelo.

«¡Ahora sí acorralamos el fuego en este punto!», asegura un oficial. Ha salido de entre la maleza, en la parte que no será ultrajada por las llamas. Está vestido con uniforme de camuflaje y lleva charreteras de teniente coronel. En medio de la prisa de los acontecimientos, ni uno solo de los periodistas presentes apuntó el nombre del aparecido. Pero nos han dicho que es un experto explorador.

La Meseta de Pinares lleva 14 días bajo el asedio del siniestro. No importa qué día de la semana sea, nadie repara en ello. Los combatientes de las far y las otras fuerzas presentes tienen la resolución de no abandonar las labores de extinción.

Abundan las historias de heroísmo, aunque los protagonistas no piensen que es así. Por ejemplo, la tarde pasada, cuando parecía que habría calma, el fuego, en complicidad con el viento, se avivó y puso rumbo hacia Los Exóticos, un sitio paradisíaco, que finalmente no fue afectado por  la rápida y tenaz respuesta de un destacamento de la Marina de Guerra Revolucionaria.

El capitán de corbeta Orlis Samón Martínez lleva en el uniforme las huellas de días severos. En la unidad lo califican de experto en torpedos. Aquí, plantean los subordinados, toma rápidas y oportunas decisiones. Él prefiere hablar de sus hombres, ahora alertas en una de las muchas trochas cortafuego del área que protegen.

Hay elogios para el marinero a quien el grupo identifica como «El Mellizo». Pero el muchacho, a su vez, reconoce a quienes lo rodean. Es entonces cuando sale a relucir el papel del médico Rubén Cruz Hernández. Aseguran que el oficial, llevando encima lo necesario para socorrer a sus compañeros, ha estado en los puntos donde el fuego resultó más agresivo.

El joven galeno afirma que los integrantes del destacamento han actuado con nervios de acero. «Ni la presión (tensión arterial) les ha subido», revela con algo de picardía.   

Uno de los combatientes aparece con una lata de malta, obsequiada por alguien que ha pasado por el lugar. El joven abre el recipiente y prueba el líquido (que debe saber a gloria en estos instantes). Enseguida lo pasa al compañero más cercano hasta, que, de mano en mano, queda sin contenido.

«¡Estos marineros saben combatir en tierra!», sentencia Alexis del Toro, uno de los fotógrafos que por estos días se ha encargado de mostrar el vigor y crudeza de la batalla contra las llamas.

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