La histórica acción del legendario Comandante Camilo Cienfuegos Gorriarán en el antiguo Cuartel Agramonte de la ciudad de Camagüey, donde como Jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde abortó la conspiración del traidor Hubert Matos sin disparar un solo tiro, fue posible gracias a su bien ganado prestigio.
La conjura de Matos, quien era entonces el jefe militar de Camagüey y conspiraba con la oligarquía de esa provincia contra el jefe de la Revolución triunfante Comandante Fidel Castro Ruz, fue derrotada sin enfrentamientos y detenido el traidor gracias al respeto de los soldados a la autoridad de Camilo.
Cuando Celia Sánchez le comunicó a Camilo en la tarde el 20 de octubre la traición de Matos, sin pensarlo un instante y conociendo la segura reacción de Fidel de ir personalmente, decidió adelantársele para que su jefe y amigo no corriera ningún peligro.
Acompañado por el Comandante Cristino Naranjo, otros compañeros de su máxima confianza y 20 hombres armados, parten en tres aviones alrededor de las cuatro de la madrugada del 21 de octubre. Llegan al Cuartel Agramonte sobre las 7:20 de la mañana y encuentran al mismo protegido por una cadena y varias ametralladoras calibre 30.
De inmediato Camilo ordenó a sus compañeros tumbar la cadena y desarmar a los guardias, mientras Cristino Naranjo y otros combatientes del Ejército Rebelde se encargaban de tomar todas las postas del Regimiento.
Solo con cuatro compañeros más Camilo sube hasta la habitación de Hubert Matos, donde le encuentra junto a su esposa y le comunica: «Hubert, yo como Jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde, asumo el mando de Camagüey y te detengo por alta traición. ¡Tienes que acompañarnos!».
Abortada la conspiración, Camilo se dirige hacia la Delegación Provincial del INRA y desde allí habla por teléfono con Fidel. Seguidos por el pueblo recorre luego la ciudad a pie hasta llegar al propio Regimiento en el Cuartel, donde habló a la multitud para denunciar los propósitos del traidor.
Luego Fidel contaría: «Camilo con su autoridad, su moral, su prestigio y valentía, sometió, doblegó y desarmó a los conspiradores. No hizo falta que el pueblo llegara al cuartel. Al adelantarse y tomar la fortaleza evitó lo que pudo ser una situación muy peligrosa».
Después del mediodía, en la plaza del cuartel, convocados por el Movimiento 26 de Julio y la naciente Asociación de Jóvenes Rebeldes, se reunieron miles de personas, una buena parte jóvenes, para apoyar a la Revolución y su líder Fidel Castro, y Camilo les habló desde una improvisada tribuna.
Entre los camagüeyanos que ovacionaban a Camilo estaba este joven rebelde de 13 años, que admiraba en el joven Comandante de larga barba y sombrero alón, al compañero de mil batallas del Che Guevara desde el exilio en México y el desembarco del yate Granma, al jefe de la columna invasora rebelde para llevar la guerra hasta Occidente.
Junto a Camilo, el capitán Jorge Enrique Mendoza, encargado de aplicar la Reforma Agraria en una provincia de latifundistas, y otros firmes y fieles defensores de Fidel, fueron una garantía frente a algunos a quienes Matos confundió y que, finalmente, en su casi totalidad retomaron el rumbo.
De regreso a La Habana, el último discurso público de Camilo fue el 26 de octubre desde el antiguo Palacio Presidencial, ante decenas de miles de personas reunidas para escuchar al jefe de la Revolución. En el uso de la palabra le precedieron el entonces presidente de la República Osvaldo Dorticós Torrado y los comandantes Juan Almeida Bosque y Camilo Cienfuegos, quien se dirigió por última vez al pueblo cubano, pues dos días después desaparecía en un trágico accidente aéreo. El breve discurso de Camilo es considerado su testamento político, donde define su posición inclaudicable al lado de la Revolución y de su querido jefe Fidel.

Al concluir sus palabras Camilo advirtió a los enemigos de la Revolución: «No importan las traiciones arteras y cobardes que puedan hacer a este pueblo y a esta Revolución, no importa que vengan aviones mercenarios tripulados por criminales de guerra y amparados por intereses poderosos del gobierno norteamericano, porque aquí hay un pueblo que no se deja confundir por los traidores (…) Porque para detener esta Revolución cubanísima tiene que morir un pueblo entero, y si eso llegara a pasar serían una realidad los versos de Bonifacio Byrne: Si deshecha en menudos pedazos/ llega a ser mi bandera algún día/ nuestros muertos, alzando los brazos/ la sabrán defender todavía».
El 28 de octubre de 1959 Camilo viaja de nuevo a Camagüey por cuestiones de trabajo. Sobre las 11:59 a.m. sale del aeropuerto de Ciudad Libertad en un avión modelo Cessna 310, que tripulaba el piloto Luciano Fariñas. Lo acompañaban, además, el capitán Senén Casas y el soldado Félix Rodríguez en función de escolta. Camilo y Rodríguez descendieron en Camagüey, mientras Fariñas continuó viaje a Santiago de Cuba para llevar a Senén Casas.
A las 4:40 p.m. ya estaba de regreso el pequeño aparato identificado con las siglas FAR 53. El despegue rumbo a la capital se produjo a las seis y un minuto. El viaje requería dos horas de vuelo como promedio y llevaba gasolina para tres.
Al nunca llegar, en horas de la noche de ese día y el día siguiente se intentó localizar la aeronave por todos los medios, pero fue en vano. El viernes 30 de octubre se ordena oficialmente la búsqueda por aire, mar y tierra del avión en que viajaba Camilo, desparecido en el mar en medio de una tormenta.
Después de infatigables jornadas, el 12 de noviembre, el Primer Ministro del Gobierno Revolucionario, Comandante en Jefe Fidel Castro, informaba al pueblo la infructuosa gestión para encontrar al Señor de la Vanguardia, al Héroe de Yaguajay, desaparecido a sus 27 años de edad, hace hoy 63 años.
«Hombres como Camilo Cienfuegos surgieron del pueblo y vivieron para el pueblo. Nuestra única compensación ante la pérdida de un compañero tan allegado a nosotros es saber que el pueblo de Cuba produce hombres como él. Camilo vive y vivirá en el pueblo», dijo Fidel a un pueblo entero que lloraba su pérdida y que, a partir de entonces, lo recuerda cada año en una bella tradición que llena de flores y cariño las aguas litorales y los ríos.
«Camilo seguirá viviendo en otros hombres como él, seguirá viviendo en los hombres que se inspiren en él. Porque lo único que nosotros podemos pedirle a nuestro pueblo es que, cada vez que la Patria se encuentre en una situación difícil, en un momento de peligro, se acuerden de Camilo, y cada vez que nuestros compatriotas vean que el camino es largo y difícil se acuerden de Camilo, de lo que hizo, de cómo nunca perdió la fe en los instantes más difíciles y cómo supo hacer grandes proezas», enfatizó Fidel.



















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